El Mercurio
Este año el grupo celebra cinco décadas de carrera, y para festejar como se debe, su agenda ya está repleta de presentaciones. Incluidas las frente a un público que no había nacido, ni estaba por nacer, cuando la banda se formó. ¿Cómo Los Jaivas siguen vigentes después de 50 años? ¿Por qué los seguimos adorando? Este es un vistazo al mítico grupo, desde la galucha de fiestas mechonas.
Nicole Aranda
Aunque bandas cumbiancheras, rockeras y un solista de moda habían pasado por los escenarios, muchos de ellos estaban ahí solo para ver este show. Los novatos, agrupados bajo el escenario principal, eran cerca de mil, y si bien no han sido partícipes de la carrera completa de Los Jaivas, han heredado una tradición musical forjada durante décadas. Primeras, segundas o terceras generaciones; abuelos, padres y nietos; todos testigos del patrimonio inmaterial chileno y de una buena parte de la historia de la música nacional.
-En las universidades está latente el espíritu renovador, la fuerza de la vida. Son los jóvenes los que impulsan, los que exigen y los que cambian -dice Claudio Parra, el pianista del grupo que hoy, junto a Mario Mutis en el bajo y voz, Juanita Parra en la batería, Francisco Bosco en el saxofón y en los instrumentos de viento, Carlos Cabezas en la voz y en los multiinstrumentos y Alan Reale en la guitarra, celebra sus cinco décadas de vida. Son sus bodas de oro, una fiesta donde no sienten la brecha generacional con los públicos más jóvenes
Porque en días como hoy, Los Jaivas son la fiesta.
Irán disminuyendo sus presentaciones para calentar motores hasta que, el 15 de agosto, y cuando cumplan exactamente 50 años, armen un gran concierto que pretende reunir tanto a sus seguidores de siempre como a la nueva camada, la misma que, este año, en las tocatas de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica se quedaron hasta el final de su show, hasta que terminaron -entre saltos y gritos- con la canción "Todos juntos".
La vida mágica. La semana novata de los nuevos estudiantes de la Universidad Católica fue, como cada año, en la concha acústica. Allí, el espectáculo central estaba en manos de Los Jaivas. Los mismos que también conmemoran 25 años de la muerte de Gabriel Parra, el papá de Juanita Parra, y 10 años de la muerte de Eduardo "Gato" Alquinta. Ambos, fundadores de la banda junto a Mario Mutis, Claudio y Eduardo Parra. Estaban ahí para ofrecer a los jóvenes todo su legado en una hora y media.
Nada tiene en común la primera presentación del grupo, en 1963, con la de hoy, partiendo por sus integrantes, de los cuales quedan solo dos originales, Claudio y Mario. Pero, dicen, después de medio siglo, las ganas de estar en un escenario son las mismas que tenían cuando jugaban a tocar instrumentos siendo unos adolescentes.
En el backstage al grupo no se les escapa nada. Tienen un staff encargado especialmente para que el sonido y las gráficas estén en perfectas condiciones antes del show. Corren de un lado para otro y revisan que cada cable esté en su lugar, mientras Carlos Cabezas y Francisco Bosco examinan y afinan sus instrumentos.
Con 25 minutos de retraso, Los Jaivas no necesitan presentación. Aparecen en el escenario. Suben los cinco hombres de la banda y Juanita Parra. Ella, sencilla, de maquillaje justo, vestida de negro y rojo, irradia energía. Todos quieren fotos con ella. Y pasará lo mismo días después en la Universidad de Chile, en la fiesta de atardecer, cuando se doblen los gritos: "¡Juanita, Juanita, una foto con nosotros!".
- Yo nunca me imaginé que mi papá se iba a ir tan joven. Nunca me imaginé que iba a partir y que yo iba a entrar al grupo. Desde ahí todo comienza a ser una cosa muy sorprendente. Me siento muy honrada y a la vez tengo mucho respeto, porque no estoy cumpliendo 50 años, sino que acompaño a Mario y a Claudio que aún están en el escenario. Es increíble la música de ellos, que toquemos "Mira niñita", que todo el mundo coree esa canción. Yo recién había nacido cuando se creó -dice Juanita Parra.
"La vida mágica, ¡ay sí!" es la canción que da inicio al espectáculo, la misma que con solo cinco palabras define el recorrido del grupo en estos 50 años. "Tocar, tocar y tocar" cantan los estudiantes junto a ellos, también junto a Alan Reale, a quien ven por primera vez luego de la polémica salida del grupo de Ankatu Alquinta, el hijo del fallecido "Gato" Alquinta. Él prefiere no opinar sobre eso, al igual que los otros integrantes. "Es algo íntimo, no tengo nada que decir. Pero siempre sospeché que iba a tocar en el grupo", dice Reale. Hace tres meses recibió la invitación de Los Jaivas a participar en la banda.
Es viernes por la noche, y un partido de la selección chilena está a punto de empezar, pero, para los estudiantes, los nombres de Alexis Sánchez, Eduardo Vargas, Mauricio Isla y Gary Medel parecieran no importar, porque se mantienen ahí frente al grupo, encandilados.
- Esto es como la prueba de la blancura, porque uno viene a las universidades y los estudiantes no tienen ningún pelo en la lengua para decirte que eres viejo, gordo, que tocas bien o mal -dice Mario Mutis.
Con las manos sobre su cabeza, aplaudiendo en un gran arco, Francisco Bosco quiere animar a todos los jóvenes a aplaudir con él, pero no es necesario: Los estudiantes lo hacen en cada canción, desde la primera y por todas las siguientes: "Alturas de Machu Pichu", "Águila sideral", "La poderosa muerte". Cuando es el turno de "Mira niñita", los jóvenes corean y prenden encendedores.
-Yo me sigo sintiendo universitario. En mi época de la reforma perdí un año de universidad. Estaba en la calle peleando -recuerda Mario Mutis. Desata más el griterío. "Se escuchan igual que en en el disco", dice una estudiante, los otros se sacan las poleras, se suben sobre los hombros de sus compañeros.
Casi una hora y media dura el concierto. Se bajan del escenario, no sin antes abrazarse y recibir el grito ensordecedor. Es una noche especial, porque es el año de celebración, y parten por ahí, celebrando con la gente joven. "Fue uno de los mejores conciertos que he visto de Los Jaivas", dice otra universitaria, cuando se apagan las luces. "Mario, Mario, un autógrafo", grita otra.
- La música refleja de alguna manera una cierta identidad del lugar, del planeta de donde nacimos, de donde somos, y la gente se identifica con esa música -dice Mario.
La celebración incluirá conciertos por todo Chile y una exposición en el Museo de Bellas Artes, que culminará con un concierto gratuito para todo el público el 15 de agosto, el día que institucionalizaron como inicio del grupo.
Una recopilación de toda su obra será el corazón de la muestra. Material de la era High Bass, de la primera alineación del grupo, de los nuevos integrantes y de toda su historia. Algo que comenzó haciendo la madre de los hermanos Parra. "Tenemos un archivo muy completo, fotos, grabaciones de ensayos, de todo", dice Claudio. También contará con la batería clásica de Gabriel y la guitarra del "Gato", el trabajo de René Olivares, quien creó la imagen gráfica del grupo y un homenaje a las cinco décadas del rock chileno, conmemorando a bandas que han participado en este legado musical.
Lo que partió como un juego de niños hace 50 años, dejó de ser una aventura y se transformó en algo serio. Eduardo Alquinta en la voz, Claudio Parra en los teclados, Mario Mutis en el bajo, Eduardo Parra en la composición y Gabriel Parra en la batería. Así se conformaba el juego. El mismo que los llevaba a tocar instrumentos imaginarios con palos y maderas, y que llegó lejos el 15 de agosto de 1963, cuando se presentaron por primera vez en un escenario. En esa ocasión no ensayaron la canción "Sueña" de Luis Dimas que iban a interpretar en el show artístico del colegio Guillermo Rivera de Viña del Mar. Todo lo improvisaron.
- Para nosotros era excitante subirnos a un escenario por primera vez -dice Claudio Parra-No fue brillante, pero nos subimos los cinco fundadores al escenario. Fue el comienzo.
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