sábado, abril 13, 2013

El heavy metal y sus fans chilenos, una historia eterna de amor y furia

El Mercurio


Hay fiebre metalera. Pero no es de ahora. Aquí le contamos cómo el género musical más vilipendiado llegó a ser la energía convocante que es hoy en el país. Lejos de la caricatura, el rock más pesado es cosa seria.

Juan Ignacio Cornejo

"Pasamos de ser el mono animado a ser un ser humano" dice Eduardo Topelberg, hoy concejal de Ñuñoa y otrora baterista de los fecundos Pentagram. Hace veinte años ningún fan del metal imaginó que Chile se convertiría en una tierra tan fértil para sus gustos, que dejarían de ser apuntados con el dedo por caminar con el pelo largo y vestidos de negro o que los conciertos de varias de sus bandas favoritas se convertirían en algunos de los actos más masivos. Los tiempos han cambiado.

La voz del aquí y del ahora es categórica: este sábado y domingo se desarrolla The Metal Fest en el Parque O'Higgins y todo el ambiente musical se revolucionó estos días con los anuncios de venidas de Black Sabbath, Iron Maiden y Metallica para fines de septiembre y comienzos de octubre. Chile tiene fiebre metalera, pero no es algo nuevo. Solo que la mayoría no se dio cuenta, precisamente porque el metalero nunca fue solamente el chascón de polera negra y jeans rotos.

Un caso curioso es Álvaro Paci, periodista de Canal 13 y que este domingo estará en el Parque O'Higgins con su banda Enigma. Según Paci, "lamentablemente en Chile se dio la caricaturización del metalero, pero eso ya no corre para estos tiempos. Conozco muchísimos fans del metal que son abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, que no son ni superficiales ni están desconectados de lo que pasa en el país".

Andrés Marchant ha tenido varias bandas, siendo Necrosis la que marcó a una generación completa. Hoy trabaja en la principal empresa de auditoría y consultoría de Chile y testifica en favor de quienes "hemos cambiado esa imagen. Ya pasados los 40, seguimos escuchando metal y podemos ser profesionales exitosos. Yo era el único chascón en la U y me llevaban preso por tener el pelo largo nomás".

Justicia para todos

Nadie olvida cómo se veía a los metaleros hace dos décadas o más. Topelberg también lo cuestiona: "Los metaleros viejos estamos todos en pegas, pero seguimos siendo metaleros. No somos vagos". Una teleserie del canal donde hoy trabaja Álvaro Paci tuvo alguna vez un personaje de una pareja de metaleros que vivía el día a día con un pack de cervezas y poco más.

Anton Reisenegger, el músico de metal más exitoso salido y criado en Chile (descontando a Tom Araya, baluarte de Slayer) llama también a la cautela: "Ojo, que el metal se presta también para la caricatura. Es una cosa que se hace en serio, pero el show siempre tiene que ser over the top , existe una teatralidad que es inherente al estilo. La clave está en aceptarla".

Nadie se atreve a jugarse por el momento específico en que el metal pasó a ser tomado más en serio. Pareciera ser un proceso. Hay también más información: "Ya no te dicen 'música satánica'", ríe Topelberg. Y cree que "el metal ya es parte de nuestra sociedad, porque tampoco es moda", y como ejemplo pone un evento que tiene el próximo 27 de abril en la Plaza Ñuñoa con 7 bandas de rock y metal, "para toda la familia, a las 5 de la tarde, es un acto que va para llamar al reciclaje y la vacunación de los perros".

Guste a quien le guste, el metal tiene algo especial. "En el show de Iron Maiden en el Club Hípico se vieron, por primera vez quizás, papás con sus hijos; fue algo hermoso", recuerda Topelberg. "Hay un sentimiento de hermandad generalizado, la gente que le gusta el metal lo siente con una intensidad distinta que otro tipo de música y muchos sienten la obligación de traspasar lo que aprendieron", postula Paci. "En los ochenta había desconocimiento porque era algo nuevo, en Chile se discrimina a lo que no se conoce. Ahora se sabe más y no se puede cuestionar lo que el metal genera", sentencia Marchant.

Reisenegger está instalado en Europa desde hace años y se alegra de ver cómo ha evolucionado el tema en Chile cada vez que viene. "A los cabros es difícil engañarlos, tienden a rechazar lo que uno les impone. En el caso del metal, los chicos deben sentir que la pasión del papá es genuina y por eso se la compran".

En algún lugar del tiempo

La génesis de esa pasión y el Big Bang metalero en Chile fue en torno a una disquería. "Fue en el Rock Shop, en el Paseo Las Palmas. Ahí llegábamos todos, bandas con sus demos también. Y en un principio nos conocíamos todos. Fue un crecimiento en el que los medios masivos no tuvieron ninguna injerencia", recuerda Anton.

Entre otros elementos que la caricatura se comió, varios rescatan el contenido lírico del metal. "En los ochenta, se habló de los militares, de la tortura, del exilio, etc. En general, fue un movimiento que no logró permear a los políticos o al público en general, que vinculan la protesta al folk, al cantautor", explica Paci.
Topelberg suma a la discusión que "hay una barrera de idioma también, en general el metal es en inglés, pero las canciones siempre han tenido contenido". Para Anton, "hay un elemento social, que alguna gente ve que es la banda sonora para sus reivindicaciones, de ahí salió un comportamiento violento en algún minuto. Pero el metalero es más nerd que vándalo".

Al sur del cielo

Tan serio se ha tornado el tema del metal que ya existen dos libros que intentan explicar y revivir el vínculo y la escalada del género en el ADN criollo. "Retrospectiva del Metal Chileno" de Álvaro Padilla (2009) y "Pájaros Negros: Crónicas del Heavy Metal Chile" de Patricio Jara son textos más que recomendados. Y aunque algo más amplio, el documental "Metal Gate: Monstruos en Chile", del equipo del Séptimo Vicio de Vía X, también le ayudará a entender algo del fenómeno.

En 2013 el metal es negocio en Chile. Paci distingue al público metalero como "un segmento muy fiel, que siempre va a estar ahí; por eso las marcas y productoras lo ven ahora como un nicho súper atractivo. Algo muy alejado de la caricatura, del antisocial".

The Metal Fest va por su segunda exitosa edición y cuenta con un cartel envidiado en todo el planeta. En octubre llegarán Black Sabbath/Megadeth, Iron Maiden/Slayer/Ghost y Metallica/Rob Zombie. "Va a ser duro, pero el metalero se sacrifica por lo suyo. Esos shows van a estar llenos" anticipa Marchant. Y lo dice con la satisfacción de que no hay ninguna razón para no creer que así vaya a ser.

Los hitos

Repasando los shows que marcaron un momento en la lenta consolidación del metal en Chile, salen varios nombres, pero la mayoría coincide en que Iron Maiden es la banda que más ha marcado. "Hay que mencionar la no venida de Maiden el 93, donde los poderes fácticos dijeron 'este país no está listo para esto'. Y el contraste con sus últimas venidas, mira en qué terminó", comenta Reisenegger.

Álvaro Paci y Topelberg coinciden en AC/DC, no estrictamente metalero, pero familiar, en 1996. "Los Monsters of Rock fueron súper importantes también", dice el periodista. Marchant también cita aquella franquicia, especialmente el concierto de 1994.

"Kreator fue la primera vez que vino una banda internacional de renombre", proclama Anton. Y Andrés Marchant no deja pasar un hito en el cual él y el hoy líder de Criminal participaron en los ochenta: "el primer festival de thrash de Sudamérica, con Nimrod, Massacre -donde tocaba yo- y Pentagram, con Anton".

Hecho en Chile

Estos son los DVD o discos de metal con escenografía criolla:
- The Gathering, "A Noise Severe". Tomado en 2007 en el Teatro Caupolicán.
- Motorhead, "The World is Ours Vol. 1". Grabado en 2011, también en la calle San Diego.
- Iron Maiden, "En Vivo!". Capturado en el Estadio Nacional en 2011, lanzado un año después.
- Anoche Accept grabó su show en "La Previa" de The Metal Fest para futuro DVD. Anthrax hará lo propio en su visita en mayo.

62.000 tickets se vendieron para el show de Iron Maiden en el Club Hípico, el show de metal más masivo que se registre en Chile. 

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