Mañana al mediodía se inaugura la obra del artista e ingeniero estadounidense Brett Van Aaslburg, invitado por la U. Austral.
IÑIGO DÍAZ
Se lo ha presentado como ingeniero, diseñador, artista, músico. Él prefiere autodenominarse "antroingeniero". "Fue un término que inventó un amigo y me identifiqué con él. Tiene que ver con la experiencia que genera en las personas una obra de arte. No hago cosas necesariamente bellas, ni arte para vender. Es un arte pensado para las personas y su interacción con la obra", dice el neoyorquino Brett van Aaslburg.
Activo esta semana en Valdivia con una serie de charlas y talleres organizados por la Facultad de Arquitectura y Artes de la U. Austral, a esta hora Van Aaslburg ultima los detalles de lo que será la rúbrica de su visita a Chile: una instalación sonora de características infraestructurales.
Mañana al mediodía se inaugura la muestra que pretende transformar al Museo de Arte Contemporáneo (MAC) en un instrumento musical o en un emisor de sonidos inescuchados. Tal como en 2008 participó en el proyecto "Playing the Building", que consiguió convertir al Battery Maritime Building -antiguo terminal de ferry de Nueva York- en un instrumento, esta vez Brett van Aaslburg ha diseñado dispositivos para obtener sonidos del edificio valdiviano.
"Con David Byrne (impulsor del proyecto) trabajamos esa vez con un órgano de tubos que se vinculaba con el edificio. El diseño aquí es distinto. Trataremos de emular un videojuego y que la experiencia del público sea la de jugar", dice el artista, quien quedó sorprendido con el sonido factible de capturar en lo que allí llaman "las catacumbas".
"Los túneles y la bóveda del museo equivalen a una cámara de eco de 60 metros. Eso es muy raro de encontrar", dice. Junto a un equipo de estudiantes de la universidad, el artista fabricó una escultura sonora con acero y madera reciclada, que se conecta a una gran consola. Esta piloteará el movimiento de la escultura por las catacumbas.
"Cuando la gente maneje la consola podrá mover libremente la escultura por el espacio y así generar distintos tipos de sonidos, a partir del eco y la reverberancia", dice Van Aaslburg. "Porque la acústica del edificio es fundamental. Hay una atmósfera muy especial, con una luz siempre tenue, lo que permite tener una experiencia muy íntima. La audiencia aquí es parte de la instalación", concluye.
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