El Premio Nacional de Música 2016 habla, entre otros episodios, de sus encuentros con Claudio Arrau y Pablo Neruda, y de la versatilidad de su carrera, que ha recorrido desde los sonidos clásicos hasta el mundo popular
MAUREEN LENNON ZANINOVIC
"Tengo un ángel protector que me ha guiado siempre, don Wolfgang Amadeus Mozart", comenta Vicente Bianchi Alarcón (1920).
Su referencia no es casual, porque el compositor de Salzburgo ha estado muy presente en la biografía del Premio Nacional de Música 2016. "Mi papá nació un 27 de enero, el mismo día que Mozart, así que ahí se explica la admiración que siente por este gran artista austriaco", revela a "Artes y Letras" su hija Bernardita Bianchi, una las más apasionadas promotoras de su postulación al Nacional. "Si no era este año, ya no se lo daban. Pusimos todo nuestro corazón para que finalmente su sueño se hiciera realidad, después de 17 intentos fallidos", añade mientras contesta numerosos llamados telefónicos, coordinando las entrevistas a su progenitor. De hecho, antes de recibirnos en su acogedora casa "La tonada" -en la comuna de la Reina- se realizan dos despachos en directo: para el matinal de TVN y para la radio Bío-Bío. En ambas intervenciones, don Vicente se anima y toca el piano durante varios minutos.
"Si mi padre se jubila, se muere. De hecho para su último disco, 'Chile fértil', que contó con el apoyo económico del empresario Leonardo Farkas, él hizo los arreglos y tocó el piano", advierte su hija Bernardita (en total son tres hermanos, uno de ellos Alejandro Bianchi, integrante del conjunto Santiago Cuatro).
"Todos queríamos ser Arrau"
La infancia del Premio Nacional 2016 transcurrió entre el Liceo Manuel de Salas y su casa en Ñuñoa. Sus padres, Blanca Alarcón y Germán Bianchi, se constituyeron en su principal apoyo. "Mi mamá era la más artística de la familia: le gustaba mucho el piano. Tanto le gustaba que mi papá le regaló un instrumento y así empecé a practicar. Además desde muy pequeño solía ir con ellos al Teatro Municipal de Santiago prácticamente a todos los conciertos", rememora el autor de "Romance de los Carrera" a "Artes y Letras", instalado en uno de los sillones de su casa atiborrada de numerosos premios, libros y fotografías familiares.
Agrega que hasta los 12 años se formó musicalmente con docentes particulares y luego continúo sus estudios en el Conservatorio de la Universidad de Chile, "que quedaba en San Diego con Cóndor, a cuatro cuadras de la Alameda. A los 12 años ya me podía movilizar solo: tomaba el tranvía que me dejaba en la calle San Diego. Me tocaron excelentes profesores. No fui alumno de Rosita Renard, pero sí la conocí. Fue una época muy linda", comenta.
Su vocación era ser concertista en piano. "En el Conservatorio todos soñábamos con ser Claudio Arrau. Mi misma mamá me decía 'tú tienes que ser el segundo Arrau'. Ese era nuestro anhelo y de hecho llegué a tocar obras de Chopin en el Teatro Municipal. Pero finalmente me fui entusiasmando por la improvisación, el folclor y la música popular", añade Vicente Bianchi.
El encuentro con el pianista chillanejo fue posterior, en 1940 en Argentina, en una exclusivo almuerzo en honor al intérprete. "Yo en esa época dirigía una orquesta en la radio El Mundo de Buenos Aires y me convidaron a una comida donde también había una chica que cantaba muy bien. Le pidieron a Arrau que la acompañara al piano, pero el maestro dijo que no. En ese momento todos me miraron. ¡Nunca sufrí tanto en mi vida! Tuve que tocar nada menos que frente a Claudio Arrau. Y lo hice. Tras terminar, el propio pianista me llenó de preguntas, me abrazó y me dijo: 'lo felicito, porque usted toca muy bien, tiene un touché : una manera muy única de pulsar del piano'. Me instó a seguir adelante", señala Bianchi.
A los dieciocho años empezó a componer. Según el crítico David Ponce en el sitio Musicapopular.cl, sus primeras piezas figuran en la película musical "Amanecer de esperanzas" (1941) de Miguel Frank, con la cantante María Eugenia Guzmán: el vals "Rayito de sol" y la canción lírica "Amanecer" que, arreglada luego por Donato Román Heitmann para coro y orquesta, fue empleada como cortina en el cine Rex y grabada por el cantante mexicano Pedro Vargas cuando visitó Chile en 1937.
Entre otras obras de sus incios destaca "Abejorros" y además le pertenecen los arreglos del himno del club deportivo de la UC (1943). "Sonia y Myriam, Lucho Gatica y Los Huasos Quincheros, con quienes grabó boleros, son algunos de los cantantes que trabajaron con Bianchi, quien en la época se perfiló como autor y director, y abordó con su orquesta la floreciente escena radial en las emisoras Agricultura, Corporación, Minería y Cooperativa", señala Ponce.
El Premio Nacional de Música 2016 rememora que "fue una época de oro de la radiofonía nacional y que lentamente comenzó a morir con la llegada de la televisión. Antes de irme a Perú (en este país estuvo radicado entre 1950 y 1955), empecé a armar muchos coros, trabajé para sellos como la RCA Victor, armé orquestas. Todos me llamaban y me agarró lo chileno. Decidí no soltarlo más".
En Perú fue contratado por la radio El Sol de Lima. Ahí llegó como director del Trío Llanquiray, integrado por la cantante Hely Murúa, con quien se había casado en 1947. Su matrimonio se extendió por más de sesenta años, hasta la muerte de su esposa. "Fue una época fantástica. En ese país me dieron todas las facilidades y las orquestas disponibles", añade Bianchi.
Cita con Neruda
En 1955, durante las Fiestas Patrias, el artista se sentó al piano a concretar una idea que traía desde Perú: componer música para versos de Pablo Neruda. Escogió el poema "Manuel Rodríguez" (de "Canto general").
"Tomando el té en el Café Santos con un grupo de conocidos, pregunté cómo podía hacerle llegar mi trabajo al poeta. Alguien me habló del juez René Pica y me dio el contacto. Ese mismo año, el juez organizó una comida privada en su casa con el autor de 'Residencia en la tierra' a la que también fui invitado. Silvia Infantas y los Baqueanos hicieron un esquinazo e interpretaron mis 'Tonadas de Manuel Rodríguez'. Al escuchar mi obra, Neruda empezó a inquietarse. En un momento se levantó, me abrazó y me dijo: 'esto es lo que yo he esperado toda mi vida. Su música me está dando una oportunidad para que la gente me conozca. Con esto llegaré al pueblo'. Esa noche cantamos varias veces 'Las tonadas...'. Nos fuimos como a las tres de la mañana, todos abrazados y con la promesa de seguir trabajando en una serie de próceres chilenos. Al otro día Neruda me mandó más versos de Carrera y O'Higgins. Y así nos seguimos viendo hasta prácticamente el día que se murió. Siete meses antes de fallecer, me regaló los versos 'La noche de Chillán'. Los hice vals y en 1998 gané con ellos el Festival de Viña del Mar", dice Vicente Bianchi.
Como señala David Ponce, "grabadas por la propia Silvia Infantas y los Baqueanos, 'Tonadas de Manuel Rodríguez' fue un hito de popularidad de la década de los 50, comparable a los boleros de Lucho Gatica o los primeros discos de Los Huasos Quincheros".
Otro hito clave fue la creación del Coro Santa Marta, en 1964. "Esta agrupación se creó a pedido de los vecinos de esta parroquia ñuñoína", rememora el Premio Nacional de Música 2016. Por esos años, post Concilio Vaticano II, el cardenal Silva Henríquez también le comisionó componer "Misa a la chilena", una obra que significó una revuelo importante. "Le puse arpa, bombos, kultrún, cuecas y cantos mapuches, porque había que demostrar que estaba trabajando en un ambiente nacional. Quise reflejar a Chile: un país tan largo, con tanta música y danzas diversas. Cuando se supo de este proyecto hubo gente que lo resistió, pero el cardenal Silva Henríquez me dijo 'yo soy el dueño de la Iglesia en este país. Usted no haga caso de ningún llamado en contra'. Así seguimos para adelante y años después me encargó un tedeum".
En materia de gustos musicales, Vicente Bianchi se declara un admirador de Mozart, Mahler, Enrique Soro, Alfonso Leng, Margot Loyola, "una persona a la que admiré mucho y siempre me apoyó" -dice-, y Violeta Parra. "Ella tenía para rato, pero se nos fue antes. Una autora de una gran sensibilidad e imaginación creativa. ¡Mire los versos que tiene: 'Gracias a la vida'! Íbamos a grabar juntos. Una pena", puntualiza.
Lo que viene: un disco, un libro y un concierto
El 7 de noviembre, la Orquesta de Cámara de Chile, dirigida por Alejandra Urrutia, grabará en vivo, en el Teatro Municipal de Ñuñoa, un concierto con temas inéditos del Premio Nacional de Música 2016.
"Este proyecto nace del interés del ministro de Cultura, Ernesto Ottone, de reconocer la invaluable trayectoria y aporte del maestro Vicente Bianchi. Nació también de la solicitud de un grupo de senadores, quienes querían que quedara grabada su obra musical aún inédita en un CD", señala a "Artes y Letras" Alejandra Urrutia.
Añade que el concierto incluirá a la Orquesta de Cámara de Chile y algunos músicos extras del Orfeón de Carabineros. Entre otras obras se ejecutarán "Tonada Rítmica", "Recordando a Molinare" y "Momento Andino".
"Vicente Bianchi es un hombre con una vida inspirada por su país, su cultura, historia y artistas. Es admirablemente destacable el hecho de que toda su obra refleja este amor por Chile", puntualiza Urrutia.
El 22 de septiembre, en la Sala América de la Biblioteca Nacional, se lanzará el libro "Vicente Bianchi: relato visual de su vida y obra" de Missael Godoy. "Es un volumen de lujo y gran formato, con abundante material visual", dice Godoy.
El Premio Nacional de Música 2016 junto a Violeta Parra y el dúo compuesto por Sonia y Myriam. |
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