El Mercurio
El Victoria & Albert Museum de Londres estrena este sábado "David Bowie is", la primera retrospectiva a gran escala dedicada al legado artístico del músico británico. Famoso por sus muchísimos alter egos y una constante reinvención a lo largo de sus casi cinco décadas de carrera, el impacto de este ícono del rock va mucho más allá de lo musical, extendiéndose al diseño, la moda, y el arte contemporáneo en general.
Camila Ortiz Miranda
¿Quién es David Bowie? Enigmático, versátil, contradictorio, no es fácil responder a esta pregunta. Y es que David Robert Jones ha hecho una (muy exitosa) carrera a partir de la confusión entre persona y personaje, ficción y realidad. Pionero en esto del self-made art (una especie de proto "hágalo usted mismo"), ninguna otra celebridad antes que él se había convertido en un mito de forma tan consciente, con tanto control de la maquinaria publicitaria y de prensa que rodea a las estrellas de rock.
Resulta irónico, entonces, intentar responder esa pregunta. Porque preguntarse quién es David Bowie es un acto un tanto fútil, uno que no toma en consideración que el misterio es precisamente parte de lo que lo hace único. El seudónimo de "camaleón" no es por nada: Major Tom, Ziggy Stardust, Aladdin Sane o el Duque Blanco son sólo algunas de las distintas personalidades que ha asumido el artista a lo largo de los años, pasando sin problemas de la androginidad y homoerotismo a la masculinidad más formal entre uno y otro personaje. Un provocador que supo recoger influencias estéticas tanto de la vanguardia artística como de los travestis.
David Bowie es una figura que cautiva y, aún teniendo claro que se trata de una tarea complicada, es imposible no querer saber más. Quién es Bowie es una interrogante que se repiten tanto fans, periodistas y estudiosos del arte y es, precisamente, la pregunta que da vida a "David Bowie is", la primera gran exposición dedicada al artista y que abre en el Museo Victoria & Albert de Londres el próximo 23 de marzo.
Todos los anteriores
Músico, diseñador y actor. Ícono del rock y de la moda. Genio vanguardista o un sutil ladrón. Más allá de sus muchos alter egos, ¿cuál de esos adjetivos define mejor a David Bowie? Todos los anteriores, parece ser la respuesta. La muestra del Victoria & Albert recoge las muchas dimensiones del artista, pero deja la pregunta abierta. El mismo nombre de la exposición (un escueto "David Bowie es") da señales de esto. Una invitación a que cada espectador haga su propio personaje.
"Él es un verdadero ícono, más relevante que nunca en la cultura popular. Sus innovaciones radicales en la música, teatro, moda y estilo todavía resuenan en el mundo del diseño y la cultura visual, y continúa inspirando a artistas y diseñadores alrededor del mundo", ha dicho Martin Roth, director de la institución, sobre la muestra.
Lo del V&A de Londres es un acto sin precedentes. Se trata de una de las exhibiciones más exitosas en la historia de la galería, con más de 30 mil tickets ya vendidos, lo que los obligó a alargar la fecha de exhibición del 28 de julio al 11 de agosto y agregar funciones nocturnas los días sábado. Pero, además, es la primera vez que un museo obtiene acceso al archivo completo de David Bowie, el que fue revisado durante dos años por los curadores Victoria Broackes y Geoffrey Marsh.
La muestra recorre la evolución del artista, abarcando desde los inicios de David Robert Jones como aspirante a músico en el pueblo inglés de Bromley y, como señalan desde el mismo museo, explorará los procesos creativos detrás del trabajo de Bowie, siguiendo su cambiante estilo y constante reinvención a lo largo de casi cinco décadas de carrera artística. Para esto se escogieron más de 300 objetos, entre los que se incluyen trajes originales, letras manuscritas, fotografías, videos musicales, maquetas de escenarios e instrumentos usados por el músico. Un lugar privilegiado tendrán también las variadas colaboraciones que ha hecho Bowie con destacados artistas de distintas disciplinas, especialmente del mundo de la moda, el diseño y la fotografía.
Entre los objetos más llamativos se encuentran más de 60 trajes usados por Bowie durante sus giras, incluyendo los emblemáticos trajes de cuerpo completo de Ziggy Stardust, diseñados por Freddy Buretti en 1972; las llamativas creaciones del diseñador Kansai Yamamoto (quien se encargó del vestuario para el tour de Aladdin Sane, en 1973) y la chaqueta con la bandera del Reino Unido, diseñada en conjunto por Bowie y Alexander McQueen para la portada del disco Earthling (1997). Junto con estos ítems, se encontrarán también objetos más personales como storyboards inéditos, set lists y canciones escritas a mano, así como algunos bosquejos dibujados por el mismo Bowie y fragmentos de sus diarios privados, revelando así la evolución de sus ideas creativas.
El más elegante de los ladrones
La misma pregunta que trata de responder la exposición del V&A Museum es la que se plantea el periodista y escritor inglés Paul Trynka, autor de Starman (2011), una las biografías más exhaustivas que existen sobre Bowie. Con entrevistas a más de 300 personas que lo conocieron, en mayor o menor grado, el autor intenta dilucidar si es que se trata finalmente de un genio como pocos o un ambicioso y calculador comerciante. Y es que Trynka lo dice sin titubeos: el joven David Jones no era un músico particularmente talentoso. Quienes lo conocieron durante sus años de adolescencia admiraban su estilo elegante y despreocupado, pero era su amigo, George Underwood, el que todos se imaginaban terminaría convertido en una estrella musical.
Pero lo que le faltaba a Underwood (y sobraba a Bowie) era la ambición. Una ambición que consiguió que un artista que en un primer momento fue considerado como un one hit wonder (o de un solo éxito) se convirtiera en uno de los íconos de la música y el arte contemporáneo. En eso tuvo mucho que ver su talento para tomar prestado elementos de otros músicos y artistas. Y es que desde los días en que sus compañeros de colegio le envidiaban su estilo a la hora de vestir, Bowie siempre tuvo un ojo privilegiado para tomar las tendencias que se convertirían en moda e imponer su gusto personal.
Trynka explica: "Puede que Andy Warhol hubiese puesto de moda este tipo de 'apropiación' en el mundo del arte, pero que un rockero declarase 'soy un elegante ladrón' desafiaba una idea sagrada. Ese saber calcular, esas dotes de hombre de negocios, según lo describe Iggy Pop, lo encumbraron como la pura antítesis de héroes del rock and roll como Elvis Presley".
Darren Pih, curador de la muestra "Glam!", del Tate Liverpool (en exhibición hasta el 12 de mayo de este año) -y que también incluye a Bowie como parte importante de la exposición- concuerda en destacar la influencia de Warhol en el músico, sobre todo en esto de la apropiación del high art para hacerlo popular. "Warhol fue inmensamente influyente para Bowie, especialmente a través de su interés en ideas como la de la celebridad que se hace a sí misma por medio de la transformación. De hecho, Bowie conoció a Warhol en Nueva York en 1971 y, al poco tiempo después, él adoptaría el personaje de Ziggy Stardust. Por esa época, además, la fotógrafa Cindy Sherman realizaba sus primeros trabajos, poniéndose a sí misma en lugares ficticios y de alguna forma haciendo hincapié en cómo la imagen de alguien es reflejo de construcciones mediales y un glamour idealizado. Fue un periodo fascinante para las artes y Bowie fue una figura clave en todo eso".
Para Paul Trynka, el talento principal de Bowie no son prodigiosas dotes musicales, sino que la capacidad para "reposicionar la marca" y reinventarse constantemente, algo que posteriormente tomarían prestado músicos como Prince, Madonna y Lady Gaga. Pero en las páginas finales de Starman (el que fue publicado en medio del silencio de diez años de Bowie, cuando se temía que el artista se hubiese cansado del mundo del espectáculo para siempre), el autor se preguntaba: ¿será capaz el hombre que se transformó a sí mismo de volver a hacer magia?
Dos años después, cuando Bowie acaba de lanzar (el lunes recién pasado) "The Next Day", su vigésimo séptimo disco de estudio y que ya cosecha críticas favorables, la respuesta parece ser que sí. El camaleón lo ha hecho otra vez.
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