miércoles, septiembre 12, 2012

El corazón indígena de la música chilena

El Mercurio


Rafael Díaz investigó cómo y por qué el acervo originario renace una y otra vez

Romina de la Sotta Donoso

El etnomusicólogo y compositor Rafael Díaz sumó a sus 20 años de investigaciones sobre la música de los pueblos originarios un Fondecyt para estudiar la recreación del acervo indígena en la música chilena de tradición escrita. El resultado es "Cultura originaria y música chilena de arte" (Amapola Editores, 400 páginas).

Díaz analizó 60 partituras de obras antológicas y descubrió que, pese a que sólo sobreviven algunas canciones profanas imitativas de los pueblos fueguinos, esta cultura es la tercera con mayor incidencia en la música docta, tras la mapuche y la atacameña.

"Detrás de esta fascinación por el sonido oclusivo kaweskar y el canto onomatopéyico selknam tal vez haya una epifanía. Los pueblos fueguinos fueron nómades, pacíficos y libres, y la naturaleza era su hábitat. Con sus canciones nos llega el eco de nuestro ser pasado", dice.

"La cultura indígena fue un objeto de deseo desde la Colonia hasta la República, y esto generó una cadena de apropiaciones, por el español y los criollos, y por el chileno mestizo que vio en la reivindicación del indígena una forma de deselitizar la sociedad aristocrática chilena", aclara.

En el primer indigenismo mapuche -desde fines del siglo XIX hasta 1945- con Carlos Lavín y Carlos Isamitt, el recurso esencial fue el estilema, célula que alude a un estilo musical repitiendo su melodía o ritmo. "Es un tanto postizo, pues no implica una simbiosis mayor, mientras que la música indígena es una expresión panteística", advierte Díaz.

También las vanguardias usaron estilemas sureños y nortinos, desde Gustavo Becerra, Roberto Falabella y Fernando García hasta Gabriel Brncic. El acervo rapanuí fue abordado por Ramón Campbell en los 60 y por Santiago Vera en los 90, y los fueguinos han sido recreados por Jorge Springinsfeld y por el propio Díaz.

Mientras Gabriel Matthey, Eduardo Cáceres y René Silva lideran un nuevo indigenismo mapuche; el acervo atacameño revive con Carlos Zamora y Cristián López, y Rolando Cori y Félix Cárdenas cultivan misas mestizas.

Todo este recorrido se refleja en las 14 obras seleccionadas en un CD que incluye el libro. Entre ellas están "Evocaciones Huilliches" (Isamitt), "Estudios Emocionales" (Falabella), "Krá" (Springinsfeld), "Chilenita III" ( Matthey), "Cantos ceremoniales para aprendiz de machi" (Cáceres), "Padre Nuestro Kunza" (Zamora), y "Rito" (Cárdenas).

Hoy, dice Díaz, el indigenismo vuelve a ser ágrafo, con las performances de Cristián López y Francisco Huichaqueo. El estilema ha sido reemplazado por el musema: "No es un motivo musical, sino un complejo sistema de parámetros musicales que entran directamente en sintonía con nuestra memoria afectiva".
Es decir, con el inconsciente colectivo: "Si al ver un huemul entre los árboles uno piensa 'es bueno ver algo salvaje y libre en la vida', es porque una parte de nosotros aún es salvaje y libre, y nos constituye como personas. Despierta al indígena que muchos llevamos dentro".

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