viernes, septiembre 14, 2012

Miguel Tapia: "Estoy seguro que Los Prisioneros vamos a volver a tocar juntos”

La Tercera


El baterista habla de Miguel, San Miguel, la película sobre su vida que se estrena el 2 de octubre.

por Claudio Vergara


Miguel Tapia (48) escarba en el pasado, retorna al presente, mira el destino de los dos músicos más importantes que conoció en su vida. Jorge González y Claudio Narea, y detecta una paradoja: “En los 80 fui el único de los tres que tenía claro que quería formar una banda y que siempre empujó para que eso pasara. Ahora, ya adultos, ellos dos son mucho más animales de escenario, les gusta tocar y armar proyectos, mientras que yo amo estar alejado en mi refugio”.

El baterista contempla la parcela de casi cinco mil metros que compró en una de las zonas más reposadas de Pirque y donde no solo asoman sus dos caballos, Trueno y Tormenta, sino que también la amplia casa que el mismo construyó durante un año. Ahí, distanciado del alboroto capitalino, pasa un tramo importante del año y solo sale para trámites de relativa urgencia, como cuando en la última semana partió a comprar el disco La voz de los 80 para un regalo personal. “Llegué y a la niña de la tienda le dije: ‘¿Dónde tiene algo de este grupo tan encachado y estos gallos tan guapos llamados Los Prisioneros?’”, relata. La vendedora no lo reconoció. “Entonces le fue preguntando a otra y a otra y recién la tercera flaca sabía quién era yo. La gente me conoce poco y yo nunca me he creído la raja por haber sido de Los Prisioneros. Hay personas que se juran increíbles por bastante menos, pero yo no transo esa tranquilidad”.

Un rol que la historia ha etiquetado como secundario en la banda más trascendente del rock chileno, casi en las antípodas de la exposición mediática que ha perseguido a sus socios históricos, pero que por primera vez adoptará un carácter protagónico: Miguel, San Miguel, la película de Matías Cruz en torno al trío y una de las cintas locales más esperadas de la temporada, se centra en la vida de Tapia y el 2 de octubre inaugurará el Festival de Cine de Valdivia, con posible estreno masivo para el mes siguiente. El hombre que alguna vez cantó ¿Quién mató a Marilyn? se juntó tres veces con el realizador para detallarle su historia y ya ha visto el filme en dos oportunidades.

Usted creó el grupo con González e inventó su nombre. ¿Cree que este proyecto hace justicia a su aporte?
Mira, la palabra justicia la sacaría altiro, no me gusta. Acá solamente va a quedar más claro que mi rol no solo fue bautizar a la banda, sino que también impulsarla, porque Claudio y Jorge jamás pensaron dedicarse a esto. Pero, con toda franqueza, nunca me cuestioné eso de ‘¿por qué nunca nadie ha hecho algo con respecto a mi vida?’. Así es mi personalidad. Aparte que Los Prisioneros nunca recibieron ningún reconocimiento, quizás porque no somos tan taquillas como Miguel Bosé. Igual cuando Matías me ofreció el proyecto, me pareció poco importante y me pregunté: ‘¿Será para tanto?’. Pero después, cuando empezamos a hablar, me di cuenta que había una gran historia”.

Al mirar su guion, el músico revela que lo emocionaron las secuencias donde se revive el ataque cerebral que sufrió su madre, mientras él cursaba segundo medio, o el instante donde González ensambla un precario aparataje de cables y parlantes para fabricar el sonido eléctrico de su guitarra. Pero lejos lo que más lo estremeció fue la escena donde los tres futuros músicos se conocen en el Liceo 6 de San Miguel. “No es que extrañe esos lazos o sienta nostalgia. Son solo emociones por un instante determinado. Además, me gustó lo bien plasmado que está, lo ganso que éramos, como toda esa generación, aunque conectados con lo social”, establece.

Además, acota un matiz: crecido en la villa Miguel Munizaga de San Miguel, Tapia se proclama como el único miembro del conjunto que vivió en un barrio realmente violentado por la dictadura. “No lo digo porque ahora ya estemos distanciados, pero donde vivía Jorge eran casas grandes, patios amplios, una zona residencial y muy parecida a Ñuñoa. Claudio también vivía en una villa. En esas zonas no pasaba nada. Donde realmente quedaba la cagada y yo sentía los balazos por la noche era en mi barrio”.

Hoy su vínculo con González y Narea se sitúa en mundos opuestos. Con el primero se distanció para siempre desde esa tarde de 2006 en que decidieron sepultar la segunda vida de Los Prisioneros -inaugurada cinco años antes en el Estadio Nacional- tras un enfrentamiento verbal al terminar un concierto en Venezuela. “Nunca más hubo un contacto. Esa vez nos peleamos, pero nos dijimos las cosas de frente, no por los diarios. Solo me entero de él porque mi hermana está casada con el hermano de Jorge. Pero no lo echo de menos, para mí es una etapa superada y, a estas alturas, solo extraño a mis hijos. Cuando veo que él toca con la marca Los Prisioneros, me parece bien. Aunque es mía, y no corresponde que lo haga, yo no tengo ningún problema, porque también es su historia”, asegura.

Millones por un regreso

Con Narea ha mantenido una activa agenda con el proyecto Narea & Tapia, nacido en 2009 y que a fin de año podría tener un álbum debut. El baterista sigue: “No somos amigos íntimos ni nada, porque, de verdad, nunca lo fuimos. Pero Claudio sin duda es alguien súper importante en mi vida. Solo hemos tenido que compatibilizar nuestros gustos para armar el álbum”.

Eso sí, casi de manera inesperada, 2012 pudo convertirse en el nuevo año del reencuentro: los mentores del festival Maquinaria sondearon una posible reunión de Los Prisioneros para el evento que se realizará en noviembre y hasta le lanzaron la oferta a Tapia. Y él, la aceptó. “Les dije que no tenía ningún problema. Ni siquiera me lo cuestioné y fue por dos razones: ofrecían buenas lucas y siento que, cuando nos juntamos los tres, hay una energía súper chora para mí. Un power que sólo sentimos como parte de Los Prisioneros. Además, habría mucha gente que lo pasaría la raja. No prosperó porque alguno de ellos dijo que no, pero yo no tengo ninguna aprensión”.

¿Cree que algún día se pueda dar?
Estoy seguro que vamos a volver a tocar juntos. Es una sensación muy personal, pero no tengo ninguna rencilla con ninguno, solo falta que ellos lo acepten. Pero el cariño nunca ha desaparecido.



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