El Mercurio
A sus 95 años recién cumplidos, la folclorista y Premio Nacional de Artes Musicales hace un análisis del baile nacional: "Hay tantas cuecas como chilenos existen. Es una música muy personal y cada uno le agrega su esencia", dice.
Eduardo Miranda
¿Tiene alguna cueca favorita? Y Margot Loyola, que no termina de escuchar la pregunta, levanta las manos y subiendo el volumen de su voz, canta: "Navegando va el Latorre/ sí, sí, sí/ mi vida, desmantelada cubierta /sí, señora". Es "El volantín", la cueca que escribió Cristina Miranda y que la propia Loyola musicalizó durante la década del 50.
Se escucha afinada y luce con energía. Sentada en el living de su casa, en La Reina, Margot Loyola acaba de recibir a un grupo de amigos que fueron a saludarla por su cumpleaños 95. La folclorista y Premio Nacional de Artes Musicales nació el 15 de septiembre de 1918, en Linares. Por eso esta semana no ha parado de recibir visitas y homenajes. A casi todos les canta, y cuando se cansa les recita: "Desde un cerro porteño/ se fue cortado sí, sí, sí/ un volantín azul y otro morado/ sí, señora".
Su marido, el investigador Osvaldo Cádiz (73) bromea: "Es que Margot fue patriota hasta para su nacimiento". Y ella termina la frase: "Vivo eternamente en Fiestas Patrias. Todos los días del año lo son. Me gusta comunicarme con la gente, con los amigos, escuchando desde discos de Víctor Jara, Violeta (Parra), a los Cuncumén, El parcito y Ester Soré".
Margot Loyola busca con la mano la presencia de su marido. Él se sienta a su lado y alza su voz para conversarle. Ella, mientras, le acaricia la mano o la rodilla. "Tú teníai 17 años cuando llegaste a mí y ahora tienes 73", le dice. Y luego, antes de lanzar una carcajada ronca, explica: "A mi siempre me gustó el hombre mucho más joven. Los cabros siempre me gustaron. Antes, de 15 pa' arriba y ahora de 18 pa' arriba". Se ríen juntos.
Desde 1958 que la pareja trabaja en conjunto, investigando y rescatando sonidos nacionales. También hacen música, a la cabeza del grupo Palomar, y la cueca es el ritmo favorito de Loyola. "Se ha dicho que es una danza y una melodía extraordinaria, única en el mundo. Creo que nos representa muy bien y que todos la queremos. Los que no la bailamos la cantamos, y quienes no la bailan ni la cantan, la sienten, que es lo principal", dice la folclorista.
-¿Qué es lo que más le gusta del baile nacional?
"Yo la cueca la siento con todo mi cuerpo, pero más que nada con el vientre (y se toca con las dos manos). Se siente con el hígado. Un temblor como cuando uno va a dar un examen y que se siente hasta en los intestinos. Cuando bailo cueca si no siento dolor en los ovarios es como si no hubiera bailado. Es muy sensual y yo calculo la forma de sentimiento en esta parte".
-¿Cuántos tipos de cueca puede distinguir?
"Me da la impresión que la cueca es conocida por todos. Hay tantas cuecas como chilenos existen. Es una música muy personal y cada uno le agrega su esencia. Se baila como se siente y eso es lo que más me gusta. Siempre he visto las canciones en colores. La música y la cueca son pura alegría y son rojas o amarillas. Pero hay drama también, cuecas que se cantan frente al ataúd y son muy especiales, esas son más oscuras".
En su casa, Margot Loyola continúa recibiendo a estudiantes que quieren aprender de su folclor. "Es una gloria que se acuerden de mí. Estoy con un sentimiento que me rebasa, porque me doy cuenta de que los chilenos amamos profundamente la tierra y estamos honrando a nuestros creadores", dice emocionada. Y remata con un mensaje para las nuevas generaciones de creadores: "Los jóvenes deben mirarse a si mismos y a su entorno, porque siempre pueden aprender algo. Cada persona puede representar un aprendizaje".
Homenaje
Margot Loyola viajará a Linares en octubre, junto a su grupo Palomar, para presentar un extracto de "Me niegan pero existo", un rescate de música chilena con raíces africanas.
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