La Nación
Ramón Madrid compra licencias a músicos y edita compilados que se venden como pan caliente en kioscos y como promociones en grandes tiendas. Desde Chico Trujillo hasta los Charros de Lumaco son parte de un catálogo que crece en medio de la crisis de la industria disquera en el país.
Cuando las disqueras queman la grasa acumulada por una industria que apenas puede hacer frente a la piratería hoy, las cuentas del sello de Ramón Madrid siguen siendo azules.
Conocedor del negocio por dentro, Madrid trabajó en EMI durante la época de las vacas gordas pero en el departamento de personal. Totalmente alejado de las decisiones gerenciales, supo identificar el debacle económico que supuso la llegada de internet y la piratería.
“Trabajé ahí durante 13 años. Creo que la quiebra de los sellos disqueros se debió a que los gerentes fueron poco visionarios y no supieron adelantarse a los nuevos tiempos. EMI fue una fábrica de cassettes y tenía plata para reconvertirse a la era del CD pero no lo supo hacer”, dice Madrid que hoy regenta Mastermedia, una lucrativa Pyme que liquida catálogos musicales excepcionales a $1990.
A él se le ocurrió la idea de compilar “Las 100 mejores cuecas”, “Las 100 mejores cumbias”y editar otras licencias de Chico Trujillo, La Noche, Cecilia, "La Sonora Palacios" y "Cumbias Rancheras", entre otros.
Para ello negocia directamente con artistas y bandas para lanzar discos que logra liquidar a través de los kioscos. “El año 2007 se me ocurrió la idea de desarrollar discos para grandes marcas como Coca Cola, Cristal o las grandes tiendas que podían ser desde mix de villancicos hasta especiales del día de los enamorados, pero en clave de disco corporativo”, cuenta sobre una experiencia que comenzó a viralizarse cuando legó a los kioscos.
“Esto pasó cuando le vendí a una marca de galletas 'El disco de la Selección', cuando empezó a distribuirse con el producto se agotaron las existencias que no se habían vendido antes”.
Hasta ahora no le ha surgido competencia y asegura ser dueño de su destino a diferencia de los sellos tradicionales que son absorbidos por grandes corporaciones antes de ser revendidos de nuevo.
“El mercado regular de antes ya no existe porque ya no quedan clientes. El que queda va a tiendas de discos que marginan 50% del costo de la grabación por lo que es imposible que un disco cueste menos de $4.990” y eso, en opinión de Madrid, es mucho. Tanto para la gente como para el artista.
Desmenuza las cifras de venta suyas y la de la competencia. Dice que el negocio de la música va en picada desde hace años y que la veta digital aún no ha logrado repuntar, pero que desde que él se 'entrometió' en la cadena comercial sus ventas se triplican cada vez que hace una alianza estratégica.
Madrid asegura que el secreto está en salirse del mercado regular. “Por ejemplo, actualmente vendo más que Sello Azul. Creo que es porque mi visión es más moderna y apunta a lo que el cliente quiere. La prueba es que cada promoción que saco me la intentan copiar”, recuerda el caso de “Las 100 mejores cumbias” que editó a mediados de año y que otras empresas intentaron emular pero aumentando la antología a 300.
“Sin embargo al chileno no le gusta coleccionar, al llegar al cuarto o quinto disco de una colección se aburre”, cree Madrid.
DE CHICO TRUJILLO A LOS QUINCHEROS
Otra lección que el empresario ha notado con el tiempo es que los precios deben reducirse a su expresión mínima.
Ejemplifica con el disco que Luis Jara distribuyó a $5.990 y que pese a ser un artista consagrado, no logró venderse con éxito. “Por lo que yo he visto, un disco de $4.000, $3.000 o incluso $2.999 en kioscos no vende, pero si lo saco a $2.490 probablemente voy a vender 30% más. Lo cierto es que la gente se acostumbró al $1.990, que es la cifra justa para poder competir con la piratería”, asegura.
Así el precio sigue siendo rentable para él, ya que apuesta a volúmenes de 30 mil o 50 mil discos, además de no apostar a extensas colecciones de 10 o 15 discos, sino al menor monto de compilaciones.
Otra de sus ventajas comparativas es no escatimar a la hora de escoger el catálogo, porque mientras otros publican covers de cantantes populares, Madrid edita registros originales de Américo, Los Charros de Lumaco o Chico Trujillo.
”También el éxito del Himno de la selección de la sonora “Tomo como rey” es un acierto mío porque llamaba a los productores de los canales ofreciéndoles la canción, bombardeamos todos los canales de TV y logramos que se hicieran conocidos esa vez. Los chicos empezaron a tocar en todos lados y después tuve que sacarlo en karaoke, incluso”, dice sobre este afecto colateral de su modelo de negocios.
Como el empresario paga sus licencias al contado y no tramita al artista para que reciba sus honorarios -como sucede con la gran industria que necesita vender el lote completo para pagar el porcentaje- la cadena lógica de la venta para él es agotar el stock, que al artista le surjan más eventos y nuevos negocios, luego él los recluta para hacer más difusión y continuar un círculo virtuoso en el que los músicos pueden seguir distribuyendo su trabajo.
Madrid cuenta que sus proyectos futuros son reeditar a los Huasos Quincheros y un artista reciente conocido como Manuel Antonio, que cultiva un estilo parecido al de Américo. “Actualmente tengo un catálogo muy amplio de licencias para hacer estos compilados y es muy importante darles esa vitrina porque hoy la música chilena está botada”, cree.
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