El Mercurio
El director inglés está al frente de la Orquesta Sinfónica de Londres, que ha establecido una alianza con CorpArtes para difundir —por primera vez en Latinoamérica— sus contenidos musicales y educativos.
Juan Antonio Muñoz H.
Desde el jueves 15 de octubre de 2020, Fundación CorpArtes será la embajadora de contenidos de la Orquesta Sinfónica de Londres (LSO) para todo Latinoamérica. Esta alianza permitirá que sus contenidos musicales y educativos de las plataformas “Always Playing” y “LSO Play” estén disponibles en su versión en español, de manera exclusiva en la página web de Fundación CorpArtes (www.corpartes.cl).
Además de seis conciertos didácticos, semanalmente se pondrán a disposición, de forma gratuita, cada una de las “Sesiones de café” grabadas con músicos de la orquesta, que desde sus hogares explican cómo interpretan distintas piezas. Y desde la primera quincena de noviembre se accederá, previa compra de un ticket digital, a una excepcional temporada de 12 conciertos de Always Playing.
Francisca Florenzano, directora ejecutiva de Fundación CorpArtes, explica que “son materiales diseñados para derribar las barreras físicas y de idioma a través de las plataformas digitales, y que permitirán que las personas de toda Latinoamérica se introduzcan a la música clásica desde sus casas, conociendo a los músicos y las obras que interpretan de forma cercana. Lo que buscamos, especialmente durante la pandemia, es que las personas puedan profundizar en las artes en modalidades diferentes a las que veníamos haciendo hasta hoy, a través de las tecnologías que nos están permitiendo permanecer conectados”.
Tras su exitoso paso por las orquestas de Birmingham y Berlín, sir Simon Rattle está al frente de la LSO. Con ella visitó Chile en 2019 y fue producto de esa experiencia que surgió esta posibilidad: “Creo apasionadamente que la oportunidad de la práctica internacional compartida es importante, tanto para la LSO como para CorpArtes, y que proporcionará una importante oferta cultural para el público de habla hispana. Los conciertos de LSO en Santiago en 2019 fueron inolvidables, por lo que es genial que ahora podamos compartir más de nuestro trabajo creado por nuestro equipo educativo con LSO Play. No se me ocurre mejor manera de presentar a los jóvenes algunas de las grandes obras maestras de la música y mostrarles cómo cobran vida en manos de grandes músicos. La LSO y CorpArtes comparten esta creencia”, dice Rattle.
—En 1994, en Varsovia, para el lanzamiento de la primera grabación del “Stabat Mater”, de Szymanowsky, usted me dijo que los músicos tienen una responsabilidad cuando se trata de la educación musical. Que las orquestas no solo deben servir para dar conciertos. ¿Este proyecto también tiene que ver con eso?
“En la LSO tenemos la misión de trabajar con la próxima generación de jóvenes, para nutrir a futuros músicos y amantes de la música. La música es un lenguaje universal y nos convierte en una sociedad más civilizada. A través de la música, los jóvenes aprenden muchas otras habilidades para la vida; es nuestra responsabilidad hacer que eso suceda. La educación musical está siendo exprimida y creo que nosotros, como músicos profesionales, tenemos la responsabilidad de presionar a los gobiernos para que apoyen este medio universal fundamental de comunicación, y desarrollar esquemas y programas para demostrar lo que se puede lograr y cómo se puede enriquecer la vida de los jóvenes al participar en una actividad musical”.
—En su opinión, ¿qué ha supuesto este momento pandémico para la expansión del fenómeno musical? Se lo pregunto porque solo se destacan los aspectos negativos, que son muchos. ¿Hay algunos aspectos positivos?
“Nos ha ayudado a salir de la rutina de estar atados a un estricto programa de planificación. De repente, las ideas fijas estuvieron en juego y eso nos abrió a la creatividad. Por ejemplo, cuando supimos que sería posible volver a tocar siguiendo las pautas de distanciamiento social y que podríamos tener hasta 70 intérpretes en un espacio, durante una hora, comenzamos a explorar diferentes repertorios, desenterrando piezas poco escuchadas, introduciendo obras de compositores menos conocidos. Ha sido fascinante para mí como nerd de la programación y ha ejercitado todos nuestros músculos musicales”.
—¿Teme que parte del público se haya acostumbrado a sus pantallas y que luego les sea difícil volver a las salas?
“No, porque simplemente no es la misma experiencia que cuando los músicos y el público están en la misma sala. De hecho, también los músicos son otros cuando se agrega una audiencia a la mezcla: el hecho de compartir la pasión y las emociones, que es una característica humana esencial. Sin embargo, las pantallas también tienen su lugar, porque brindan acceso a muchas cosas a personas que no pueden tener la experiencia en vivo. La asombrosa creatividad que todos hemos presenciado durante la pandemia ha irrumpido en nuestras pantallas porque debemos permanecer en contacto unos con otros”.
—En los conciertos incluidos en el programa Always Playing hay música de Berlioz, Elgar, Shostakovich, Debussy, Stravinsky, Ravel... Hay un énfasis en los músicos de fines del siglo XIX y de las primeras décadas del siglo XX.
“Las piezas que hemos elegido investigar primero están todas en los programas de educación musical. Queríamos crear algo que ofreciera una herramienta valiosa y atractiva para los maestros y, con suerte, una forma atractiva-intrigante de descubrir estas obras maestras para los estudiantes. Por supuesto, a su debido tiempo agregaremos otros títulos”.
—¿Qué deben saber los creadores contemporáneos sobre la audiencia actual?
“Lo que es tan emocionante hoy en día es que el público tiene una mente muy abierta, y que hay tantos grandes creadores de música de todas las influencias y culturas cuyo trabajo está disponible de manera fácil y relativamente barata. De modo que estamos viendo una confusión en los bordes y, como resultado, hay una riqueza que se desarrolla. Disfruto particularmente de nuestras colaboraciones regulares con grandes músicos de jazz contemporáneo, como Wynton Marsalis, o los grandes compositores estadounidenses del siglo XX, que se movieron sin esfuerzo de la sala de conciertos a la ópera, al teatro musical y al cine”.
—En general, a los niños se les enseña a leer y dibujar, pero no a hacer música. ¿Por qué cree que es así?
“En algunas culturas lo hacen, pero no es lo habitual. Espero que los gobiernos sigan dándose cuenta de que la música es un regalo que trasciende cualquier otra forma de lenguaje. ¿Por qué no querríamos fomentarlo?”.
—Así como no se puede esperar que alguien experimente lo que realmente es el fútbol viendo partidos en la televisión, ¿es posible experimentar lo que es la música viendo conciertos en una pantalla?
“Sí, claro, pero el directo es la mejor experiencia, ya sea en el deporte, el teatro o en un concierto de rock. Basta mirar esos estadios llenos para deportes, o para festivales al aire libre y para conciertos de rock. El ‘yo estaba allí en ese momento en el tiempo de verdad' es algo muy especial”.
—Cuando usted era muy joven, su tutor, John Carewe, lo hizo escuchar un disco de Otto Klemperer. A un músico que se está iniciando en la dirección, ¿qué disco le haría escuchar?
“Oh, Dios, eso es muy difícil de responder, porque hay muchos. Quizás sea mejor para mí decir qué es lo que yo vuelvo a recordar y escuchar una y otra vez. En momentos ligeramente diferentes de mi vida, ¡Mahler y Haydn han venido a vivir a mi casa! Por supuesto, uno puede volver a las grandes obras maestras de Mahler una y otra vez… La historia de amor continúa. Siempre hay más por descubrir. Sin embargo, si tuviera que escoger a un compositor para dirigir el resto de mi vida, ese sería Haydn. Es el compositor más subestimado que existe y te da absolutamente todo lo que necesitas en términos de inteligencia, ingenio, humor, profundidad y pasión. ¡Y probablemente sea la mejor persona de todos los grandes compositores para ir a cenar con él!”.
—¿Cómo recuerda su experiencia en Chile durante su visita el año pasado? ¿Algo llamó su atención de manera especial?
“La calidez y la atención del público fue algo que nunca olvidaré. Y, por supuesto, un gran vino”.
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