A ocho días de su segunda presentación en el país, el pianista analiza las obras de Chopin, Tchaikovsky y Bach que tocará en el Municipal de Santiago. Además, defiende sus cruces con la música popular -desde Metallica a Pharrell Williams-, habla de su deseo de componer y de la relación con su padre: "No es tan duro como se ha dicho".
Juan Rodríguez M.
El año pasado, en el estadio olímpico de Beijing, estaba todo listo para comenzar la final de los 100 metros planos del mundial de atletismo. O casi todo, porque faltaba uno de los hombres más rápidos. El público lo ovacionó cuando lo vio entrar y cruzar la pista. No era Usain Bolt, él -junto a Justin Gatlin, Asafa Powell, Tyson Gay y otros atletas- ya estaba ahí, listo para correr. Era Lang Lang (Shenyang, 1982), el virtuoso pianista chino que, entre caminando y trotando, se dirigió al piano que estaba junto a la pista para hacer lo suyo: poner a correr sus dedos por el teclado durante 9,58 segundos, los mismos del récord mundial de Bolt en los 100 metros.
Lang Lang terminó su proeza, la celebró y, luego, la cámara mostró a un Bolt con cara de desconcierto. Lo cual no es poco cuando se trata de un hombre con mucho, tal vez demasiado sentido del espectáculo, siempre listo para poner alguna cara o hacer algún juego antes, durante y después de sus carreras; un hombre muy consciente de que, más allá de las pistas, hay un público que lo está viendo. Un hombre como Lang Lang... "es un músico hiperconsciente de su audiencia: pone una ineludible carga sonora de gran dramatismo para mostrar la música y se asegura de que, si esto no bastara, está él también para demostrarla", escribió el crítico chileno Gonzalo Saavedra en 2013, luego del debut en Chile del artista.
Tres años después, Lang Lang vuelve al país como embajador del Año de Intercambio Cultural China-América Latina y el Caribe. Es el lunes 15 en el Teatro Municipal de Santiago. Las entradas ya están agotadas y él está listo: "Tengo muchas ganas de viajar a Chile, mi visita anterior fue muy corta, pero me impresionó mucho. Cuando llegue, espero poder compartir con otros artistas y conocer sus opiniones. Chile es un país hermoso y me falta mucho por conocer, como la vida de su pueblo, la historia y la geografía", dice Lang Lang. Quien, de todos modos, algo conoce: "Recuerdo el rescate de los mineros en 2010, que demuestra que Chile es un país muy eficiente y con mucha humanidad. Además, me gusta el fútbol y estoy muy contento de ver que Chile logró el campeonato de la Copa de América".
De Lang Lang en vivo los críticos han dicho que todo lo que toca "transcurre sin fallas" (Pablo Gianera, Argentina), que es "un artista plenísimo, cuya técnica pianística y sensibilidad interpretativa están en un nivel fugado más allá de lo normal" (Mario Córdova, Chile), que "en estas obras (cuatro Baladas de Chopin) está a sus anchas, no hay dificultad técnica que no sortee y destaca cada matiz, cada hallazgo melódico o armónico del genio polaco" (Gonzalo Saavedra, Chile). También: "Demasiado Lang Lang y muy poco Prokofiev" (Lawrence A. Johnson, Estados Unidos), "tuvo un buen comienzo", pero "rápidamente esa impresión cambió debido al manierismo con el que busca llamar la atención" (John Allison, Inglaterra) o "maestro de la técnica, pero la música necesita más exploración" (Peter McCallun, Australia).
Tal vez se puedan resumir esos juicios con lo que dijo este diario a propósito de la retransmisión, el año pasado, de su concierto en el Festival iTunes 2011: "Virtuosismo sin límites". Y entonces se podría preguntar: ¿hay que poner límites al virtuosismo? O, si se quiere, ¿hay virtud donde no hay límites?
De París a Santiago
Dijo Susan Sontag: "Si tuviera que elegir entre The Doors y Dostoievski, elegiría, por supuesto, a Dostoievski. ¿Pero tengo que elegir?"... Algo de eso hay en Lang Lang: no le hace asco a juntar las pistas que separan lo que todavía se llama popular y docto. O al menos a saltar de una a otra. Su próximo disco -"New York Rhapsody" (se lanzará el 16 de septiembre, y ya se puede ordenar en Langlang.com)- es un "homenaje a la ciudad que definió la música del siglo XX", con obras que van desde Rhapsody in Blue de George Gershwin hasta el tema de Spiderman. Y antes de eso, ha grabado bandas sonoras -del videojuego Gran Turismo 5 y de la película "Un método peligroso", por ejemplo-, ha tocado en copas del mundo de fútbol y juegos olímpicos, incluso para tiburones (en un túnel bajo el agua en un acuario), en la Gran Muralla China y en los premios Grammy.
"En el escenario de los Grammy me siento maravillosamente tocando junto con artistas de distintos tipos de música, como Metallica, John Legend y Pharrell Williams", explica. "En realidad, me parece que la música clásica y la moderna deben combinarse solidariamente y desarrollarse juntas. Gracias a ese salto, la música moderna se muestra más fina y brillante, y la música clásica se ve más viva y tiene mayor acogida, provoca mayor interés en el público. A través de las distintas plataformas me gusta darle mayor presencia a la música clásica y también apoyar la música moderna".
También le gustan los escenarios con historia. Uno de sus sueños era tocar en el Palacio de Versalles, en Francia. Lo hizo en 2015 en un concierto privado en el Salón de los Espejos -recogido en DVD y Blu-ray como "Lang Lang in Versalles"-, donde interpretó obras de Chopin y Tchaikovsky, dos de los compositores con los que mejor se lleva. Ese repertorio lo llevó luego al estudio y lo publicó en su disco "Lang Lang in Paris". Parte de eso es lo que se oirá en la sala del Municipal de Santiago: Estaciones, op. 37 a, de Tchaikovsky; y 4 Scherzos, de Chopin. "Cada suite muestra una combinación de música, pintura y poesía que forma una imagen profunda y sencilla", cree Lang Lang. Mientras que "los Cuatro Scherzos de Chopin se caracterizan por combinar muchos elementos diferentes y técnicas variadas, como por ejemplo un fragmento (de un villancico) tomado de la música folclórica polaca".
Además, Lang Lang cuenta que hace poco empezó a preparar las Variaciones Goldberg, BWV998, de Bach. No las mostrará en Chile, pero sí el Concierto Italiano en Fa mayor, BWV 971, del compositor alemán. "Es una obra que despierta mucho interés en el público y que representa muy bien la obra de Bach. A lo largo de sus tres movimientos se van anticipando los Conciertos de Beethoven y Mozart, que asimilaron la esencia de la obra de Bach".
Un romántico
Bach, Haydn, Mozart, Beethoven, Chopin, Liszt, Tchaikovsky, Rachmaninov... Son los nombres que predominan al revisar la discografía de Lang Lang. Y, si hubiera que especificar más su universo, habría que hablar de un intérprete que se inclina por el Romanticismo: la explicación que ha dado para tocar a Tchaikovsky y Chopin en su disco parisino es, simplemente, porque son "románticos". Y ahora, al preguntarle qué tiene que haber en una obra contemporánea para que la aborde, responde: "La música contemporánea, tanto el neoclasicismo como el neorromanticismo, tiene características de las obras creadas en la época romántica. Puedo interpretar obras contemporáneas, mostrarlas al público, pero necesito que sean atractivas y tengan elementos representativos de la música clásica"
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-En China se ha vuelto importante la educación del repertorio occidental; usted es una prueba de ello. ¿Existe el riesgo de que se pierda el repertorio tradicional chino? ¿Le gustaría darle más espacio en sus discos y presentaciones?
"Sí, necesitamos trabajar en un equilibrio. Publiqué una colección con obras chinas ("Lang Lang: Dragon Songs") y quiero tocar más creaciones de este tipo en los conciertos que dé en China. En las presentaciones o los intercambios que se hacen fuera de China, pienso que tenemos la obligación de transmitir el mejor arte de nuestro país para que más públicos lo conozcan, y es lo que he hecho durante muchos años. Estoy muy complacido de ser el embajador del Año de Intercambio Cultural China-América Latina y el Caribe y, precisamente, entre lo que tengo que hacer en ese rol está el intercambio y la transmisión culturales".
La fuerza del padre
En 2013, Lang Lang le dijo a este suplemento que había crecido musicalmente con Mozart y Chopin. Mas, se podría decir que nació musicalmente gracias a Liszt y a unos dibujos animados. Varias veces ha contado que la primera vez que oyó música clásica fue a los dos años, en un episodio de "Tom y Jerry", en el que el ratón intenta distraer al gato mientras toca la Rapsodia Húngara N° 2. Aunque algún acercamiento debe haber tenido ya a la música, pues su padre, Lang Guoren, es intérprete de erhu, un instrumento de cuerdas chino.
Tras esa experiencia animada, a los tres años Lang Lang empezó a estudiar piano, a los cinco dio su primer concierto y ganó su primer concurso. A los nueve entró al Conservatorio Central de Música de Beijing, a los trece ganó la Competencia Internacional Tchaikovsky para Jóvenes Músicos e interpretó los 24 Estudios de Chopin. Se fue a Estados Unidos, a los diecisiete tocó con la Orquesta Sinfónica de Chicago y, de ahí en adelante, ha publicado 17 cedés y tocado con las Filarmónicas de Viena y Berlín, entre otras, y ha trabajado con directores como Daniel Barenboim, Zubin Mehta y Valery Gergiev.
Pero no fue tan fácil como suena. En 1991, cuando dejó su ciudad natal para irse a Beijing, no se fue solo, sino que con su padre, quien postergó su vida para empujar la carrera de su hijo. Vivieron en un departamento de un dormitorio, en medio de la pobreza, el frío y las ratas. En su autobiografía -"Un viaje de miles de kilómetros"-, Lang Lang cuenta que su padre le puso mucha presión para que progresara; hasta el punto de que, cuando falló en su primer intento de entrar al Conservatorio, le dijo: "¡Todo se acabó y deberías estar muerto!", y lo llevó afuera para que saltara del edificio... Hasta que el niño se desesperó y le gritó: "¡Odio mis manos, odio el piano, te odio a ti!". Tras eso, dejó el piano por un tiempo, pero su gusto por el instrumento fue más fuerte, lo retomó, y fue aceptado en el Conservatorio. "Tenía un gusto natural por la música, y mi padre me dio más empuje mientras crecía", recuerda. "Mi padre no es tan duro como se ha dicho, la gente no lo entiende bien", agrega, con una sonrisa.
Si fue un niño prodigio, hoy con 34 años, ¿qué tipo de adulto es Lang Lang? "Uno que sabe amar y ser responsable", contesta. ¿Y cómo se imagina a los 60? Como una persona "que sabe amar más y ser más responsable".
-¿Qué ha cambiado entre su interpretación de los 24 Estudios de Chopin y su reciente disco en París?
"Es un cambio muy pequeño, pero se puede notar. Entre los diez años y los más de treinta que tengo, la experiencia de vida y el estudio sin cesar de la música se expresan en las presentaciones. Respecto a algún cambio concreto, espero que sean ustedes quienes puedan notarlo cuando escuchen la música que he tocado y que tocaré".
-¿Los compromisos musicales y extramusicales de una estrella son compatibles con el estudio? ¿No se convierte la fama en el Jerry que distrae a Tom?
"En música el estudio nunca termina. Hay que dedicarle el mayor tiempo y energía, y de esa manera seguir vigente y satisfacer al público. También necesito tiempo para hacer cosas fuera de la música; por ejemplo, dedicarme a la filantropía y la educación musical, que son muy importantes para mí. Si puedes hacerlo, podrás tocar la Rapsodia Húngara y le gustará a todo el mundo, tal como Jerry le gusta a la gente".
-Con una carrera exitosa, y luego de haber tocado en Versalles, ¿qué sueños le quedan por cumplir en la música?, ¿tiene en sus planes componer?
"La exploración y el conocimiento de la música es un proceso largo, sin fin. Me gustan los desafíos, y también los desafíos musicales. He intentado componer, pero todavía no ha sido algo sistemático y oficial; aunque de todas maneras lo haré, para satisfacer al público".
-¿Y más allá de la música?
"Fuera de la música tengo mucho que hacer. Por ejemplo, próximamente ayudaré a un pariente a planificar su boda".
De Lang Lang se ha dicho que es "un artista plenísimo", aunque también que es un "maestro de la técnica" y que "la música necesita más exploración".
RECITAL DE LANG LANG
Teatro Municipal de Santiago
15 de agosto, 19 horas.
Obras de Tchaikovsky, Chopin y Bach.
Transmisión por streaming a través de página web del teatro.
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