domingo, diciembre 16, 2012

Entrevista Premio Nacional Marta Cruz-Coke: "Me educaron para ayudar a los demás"

El Mercurio


La destacada profesional, reconocida el pasado viernes por la Asociación de Gestores y Administradores Culturales de Chile, repasa algunos hitos de su carrera, entre otros la dirección de la Dibam y la creación del Día del Patrimonio.

Maureen Lennon Zaninovic

Marta Cruz-Coke de Lagos (1923, viuda, tres hijos, siete nietos y cuatro bisnietos) trasluce, en los primeros minutos de esta entrevista uno de los pilares fundamentales de su fructífera y destacada vida profesional y familiar. Mujer de armas tomar, "sin pelos en la lengua", no ha cesado -hasta el día de hoy- en la férrea defensa del patrimonio y la cultura chilena.

"Me educaron para ayudar a los demás", cuenta esta profesional que estudió filosofía en la UC. Hija del recordado candidato conservador a la Presidencia de Chile en 1946, el senador Eduardo Cruz-Coke y esposa de Gustavo Lagos, quien fuera ministro de Justicia durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, Marta Cruz-Coke ha continuado una herencia familiar vinculada al servicio público. Ha sido protagonista de varios hitos profesionales: fue directora del Colegio La Maisonnette y la primera mujer en asumir la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam). Suma y sigue, porque también ha sido miembro fundador de la Asociación de Gestores y Administradores Culturales de Chile (Adcultura), entidad que la reconoció el viernes en la Biblioteca Nacional y de las corporaciones del Patrimonio Cultural de Chile, Amigos del Patrimonio Cultural de San Francisco y actualmente, la Corporación del Patrimonio Religioso y Cultural de Chile, presidida por ella.

Amar la libertad

Marta Cruz-Coke estudió en el desaparecido Colegio Jeanne D'Arc, una experiencia que la marcó profundamente porque según rememora, si bien en su época este establecimiento no contaba con exámenes válidos, "me entregó una educación humanista absolutamente de primer nivel. El colegio me marcó en su libertad. ¡Imagínate que estudiábamos apologética! Mis compañeras eran muy intelectuales".

La familia también fue clave en su pasión por las más diversas manifestaciones del arte. "Tuve una infancia muy feliz y desde siempre, en el velador, mis padres nos colocaban libros muy entretenidos", dice y agrega que hoy sigue cultivando una verdadera adicción por la buena literatura. "Soy devoradora de libros. Me puedes meter en una tienda de ropa y te puedo decir 'qué bonito', pero no me entusiasma mayormente. Me metes a una librería y es mi perdición. Puedo gastar lo que no tengo y lo más grave es que no alcanzo a leer todo lo que compro. No me da el tiempo. Pero tengo los libros, los toco. Cada uno es particular y único".
Y fue justamente esa pasión lectora, entre otras razones, la que la llevó a asumir la dirección de la Dibam, entre 1993 y 2000, en reemplazo del historiador Sergio Villalobos. Un período lleno de desafíos modernizadores y de decisiones que, en su momento, generaron más de algún revuelo y resistencia entre los mismos funcionarios públicos de esta entidad. ¿La razón? "Con Clara Budnik, que fue mi gran aliada esos años, nos preguntábamos si dejamos el dinosaurio como está, es decir, llegar a las 9:00 de la mañana e irse a las cinco de la tarde, o nos metíamos de verdad con el dinosaurio Y así lo hicimos. Hicimos un trabajo que a la larga fue muy bonito, porque la modernización de la institucionalidad no estaba por fuera, sino por dentro", señala Marta Cruz-Coke. La profesional también detalla algunos hitos durante su gestión, entre otros traspasar a microfilmes los diarios de la Biblioteca Nacional. "Fue un cambio muy importante, porque los usuarios estaban acostumbrados a leer los originales. Otro gran proyecto fue la biblioteca de la sala Medina -que a mi juicio posee los documentos históricos más importantes del país- y que no estaba catalogada. En ese lugar podías pedir un documento del siglo XVIII y te pasaban el original. ¡Imagínate el daño! Gracias al apoyo de la Fundación Andes, específicamente de Hernán Rodríguez, en un período de cuatro años esta colección logró ser catalogada y digitalizada".

Otro aporte fundamental fue su trato con los funcionarios. "Les enseñé a que fueran amables, que sonrieran. Lo que no es fácil, porque muchas veces un funcionario público no se levanta contento. Hubo que restaurar su dignidad. Enseñarles, por ejemplo, que barrer no era indigno porque cuando uno barre limpia el universo y glorifica al Señor. Cada oficio, por más insignificante que pueda parecer, tiene una dimensión trascendente".

Lidiar con lo doméstico

Que fuera la primera mujer en asumir este cargo también la llena de orgullo:
"Todos mis antecesores habían sido intelectuales connotados, hombres que administraron muy bien la biblioteca. Pero perdóname, no eran mujeres y nosotras tenemos un genio organizativo único que nos viene porque desde siempre hemos lidiado con lo doméstico. Yo, por ejemplo, he vivido rodeada de intelectuales, pero también soy muy aterrizada y en la Dibam me encontré con una realidad, me atrevo a decirlo, premoderna. ¡No había ningún computador! Sólo en la dirección estaba disponible un procesador de textos y gracias a Clara Budnik, que hizo contactos con la OEA, conseguimos 12 computadores: 1 por región. Tuvimos que organizar cursos para aprender a manejarlos y nos sentíamos dueñas del universo", rememora y cita como un pilar fundamental de aquellos años al ingeniero Mario Waissbluth. "Él fue clave en la modernización y en la aceleración de los procesos internos de nuestra entidad", dice Cruz-Coke.

Asimismo, bajo su gestión, nació la Corporación del Patrimonio Cultural de Chile, de la que fue presidenta, y que le permitió tender importantes puentes con el mundo privado.

"Lo que pasa es que por esos años recibí una donación importante de dólares y yo no hallé qué hacer. Finalmente la metí en el presupuesto de la Dibam, pero el Estado cogió estos dineros y nos quedamos mirando. Pensaba, muy desilusionada, que no es posible si nosotros recibimos un dinero que éste se vaya a las arcas generales. Debemos encontrar una manera para que esa donación fuera administrada por la Dibam y así inventé la Corporación del Patrimonio Cultural. Sergio Martínez Baeza fue mi abogado y me ayudó a sacarla adelante. Pero también fueron esenciales los aportes de Eugenio Heiremans, Carlos Aldunate, Hernán Rodríguez, entre tantos otros".

Del mismo modo, como parte de su cargo de directora de la Dibam, le tocó asumir la vicepresidencia ejecutiva del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN). Un desafío que le significó realizar otra reingeniería clave:

"Cuando llegué, el Consejo de Monumentos prácticamente estaba muriéndose. Asistían tres o cuatro personas, entre ellas un caballero de más de 80 años que hacía unos oficios a máquina del año uno y las reuniones duraban cuatro horas, porque él leía todos esos oficios de manera completa, mientras los demás bostezaban. Decidí meterle manos a la obra y nombré a Ángel Cabeza, un arqueólogo que en ese tiempo trabajaba en la Conaf. Lo pedí prestado, en comisión de servicio, y emprendió la tarea de modernizar el CMN".

También, bajo su mandato, se iniciaron las gestiones para que importantes sitios fueran declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco, como las salitreras, las iglesias de Chiloé y Valparaíso.

-¿Siente que hoy existe más conciencia sobre el patrimonio?
"Siento que sí, porque yo cada vez que podía hablaba sobre el patrimonio, el patrimonio, el patrimonio. Y con la Clara Budnik inventamos el Día del Patrimonio y no sabes lo mal que nos fue. El primer año mandamos una circular a todos los ministerios para que pusieran una bandera en sus edificios y ¡nadie nos contestó! Al año siguiente tiramos globos con la palabra patrimonio desde una ventana de la Biblioteca Nacional, y seguimos así, sin buenos resultados, hasta que llegó el Presidente Ricardo Lagos y dijo 'sí, esto me gustó' y le dio notoriedad a esta fecha, participando él mismo en La Moneda".
"Pero aún nos falta, porque siempre hemos creído que nuestro patrimonio no vale nada, pero no nos hemos dado cuenta de que éste no son sólo los monumentos, sino también la historia y los recuerdos. Un patrimonio vive del significado que tú le atribuyes. Por ejemplo, es muy lindo ver a esos niños que tienen en una caja de zapatos conchitas y otros objetos que han recolectado en la playa. Esa cajita es patrimonio".

-Usted defiende un Ministerio de Cultura que incluya a la Dibam...
"Lo que pasa es que como está ahora, dentro del Ministerio de Educación, la Dibam ha pasado a ser la última pata del catre.. En cambio, en un Ministerio de Cultura, tendría una personalidad y presupuestos propios. Por otro lado, siempre ha habido entre la Dibam y el Consejo Nacional de la Cultura una pequeña rivalidad, porque las fronteras están mal definidas".

1 comentario:

rodolfo dijo...

MARAVILLOSA MUJER, CULTA, ENTRETENIDA, VALIENTE, TRABAJADORA Y TALENTOSA.UN EJEMPLO PARA TODOS.
SU APORTE A LA CULTURA DE NUESTRO PAIS HA SIDO FUNDAMENTAL.
R ROTH