sábado, septiembre 08, 2012

Chile también celebra el centenario de John Cage

El Mercurio


Múltiples actividades recuerdan al genial e influyente artista estadounidense.

Romina de la Sotta Donoso

Fue uno de los artistas más relevantes del siglo XX, y su influencia se extiende hasta hoy. Y como el miércoles se cumplieron cien años del nacimiento de John Cage, se han programado obras suyas en todo el mundo.

La próxima semana, en Buenos Aires, la Fundación Proa revisará las consecuencias estéticas que tuvo su uso del azar, y sus aportes al happening , la danza y la performance , con especialistas de la talla de James Pritchett y Henning Lohner. Además, se interpretará la emblemática "4'33''". Una pieza en la que el pianista se sienta al piano, y lee la partitura, pero no toca nada, durante cuatro minutos y 33 segundos.

El miércoles, Cage fue recordado en Valparaíso. Fernando Godoy lideró a ocho músicos que colonizaron la Plaza Yungay con sus radios sintonizadas en la banda AM. Todos siguiendo la partitura de "Radio Music" (1956). El mismo día, en la Universidad de Valparaíso hubo conferencias y conciertos, y se presentó "Musicircus" (1967), obra en la que todos los intérpretes que se quiera, de todos los estilos que sea posible, actúan al mismo tiempo.

Las celebraciones continúan. Mientras en el Festival de Música Contemporánea UC se le dedicará un concierto a Cage, el 28 de octubre se estrenará en Chile "Reunion" (1968): en el Museo de Bellas Artes, 24 jugadores emularán el legendario partido de ajedrez de Cage y Marcel Duchamp, con un tablero intervenido electrónicamente que produce sonidos de acuerdo al movimiento de las piezas. Durará 15 horas, y el evento está a cargo de Sebastián Jatz, quien revela que su obra de homenaje a Cage "Cien Acordes Geométricos Extendidos", para órgano y con una duración de 90 días, quedó finalista en un concurso de Puma. Si gana, ocupará durante tres meses la vitrina de esa tienda en el GAM. "Son cien acordes que duran entre una y 24 horas. Los que duran menos de seis horas son tocados por personas, y los que duran más, mediante pesos sobre las teclas", aclara.

Además, en un par de semanas estará en librería "Music. John Cage en conversación con Joan Retallack" (Ediciones Metales Pesados, 274 páginas), la traducción de Jatz de todo lo que el estadounidense dijo sobre música en esa entrevista de 1992.

Cage confiesa que no era capaz de recordar una melodía: "La única cosa que creía que podía hacer era hacer ruidos (risas). Entonces me consideraba un percusionista. Pero tampoco podía hacer redobles".
Porque Cage nunca escuchó música en su cabeza, y cuando Schoenberg le enseñó composición, no tardó en advertirle que no tenía aptitudes para la armonía.

Aparentes debilidades que fueron su mayor fortaleza: todo lo que hizo fue completamente nuevo, y con ello conquistó insospechadas libertades en la disciplina.

En el nombre del I-Ching

Cage confiesa en la entrevista que prefiere la música que no tiene elementos periódicos, pues no le interesa el ritmo. Tanto le disgustaban las reglas que fundó la música aleatoria, introduciendo el azar en la composición, a través del I-Ching. El eco fue enorme: incluso sus más férreos críticos -Boulez, Stockhausen y Xenakis- adoptaron el azar, aunque restringido.

Lo de Cage, en cambio, era radical. Él mismo explica cómo compuso "Europeras 1&2" (1987): "El acompañamiento orquestal es un mosaico de fragmentos para cada instrumento, alcanzado mediante procedimientos azarosos". Las arias de los cantantes, sin embargo, permanecen completas. Y este año, las entradas para su reposición -la segunda en la historia- se agotaron seis meses antes.

"Cage es el Duchamp de la música. Reformuló de manera radical los alcances de la composición y de la percepción de una obra musical", dice Jatz.

La clave de este legado está en las verdades susurradas del budismo zen. Por ellas trabaja "sin músculo", sin finalidades, "de manera que no se alimente un sentido de logro".

Porque, dice, consiguió liberarse de la enseñanza occidental "de que los artistas deberían tener algo que decir (...). Ahora no tengo la sensación de la necesidad de decir algo, en vista de estas verdades susurradas".


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