jueves, enero 12, 2012

Cecilia la canción que nunca calla

 

Revista Ya

"Yo las he pasado duras, pero soy un poco a prueba de balas", dice Cecilia. La cantante ícono de la Nueva Ola, la cantante que en los 90 se transformó en una mujer de culto. Premiada por la SCD, prepara una gira en el sur, y la actriz Vanessa Miller está escribiendo una comedia musical con su vida y sus canciones.

Por Juan Luis Salinas.
Una voz pastosa, ligeramente nasal y algo enojada responde el teléfono.

-¿Entrevista?... ¿Conmigo?... ¿Para qué?... Tengo que pensarlo.

Desde su departamento, en la Villa Frei, en Ñuñoa, Cecilia Pantoja Levi habla como anestesiada. Pasan las cuatro de la tarde. Acaba de despertar de una siesta. Carraspea antes de cada frase, guarda un silencio de casi medio minuto y luego responde con un tono indefinido entre la abulia y el graznido.

-No tengo tiempo para hablar... Mi agenda está colapsada... Las entrevistas no me gustan... Ya han escrito tantas cosas.

Carraspea otras tres veces. Dice algo sobre su falta de tiempo, de mañanas de trámites, de tardes en la consulta del dentista, de horas de ensayo con sus músicos. Y repentinamente pregunta quién dio su número telefónico.

-Para qué pregunto, la prensa conoce mi vida mejor que yo.

Y se queda callada. Murmura algo ininteligible. Conversa con otra voz femenina. Le aconsejan que acepte.
-Ok. Mañana por la tarde... Cuando refresque... Ahí me preguntan, ahí veré qué les respondo.

Es martes. Seis de la tarde. El calor sofoca. Cecilia tiene en su cuello una toalla blanca. Entre sus dedos sostiene un cigarro delgado. Lo aspira con fuerza. Con la boca torcida y los ojos entrecerrados suelta el humo despacio.

-Fumo, es mi único vicio.

-¿Cuántos cigarros al día?
-Hartos, pero cada vez son menos. Ya estoy entrada en años, tengo que cuidarme. Fumo desde los 13 años, mucho antes de que empezara a cantar. Llevo 53 años cantando, saca la cuenta.

Cecilia -68 años, figura pequeña, pelo negro y corto, ropa oscura- está sentada en un sofá en el living de su casa. Tiene cara de pocos amigos. A veces mira al cielo cuando habla. El departamento es grande y la decoración es un homenaje a su carrera. En las murallas cuelgan cuadros de todo tipo: los discos de oro y platino por las ventas de "Cecilia, la incomparable", el más exitoso de los cuatro discos que ha grabado en sus cinco décadas de trabajo. También hay fotos de sus diferentes épocas. Una imagen en blanco negro que -dice- expusieron en la Fisa en los años 60. Otra, cantando en un festival en Peñaflor hace cuatro años. Otra, con Michelle Bachelet. Otra, en colores pastel sacada de una revista vieja.

-Es de la Revista Ritmo. Tenía 19 años. Recién estaba empezando. No tenía idea de todo lo que vendría.
Hace el comentario con falsa inocencia, se ríe ronca y se seca la frente con la toalla.

A su costado, sobre una salamandra negra de fierro -aún decorada con adornos de Navidad- hay una bandeja de plata que tiene grabada una leyenda con letras mayúsculas: "Cecilia, Figura fundamental de la música chilena, con la admiración y afecto de los autores y artistas de música de Chile. 20 de noviembre de 2011". El premio se lo dieron los socios de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor en una ceremonia en el Hotel W. Fue una comida a la que asistieron el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke; el compositor mexicano Armando Manzanero y artistas que iniciaron su carrera en su misma época: Palmenia Pizarro, Luis Dimas, Gloria Simonetti, Marisa. Figuras fundamentales del fenómeno musical de la Nueva Ola, una camada de artistas que entre 1958 y 1970 remeció la escena local, que vendió discos como nunca ha ocurrido en Chile y que desató pasiones entre sus admiradores.

Esa noche, luego de recibir todo tipo de homenajes y de escuchar a cantantes como Denisse Malebrán y Amaya Forch interpretar sus canciones, Cecilia subió al escenario vestida con esmoquin blanco y cantó cuatro canciones. Levantó los brazos. Se llevó la punta de los dedos a los labios y lanzó besos al público.

-Ya no recuerdo lo que canté. Me dejé llevar por la emoción. Eso es lo que me pasa cuando estoy en el escenario. Me transformo.

Cecilia se lleva la mano al pecho, enciende otro cigarro y pide un vaso de agua. Jazmín, su asistente por más de quince años, su amiga más querida, se lo trae. Ella agradece.

-El premio fue inesperado, pero merecido. Después de tantos años de lucha, conseguir estos pergaminos me hacen sentir querida. Y eso le hace bien a los artistas, especialmente a mí. Me gusta sentirme querida.

Con un estilo musical estructurado en base a ritmos tan diversos como el pop ligero, el rock and roll, el bolero y el tango italiano, Cecilia fue la mayor estrella juvenil de la Nueva Ola chilena. Mientras los pares de su generación se limitaban a doblar las canciones de éxito en Estados Unidos o cultivar looks de niños bien, esta mujer de pelo corto, timbre de voz pastoso, actitudes aniñadas y un repertorio de canciones entre el sentimiento desgarrador y la inocencia colérica, se convirtió en una estrella irrepetible y avanzada para su tiempo. Una figura que alcanzó niveles de popularidad insospechada, con fanáticos que se agolpaban en las salidas de las radios, teatros y estadios donde cantaba.

La comparaban con Elvis Presley, con Sandro. Su personalidad transgredía la norma con sus movimientos provocativos.

-Yo siempre fui diferente. Esa fue mi bendición y mi pecado -dice con orgullo.

Todo eso empezó hace más de cincuenta años, en un paseo escolar. Mireya Ramona Cecilia Pantoja Levi era una quinceañera y estudiaba en un liceo de humanidades de Tomé, en las cercanías de Concepción. Estaban en un paseo escolar y una amiga le pidió que cantara. Ella aceptó a regañadientes. La escuchó un profesor y le aconsejó que se uniera a los Hermanos González, un trío que tenía un conjunto vocal. La nueva agrupación comenzó a llamarse "Los de Tomé"; se hicieron famosos en las radios regionales y al poco tiempo aterrizaron en Santiago. Cantaron "Amor Colérico" y "Muchacha triste y solitaria". Grabaron un disco. Arrasaron, pero se generaron desacuerdos y se disolvieron. Entonces, en 1962, Cecilia entró a grabar al estudio de Odeón para registrar su primer disco en solitario. Llegaron sus primeros éxitos "Tango de las Rosas" (1963), "Aleluya" (1964) y "Baño de mar a medianoche" (1965).

-La canción que nunca calla... igual que yo -comenta con una risotada y un gesto radiante.

Luego vino su triunfo con la canción "Como una ola" en el Festival de Viña. La polémica entre los organizadores del certamen surgió por sus pasos de baile tan poco femeninos y el beso lanzado al público con el tacón del zapato.

-Más me lo criticaban, más lo hacía. Yo era porfiada. Ahora soy peor.

Después de ganar Viña del Mar fue invitada al Festival de Benidorm, en España. Vino la posibilidad de internacionalizar su carrera, pero ella sólo se quedó en Madrid por cuatro meses. Se vino a Chile de pura nostalgia. Extrañaba a su familia.

-¿No se arrepiente?
-Sé que perdí una gran oportunidad, me estaban preparando para lanzarme más que a Raphael, que recién venía apareciendo. Pero la verdad es que no me arrepiento de nada. Tomé mis decisiones, he tenido una carrera con éxitos y momentos duros. Y, sin embargo, soy una figura querida y admirada.

La obra todavía no tiene nombre ni fecha de estreno, pero la actriz Vanessa Miller ya tiene gran parte del guión escrito. Será una comedia musical.

Vanessa empezó a trabajar con Cecilia hace más de un año. Se encontraron en un canal de televisión y la actriz se acercó a felicitarla. Siempre había sido su cantante chilena favorita. Conversaron. La actriz le habló de hacer una obra con su biografía y sus canciones. "Varios han querido hacerlo", le respondió Cecilia, "pero conversemos en mi casa".

Desde entonces se juntan semanalmente. Desclasifican recuerdos, canciones que ella grabó pero no editó y planean los detalles de la obra.

-Para mí Cecilia es una joya rara y única en la historia de la música popular chilena. Su figura es única, desde su voz que aún se mantiene potente pese a los años, hasta la estética que cultivó. Ella fue una vanguardista -dice Vanessa Miller, quien desentrañará todos los aspectos de la vida de la cantante: su infancia, su época de máximo esplendor, su desaparición después de la llegada de la dictadura, su etapa como cantante de boites para sobrevivir; los días en que estuvo presa en el Centro de Orientación Femenina en los 80. Su renacimiento como figura de culto en los años 90 y su vida actual.

-Será un musical espectacular, de alta élite -explica Cecilia y aprieta la toalla que tiene en sus manos.

-Y repasará toda su vida. ¿Los momentos oscuros incluidos?
-Claro que sí.

-¿No tiene problema con eso?
-No. Toda la gente sufre. Todos tenemos momentos de melancolía, de tristeza, de llantos, de soledad, de manchitas negras que cargamos. Yo las he pasado duras, pero soy un poco a prueba de balas.

-¿Cuál fue el momento más difícil?
-Cuando se me cerraron las puertas a principios de los 80. No había ofertas de trabajo, no había lugares donde cantar, no me llamaban de la televisión. Entonces, comencé a trabajar en boites, en locales nocturnos. Entonces los artistas eran joyitas y los locales de la bohemia no les parecían a su altura. Yo, como tenía mundo y no me avergonzaban nimiedades, rompí el tabú. Yo levanté la noche en los 80. Durante el toque actuaba y me quebaba en los locales hasta las 7 de la mañana. Hacía patria.

-Muchos lo vieron como su etapa más oscura, como un paso atrás.
-Dijeron puras estupideces que daban risa.

-Se habló de alcoholismo.
-Ese tipo de tonteras y muchas más. Yo nunca he tomado alcohol. Sólo me curé una vez en mi vida, a los trece años. Entonces me tomé en una fiesta una mezcla de vino, pisco y algún otro licor, vaya uno a saber. El malestar me volvió abstemia de por vida. Lo mismo con las drogas. Con la marihuana ni siquiera lo intenté.

-¿Y su paso por la cárcel?
-Fueron 27 días presa y otro tiempo firmando en el Patronato de Reos como delincuente. Imagínate. No se lo doy a nadie, pero reconozco que las chiquillas adentro me trataron bien, me protegieron. Es otro mundo. Otros códigos.

La encarcelaron por unas facturas impagas, presunta estafa.
-Persecución, nada más -refunfuña ella.

Ahí escribió dos canciones "Jauría de mujeres" y "Marcapasos", que estarán en la obra. Ahí también se fracturó la mandíbula con un golpe en una pelea. Por eso, dice, habla raro.

Todas sin excepción. Cecilia dice que cada una de las canciones de su repertorio son sus favoritas. Aunque con algunas tiene un sentimiento especial: "Tango de las rosas" era la favorita de su madre. "Todo ya lo sé", de su hermana que falleció a fines de 2011. "Baño de mar a medianoche", le gusta porque es la que más le pide la gente joven. "Gracias a la vida", porque ella fue la primera artista popular que grabó una canción de Violeta Parra.

Con Violeta se conocieron en los escenarios. Se hicieron amigas y en 1967 la cantautora le dejó en su casa un folleto de la carpa que tenía montada en La Reina con una frase escrita en lápiz rojo: "Anda a verme, te tengo tres canciones. Violeta".

-Cuando grabé "Gracias a la vida" no la querían aceptar los sellos, pero después fue un bombazo. Me contrataron en el Bim Bam Bum, después le hice un homenaje a Violeta que duró seis meses. Fue increíble, pero me jugó en contra.

Cecilia dice que después de esa grabación la comenzaron a perseguir políticamente.

-Los señores sabelotodos de entonces no me perdonaron haber grabado a Violeta y la "Plegaria a un labrador" de Víctor Jara, que yo tomé por seguir la oda folclórica. Pero eso se tergiversó y hasta llegaron a acusarme de que pertenecía al Mir. Decían que era subversiva.

-¿Y usted se defendió?
-Tuve que hacerlo. Fui a aclarar esta situación al alto mando con gente de las Fuerzas Armadas. Ellos no me llamaron a declarar, yo fui quien pidió ser escuchada. Después fui al Diego Portales cuando me objetaron de Canal 7. Entonces, los artistas pasaban por un colador y ahí figuraba con el medio ni que expediente activista-partidista, cosa que no era cierta. Yo siempre he sido y soy apolítica.

Cecilia detiene la conversación. Dice que no le interesa recordar esas situaciones. Que son secreto de sumario. Que quizás aparezcan en la obra.

Hace unos meses, Cecilia estaba actuando en un casino del sur de Chile y de repente escuchó una voz que le gritaba desde el público: "Ídola, cásate conmigo". El comentario le causó gracia y miró de donde provenía la voz. Se encontró con un muchacho que con suerte pasaba los 20 años, acompañado de sus padres.

Entonces, enternecida, le contestó: "Para qué te quieres casar conmigo, para qué te quieres hacer cargo de este cachito".

-Usted canta de amor, pero no le gusta hablar del amor, ¿por qué?
-Es que eso no importa. Yo he tenido penas de amor, pero también son secretos de sumario. Eso no más digo.

-Tampoco le gusta hablar de su sexualidad. Aclarar los rumores.
-Que me vean como quieran ver. Porque si me acabrono, no consigo nada. Si soy, soy. Si no soy, no soy. Chao. No entiendo cuál es el interés de la gente por saberlo todo sin necesidad.

Entre las colisiones de su vida y los desastres, Cecilia crió a tres niños. Niños con quienes no tenía lazos familiares, pero que quiso proteger. Dice que no tenían buena vida, que vivían en malas condiciones y ella decidió apoyarlos. Los niños no vivían con ella: les pagaba una pensión.

-Ya son hombres grandes. Ahora uno es pediatra y vive en Canadá. A los otros dos les dio para que terminaran las humanidades escasamente, y se quedaron en Chile. No los veo mucho. Ellos hicieron su vida. Eso está bien. Yo los ayudé porque lo sentí de corazón, para que tuvieran todo lo que tenía que tener un niño.

-¿Nunca quiso tener un hijo propio?
-No, nunca. Mi carrera no me permitió desarrollarme en el aspecto matrimonial, tener hijos, ser dueña de casa, lavar calzoncillos del marido. Yo veía a mis colegas casadas con maridos, parejas que les prohibían cosas y no me gustó. Tampoco habría podido hacerlo. Yo siempre estuve acostumbrada a que me atendieran.

-No necesitaba un marido para ser madre.
-Es cierto, pero eso es bien visto ahora. Antes era tabú.

-Pero usted se jacta de haber roto tantos tabúes...
-Es que no quería cargar otro más. Hace años atrás tuve la idea de adoptar un niño. Pero desistí. Lo pensé bien. Yo no he tenido una vida fácil, he tenido que pasar por momentos que no han sido buenos. La estabilidad económica es fundamental para criar a un niño, para darle todo lo que necesita, para darle la mejor educación. Es una responsabilidad gigante.

Cecilia ahora fuma un cigarro eléctrico. Lo ocupa cuando necesita cuidar su voz, cuando tiene que prepararse para actuar. Ahora tiene una gira por el sur y antes una actuación en el Casino Enjoy con Luis Jara.

-Pero no quiero hablar de eso. Estoy cansada. Ya hablé suficiente. Mejor vaya a verme actuar. Ahí verá a la verdadera y mejor Cecilia.


Por Juan Luis Salinas..

4 comentarios:

jaime dijo...

BUENA ENTREVISTA, TODO ES VERDAD, YO COMPARTI MUCHOS MOMENTOS CON CECILIA FUERON MUY ENTRETENIDOS Y COMICOS LA ACOMPAÑABA A SUS ACTUACIONES NOCTURNAS, YO GENERALMENTE LA INTERRUMPIA CON MIS FELICITACIONES CUANDO LA GENTE LA PEDIA Q VOLVIERA AL ESCENARIO ELLA ESTABA CONCENTRADA EN LA PETICION DEL PUBLICO PARA VOLVER A ACTUAR M RETABA Y M HECHABA D SU LADO, PERO DESPUES NOS CAGABAMOS D LA RISA CON EL ENOJO DE ELLA. CECILIA VIVIRAS HASTA EL FIN DEL MUNDO.

cecilia dijo...

Noticias actualizadas de Cecilia y q sucedió con ese proyecto.

Anónimo dijo...

ENAMORADA DE CECILIA DE JOVEN SIEMPRE ESTARE.-

Anónimo dijo...

La mas grande de todas,lastima que no incursiono en el extranjero,habría sido un fenómeno mundial con todo ese temporal escénico que tiene y esa fuerza vocal para cantar tango,rock,mambo,ningún estilo le queda chico.