La Tercera
Herida es la canción que más dinero ha dejado a su autora en la última década en el país.
por Claudio Vergara
Suena como una suerte de contradicción. Se trata de temas cantados por generaciones completas, pero que guardan un dato que sus involucrados protegen con estricto celo: los derechos autorales que obtiene el compositor de un hit de alto alcance. De hecho, la imagen ha configurado una leyenda que imagina a los mentores de grandes éxitos asegurándose su vida gracias a uno o varios aciertos radiales, pese a que, por décadas, ha sido una misión casi imposible establecer cuáles son las canciones que han funcionado como inagotables minas de oro.
Hasta ahora. A fines del año pasado, la BBC estrenó el notable documental The richest songs in the world, registro que presentó las 10 creaciones musicales que más ganancias han tenido en la historia por el concepto de ejecución pública, vale decir, por emisiones en radio, TV, conciertos, locales comerciales e internet. El primer lugar quedó para Happy birthday to you, escrito por las hermanas estadounidenses Patty y Mildred Hill en 1893 (ver recuadro).
En el caso chileno, la Sociedad del Derecho de Autor (SCD) cuenta con registros digitalizados y ordenados desde 2002, por lo que sólo es posible acotar el listado a los últimos 10 años. Eso sí, desde la entidad agregan que gran parte de las piezas cuentan con una vida de, al menos, 20 años, por lo que varias de ellas se posicionan con facilidad entre las que más royalties han reportado en la historia de la música local.
Según un listado entregado a La Tercera por la SCD, la canción chilena que más derechos autorales ha ganado en el país durante la última década es Herida (1990), de Myriam Hernández, quien también figura como autora. En segundo lugar aparece otro suceso de la artista, El hombre que yo amo (1989), aunque escrita por José Saavedra Muñoz, argentino radicado en Chile desde los 70, conocido como Gogo Muñoz, y que encarna una de las historias más sobresalientes de créditos en las sombras.
“Esto demuestra que hay canciones que son clásicos y que suenan todo el tiempo, por lo que generan derechos incluso años después de su creación. Hay otras que gozan de peaks temporales. Y siempre que hacemos estos análisis, por lejos lo más rentable en Chile es la balada”, profundiza Juan Antonio Durán, director de la SCD. Según documentos también entregados por la entidad, tanto Herida como El hombre... son las dos obras chilenas que más derechos han acumulado fuera de Chile desde 2007 hasta hoy.
Aunque es difícil determinar cuánto dinero reciben los compositores, el funcionamiento del sistema de recolección permite concluir algunas estimaciones. Por ejemplo, durante el primer semestre de 2012, el monto que las radios cancelaron por derechos autorales llevó a que la SCD estableciera que cada pasada de un tema se pagara en $ 125. Un track histórico, o que esté gozando de su mejor temporada, puede llegar a tener 500 pasadas diarias.
Eso sí, la asociación toma una muestra que sólo representa el 10% de un semestre y realiza el pago cada seis meses. En tal caso, los dueños de los hits que ocupan los primeros lugares en este ranking han recibido un piso de cerca de $ 1 millón 125 mil por semestre, aunque sólo por el ítem radial, sin contar los ingresos que vienen desde TV o conciertos, los que son mayores y que podrían llegar a duplicar esa cifra.
Más abajo de Hernández hay otros autores que gozan de alta rotación: entre los 20 primeros asoman por partida doble Alberto Plaza, Gustavo Pinochet (Kudai) y Hugo Manzi (Natalino). Todos coinciden en que, pese a los buenos dividendos que entrega un hit, en Chile los derechos autorales representan sólo un ingreso medio en sus carreras.
“Mucha gente cree que me arreglé la vida con Kudai. Para nada, fue sólo algo bueno que me permitió cierto patrimonio”, recalca Pinochet. Manzi agrega: “Una canción así te cambia la vida e, independiente de lo que te haga ganar, te convence de que se puede vivir de la música”. Finalmente, Alberto Plaza matiza: “Los derechos autorales en Chile permiten que un autor que produce, que trabaja y que es difundido, tenga un ingreso digno por el fruto de su creación. Yo estimo que lo que recibo por ese concepto es coherente con la difusión que tienen mis canciones”.
Las autoras de Cumpleaños Feliz
Es una de las canciones más reconocibles en cualquier latitud del planeta, condición que se refleja en su inmortalidad millonaria: según el análisis impulsado por la BBC, Happy birthday to you es la composición que más derechos autorales ha ganado en la historia, con un aproximado de $ 2 mil 150 millones sólo por ejecución en radio, cine, TV o plataformas públicas.
Un número de alto alcance para un origen precario: el tema fue creado por dos hermanas estadounidenses, Patty y Mildred Hill, en 1893. Ambas eran parvularias y decidieron escribir un tema para que sus alumnos cultivaran los buenos modales y se saludaran con respeto cada mañana. De hecho, su título original era Good morning to all y poseía la misma melodía conocida hasta hoy. Con los años, las mismas profesoras derivaron su letra hacia el tradicional cumpleaños feliz, pero ante la nula industria musical de esos años, sus derechos no fueron inscritos hasta 1935.
A partir de ese año, las ganancias empezaron a llegar a Patty Hill, ya que su hermana había fallecido en 1916. Además, bajo un patrón establecido: en EE.UU. los derechos se extienden por 95 años desde la inscripción del tema, por lo que sus herederos recibirán las ganancias hasta 2030 (en Chile es 70 años después de la muerte del autor). Además, en 1990 Warner Chappel compró el tema en US$ 25 millones y hoy cobra US$ 25 mil por sus uso en medios.
Bajas tarifas en Chile
Al mirar los bajos derechos que se pagan en Chile -en comparación a EE.UU.-, Gogo Muñoz es más categórico. Con una trayectoria que incluye creaciones para Luis Jara y Los Nocheros, el argentino subraya que sólo las ganancias por royalties en el extranjero le han permitido rentabilizar su carrera y solventar su vida. Gracias a eso, hoy cuenta un total de siete propiedades y es dueño de la fábrica Supermercado del helado. “Con los derechos, en Chile sólo vives con un sueldo mínimo. No te permite hacer otros negocios o que tus hijos sean profesionales. Empecé a componer acá, pero me tuve que mover fuera para ganar un sustento mayor”.
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