El Mercurio
El doctor Rodolfo Armas, miembro de la Academia de Medicina, fue elegido para dirigir la entidad hasta 2015. La nueva autoridad buscará remirar la labor que cumple el Instituto en la vida cultural del Chile de hoy.
DANIEL SWINBURN
El Instituto de Chile cumple 50 años el próximo año. Fue creado durante la presidencia de Jorge Alessandri en 1964 y desde su creación cuenta con 6 academias con un número limitado de académicos de número en cada una. La ley le concedió autonomía y estableció su vinculación con el Estado a través del Ministerio de Educación. Los académicos de número no pueden renunciar y, de hecho, son miembros de la institución por el resto de sus días.
Hoy, en el Instituto viene una renovación de su presidencia, al terminar el periodo del jurista José Luis Cea. En su reemplazo fue elegido para el bienio 2013-2015, el doctor Rodolfo Armas Merino, Premio Nacional de Medicina 2010, y miembro de la academia de marras desde 1989.
La misión del Instituto
Ad portas de las celebraciones del medio siglo de existencia, el doctor Armas recuerda el mensaje que en su oportunidad se mandó al Parlamento, donde se señala que las academias serían organismos libres y autónomos, sin obligaciones docentes o de otra especie, y que representaran una síntesis del pensamiento nacional. "La idea central fue la de reunir a personas muy elegidas en una entidad de reflexión como fueron la Academia de Platón (387 AC) y las que fueron creándose en el mundo a lo largo de la historia", agrega.
"Las elecciones de los Académicos que se van incorporando las hacen cuidadosamente los propios académicos y considerando, por encima de todo, el valor intelectual y moral de las personas. Entre ellos hay actualmente personas que son o han sido rectores de las principales universidades del país, gran maestros de la masonería, arzobispos, decanos universitarios, ministros de Estado y premios nacionales", afirma Armas.
La intención del Gobierno y del Parlamento, al crear el Instituto de Chile, fue elevar sistemáticamente el nivel cultural de la nación en todos sus ámbitos.
-¿Cómo sintetizaría usted el aporte que ha significado para la cultura nacional su trayectoria desde 1964?
"El Instituto de Chile ha sido un referente en la cultura mediante el reconocimiento a las personas que han destacado por su saber y su arte en los más diversos ámbitos. Su participación en los jurados para Premios Nacionales confirma lo anterior.
"Destacaría además que algunas academias del Instituto de Chile han implementado premios para estimular la investigación, el desarrollo del arte, la literatura, etc.
"Por último, a través de sus anales y los boletines de las academias ha promovido y divulgado estudios sobre temas del mayor interés nacional. Destacan en el último tiempo estudios como El Lenguaje en las Ciencias, El Derecho y las Bellas Artes (2012), La Política en Chile (2010), La Pobreza en Chile (2007 2008 y 2009), Situación actual de la Educación Médica en Chile (2009)".
-¿Cómo ve usted en la actualidad la labor que deben cumplir las academias que forman el Instituto? ¿Ve usted al Instituto y sus academias insertas en la vida cultural chilena?
"Quiero reiterar que, desde siempre y también en la actualidad, las academias como instituciones y los académicos como personas, han participado en el desarrollo cultural del país. Por cierto, esto puede ser siempre más y mejor, y deben adecuarse a las realidades que cambian constantemente".
-¿Es posible pensar en una reformulación de algunos conceptos o premisas que inspiran a esta entidad?
"En el curso del año 2013, el Instituto iniciará un proceso de reflexión para revisar su relación con el medio después de cincuenta años de existencia. La sociedad chilena ha cambiado muchísimo en este tiempo y por ello se ha pensado que es hora de evaluar el grado de vinculación del Instituto con el medio nacional, ante la abundante y variada oferta cultural que proviene de numerosas universidades, municipios, organizaciones y centros de estudio sin fines de lucro. Es necesario volver a mirar la autonomía que la ley confiere al Instituto en condiciones que está estrictamente controlado por el Ministerio de Educación y la Controlaría General de la República, que actúan dentro de las atribuciones que poseen, y estudiar si hoy día sería mejor vía para relacionarse con el Estado hacerlo no a través del Ministerio de Educación, sino que con el de Cultura, que está en desarrollo y que tiene menos problemas agobiantes que el de Educación. También debemos estudiar una forma de elección de las autoridades del Instituto, en la que haya más participación de los académicos y revisar si es razonable seguir con seis academias y un número limitado de académicos en cada una de ellas. En fin, pareciera razonable después de 50 años que el Instituto se mire a su interior, mire su entorno y se adecue para tener un trabajo mejor, con mayor impacto en la sociedad".
Mantener contacto con la opinión pública
-¿Esta pensando en nuevas herramientas, nuevas formas de operación?
"Esta, como ya lo señalé, es una obligación del Instituto desde su creación. Pero creo que es necesario hacer una revisión de la enorme tarea ya realizada para proyectarla hacia el futuro. He propuesto a la directiva que trabajemos en la planificación de las labores de lo que viene, en la que se involucren todos los académicos, haciendo un aporte desde sus respectivas disciplinas. El Instituto no puede aparecer como una reliquia del pasado, sino ser la conciencia de nuestro país, una entidad capaz de alabar y criticar, capaz de alentar iniciativas de progreso y levantar la voz de alarma frente a los excesos de cualquier tipo. Debe ser una entidad viva, en permanente contacto con la opinión pública, fomentando la discusión y el análisis, más allá de cualquier bandera política.
"Mi intención es poner especial atención en las relaciones del Instituto con el entorno social; es decir, en su trascendencia extramuros. Este es un aspecto que siempre puede ser mejorado y que está muy en la esencia de nuestra institución. En general, el mundo académico tiende a ser un tanto autista".
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