El Mercurio
La posibilidad de ver músicos de primera línea en Chile puede sugerirse como una jornada soñada. Pero alto ahí: mejor armarse de paciencia, porque siempre puede asomar un factor que les arruine la noche a todos.
Juan Ignacio Cornejo K.
No es ni un fenómeno local ni algo que haya nacido en un lugar específico del mundo. Quizás las razones que expliquen por qué ir a un concierto hoy es una experiencia tan distinta a como lo era hace una década tienen que ver más con la industria de la música, que ha obligado a los otrora intocables artistas a hacer su negocio sobre los escenarios y no descansar tanto en las ventas de discos.
Por estos días, las bandas más importantes del mundo salen todos los años de gira a algún lado. En Chile ya no tenemos un par de shows internacionales al mes; ahora tenemos varios en una misma semana. Bajo este nuevo ritmo, el público comenzó a renovarse y a modificar su comportamiento, al punto de hacer de un concierto un encuentro social más que musical.
Hay vicios heredados de épocas insospechadas, sí, pero muchos otros malos hábitos aparecieron el último tiempo para estropearle la noche a más de uno (o incluso al mismo artista). Aquí revisamos una serie de factores que puede arruinar esa noche soñada. Para que esté atento (y no cometa alguno).
1 ¿Tiene que empezar tan tarde?
Si va a ver a Guns N' Roses, ya sabe que el tiempo de espera son tres horas como mínimo. Pero incluso en los casos normales, ir a ver un concierto significa desocuparse, con suerte, a las once de la noche. La hora de inicio estándar es a las 21, siempre sujeta a algún atraso del artista o a que la producción decida aguantar el arranque del show "para que termine de llegar la gente".
Los festivales nos han acostumbrado al trasnoche de un día agitado. Peor todavía es para aquellos que gustan ver música chilena, donde las tocatas parten a medianoche. "Es absurdo", dice Cote Foncea, baterista de Lucybell y con historia en Dracma y de Kiruza. "Lamentablemente, es algo cultural; aquí se carretea muy tarde. Eso perjudica también que la gente no vaya a ver bandas chilenas. Ahora que hay un ambiente libre de humo, es más agradable ir, pero el tema pasa por la costumbre y todos caemos en eso. Los músicos no estamos tan en control", concluye.
2 Talk-show
Ir a un concierto a conversar de cualquier otra cosa. Para los más sanguíneos parece un sacrilegio, aunque cada vez lo encontramos más seguido. ¿Es posible combatirlo de alguna manera? Foncea cree que "no podemos ser tan quisquillosos, los músicos debemos luchar por ganarnos la atención de la gente. Las personas están en su derecho a salir donde simplemente haya música sonando. Ahora, si se está molestando a otro, como usuario hay que pedir el respeto".
Francisco Reinoso, periodista de radio Sonar y Rockaxis y que ha cubierto festivales en EE.UU., Europa, Brasil y Australia, suma otro ingrediente a la explicación: "Se está dando que muchas marcas auspician eventos y llega gente ajena a los recitales solo por eso. En EE.UU. esto ya ocurre hace rato y hay cierto público que solo va por ese panorama y no a ver el show. En Chile esto no pasa hace mucho; entonces, no se guarda el debido respeto y nos sorprende porque es la novedad".
3 Festival de incomunicaciones
¿Por qué se pierde la comunicación en los grandes festivales? Todos los años lo mismo y todos los años se calcan las quejas de la temporada anterior. En encuentros como Lollapalooza, Maquinaria o shows en el Nacional, mejor ni se ilusione con llamar o navegar con su teléfono cuando el recinto ya se va llenando.
¿Es realmente algo inevitable? Carlos Amigo, ingeniero civil en telecomunicaciones de la Universidad de Concepción, explica que "los canales de comunicación tienen una capacidad determinada. Si demasiadas personas usan en este caso la vía aérea, se copa la capacidad inalámbrica. Es simple de entender, pero en otros lados no ocurre porque disponen de mayor capacidad. Quienes tienen que velar por eso son las mismas empresas de telecomunicaciones".
4 Los videos que nadie verá: una plaga
Este es quizás el más desagradable de todos. Una verdadera peste. Grabar videos amateurs en conciertos se ha transformado, para muchos, en la mayor motivación para ir a un show. Esto es signo del afán por "compartir" con quienes no pudieron asistir; también, el gusto por la aprobación anónima o la autocomplacencia de la era digital. En el fondo, es tan estúpido como ir a ver una película y contar el final en redes sociales. Y ni hablar de la calidad del registro que dejan en Youtube: se ve mal, se escucha peor y mejor que no vaya a tocarle un camarógrafo-cantante.
Yeah Yeah Yeahs puso carteles afuera de sus shows con un mensaje suficientemente claro: "Por favor, no vea el show a través de la pantalla de su teléfono o cámara. Guarde esa porquería como una muestra de cortesía a la persona atrás suyo y a la banda". Algo similar hizo Jack White en su gira 2012.
Eso hace extensivo el problema a los fotógrafos y twitteros compulsivos. Iron Maiden ha protestado desde el escenario contra aquellos que se pasan el concierto escribiendo. Cote Foncea trata de desdramatizar el asunto, pues "no podemos combatir con la tecnología, estás frito. Todos la ocupamos en nuestros trabajos. Los chicos se quieren llevar un recuerdo y sí es una lata para el resto, pero ya no se puede controlar, no hay que enrollarse. Me metí a Youtube durante el concierto de The Cure en Santiago y ya había videos publicados. La inmediatez de los tiempos es sorprendente, hay que vivir con ello nomás".
5 El "barrabrava" cómodo
Lo cierto es que no existen restricciones distintas para cada ubicación en un recinto. Sin embargo, son varios los que, válidamente, confían en que asegurándose un asiento evitarán participar de los rituales de cancha. Dicho en otras palabras: cuesta compatibilizar con aquel que decide comprar un asiento, pero que lo usa para saltar.
Rodrigo Ulloa, periodista de radio Futuro, señala que "son raras esas escenas y pasan mucho en conciertos de rock en espacios con mucha ubicación para sentarse. La gente va con ganas de liberarse, pero no cambia la comodidad del asiento; entonces se ponen a cabecear o a saltar en un lugar que no es para eso en vez de ir a cancha".
6 La nueva moda: no aplaudir
Este asunto tiene mucho que ver con el punto dos. Es una tendencia en el mundo. Poco a poco, la entrega musical se va transformando en un hecho de la causa y, por lo tanto, pierde valor.
¿Le parece raro? Puede ser, pero no es un invento. Jack White detuvo un show el año pasado por la apatía del público y este año comentó que "lo he visto en Australia, Europa y EE.UU. La gente ya no aplaude. Es muy raro. Este público hipster se siente muy cool como para aplaudir. Pero les gusta el show. Entonces te mienten, engañan al artista, no tengo idea cómo reaccionar ante ese público".
7 Y ahora, ¿cómo nos vamos?
Casi todos los recintos preparados para acoger conciertos masivos tienen malos accesos, pocos estacionamientos y quedan apartados de las principales arterias del transporte público. Ya sea el Teatro Caupolicán, el estadio Monumental o el Bicentenario de La Florida, no son lugares cómodos ni para llegar ni para irse. Movistar Arena y el Espacio Riesco disponen de estacionamientos, pero tampoco están a mano con el Transantiago. Solo el Estadio Nacional está bien ubicado bajo esos criterios.
El Metro de Santiago tampoco colabora y si no es para megaeventos con convocatorias de 50 o 60 mil personas, no espere encontrar servicio más allá de las 23:15 horas. Según Rodrigo Ulloa, "esto es una demostración de que en Chile todavía estamos iniciándonos en esto de ver música en vivo. El transporte público debiera ser siempre una alternativa. Y los recintos deberían tener mejores accesos e incluso espacio para bicicletas".
El dilema de la venta de alcohol
¿Qué es más molesto? ¿Que se venda alcohol en todos los shows y correr el riesgo de toparse con un par de personajes más envalentonados de lo normal o no tener siquiera la chance de comprar una cerveza en estos espectáculos?
La venta de alcohol en los conciertos ha sido algo largamente comentado y que todavía está en una nebulosa. De entrada, una aclaración debe ser hecha: en Chile no está prohibida la venta de alcohol en este tipo de encuentros. Lo que sí está prohibido es consumir en la vía pública.
Muchas productoras deciden no vender alcohol porque con ello pierden la exención del IVA que favorece a los eventos musicales que cuenten con la venia del Ministerio de Educación, por lo que la decisión queda la mayoría de las veces en manos de los productores.
Incluso así, el tema merece ser tratado y, tal como cuenta Francisco Reinoso, "son varios factores los que influyen: idiosincrasia, las limitaciones y el recinto mismo La experiencia que he tenido en Inglaterra es mucho más caótica que en Australia, por ejemplo. Pero también depende de la locación; en Europa se hace en áreas verdes grandes y por eso se permite un mayor descontrol del público. Australia es más civilizado por un asunto de idiosincrasia".
En EE.UU. las zonas para consumo de alcohol están casi siempre delimitadas con rejas y acá en Chile se ha implementado algo similar a través de zonas VIP o sectores marcados, como fue en el último Maquinaria.
1 comentario:
"lo he visto en Australia, Europa y EE.UU. La gente ya no aplaude. Es muy raro. Este público hipster se siente muy cool como para aplaudir. Pero les gusta el show. Entonces te mienten, engañan al artista, no tengo idea cómo reaccionar ante ese público". Esto sí es parab el aplauso. Saludos!
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