La Hora
Por Cristian González Farfán
Las buenas ideas no siempre son fruto de largas planificaciones. A veces brotan de un segundo de inspiración o bien de un deseo muy oculto que de un momento a otro estalla.
Algo así sucedió con el profesor de música Esteban González, quien un día despertó y quiso formar una orquesta. Pero no como cualquiera.
La Escuela de Ciegos Santa Lucía de La Cisterna acogió su proyecto de vida. En 2004 González reclutó a un grupo de niños y jóvenes con "dedos para el piano" y juntos crearon la orquesta del establecimiento.
Su expulsión del colegio -por diferencias con la directora- no dejó la obra inconclusa: los chicos abandonaron el colegio y optaron por seguir la pista de su maestro.
"Los colegios siempre se quedan con las ideas, pero aquí todo salió al revés. Los chiquillos me llamaron y dijeron que querían seguir conmigo", dice Esteban González.
Pasearon su talento por todo Chile como Orquesta de Ciegos Santa Lucía, hasta que gracias a la municipalidad de San Miguel obtuvieron personalidad jurídica: desde el 2009 son oficialmente la Orquesta Nacional de Ciegos de Chile.
"Somos autodidactas. La orquesta tiene un sonido único", dice Manuel Rivadeneira (18), quien toca violonchelo y tiene apenas un 0,01% de capacidad visual. Lo acompaña su madre Wilma Arenas, quien valora la instancia porque Manuel "fue discriminado mucho tiempo".
Camila Becerra (19) es violinista y sufre de glaucoma bilateral congénito. Su enfermedad se hizo progresiva con el tiempo y hace cinco años perdió totalmente la visión. Admite que la orquesta le ha permitido "asumirse como ciega y desenvolverse mejor".
Por ahí también pasan las aspiraciones del profesor González, quien adaptó el sistema Braille de lectura musical para sus alumnos. "Han empezado a cambiar su mentalidad. Quieren ser ciegos activos, ser validados ante la sociedad". Pero para ello hay que dar un salto cualitativo: que su obra musical sea reconocida como un trabajo, con un sueldo permanente, tal como pasa con la Sinfónica o las orquestas juveniles.
"Si a esta orquesta la vieran en un país desarrollado, sería otra cosa, pero acá los ciegos son desplazados igual", reflexiona González. A su juicio, los músicos corren similar suerte porque "la gente nos ve sólo como entretención y no como un trabajo. Queremos vivir de la música".
La Falta De Recursos Es Un Dilema Constante
Los uniformes que lucen los miembros de la orquesta fueron donados por un grupo de adultos mayores de San Miguel. Tienen sus instrumentos musicales gracias a un proyecto de la Junaeb. Pero la norma general es una sola: con eso no basta. "Creo que esta orquesta debería ser declarada patrimonio", comenta Esteban González, quien cuenta que los "chicos hacen un esfuerzo increíble, no tienen plata para celulares ni para la micro". La orquesta recibió en 2006 la Orden al Mérito Institucional del Consejo Mundial de Educación, un premio que llena de orgullo a sus integrantes. Pero ni eso ha servido para contar con financiamiento permanente. "Estamos buscando la forma de sustentar esto a través de la Ley Valdés", dice González.
Los Prisioneros Son El Centro De Su Repertorio
Al imaginar una orquesta, automáticamente viene a la memoria la genialidad de Bach o Mozart. Pero el repertorio de la Orquesta Nacional de Ciegos pasa por la música popular. De películas o de intérpretes conocidos. Así se pudo apreciar en su presentación en la inédita Fiesta de las Artes de San Miguel.
La guitarra del director musical cumple el rol de la batuta. Los jóvenes no tienen partituras en sus asientos y tocan de oído. Con esta virtud extraordinaria suplen su discapacidad visual.
Cuando suenan los acordes de La Piragua el júbilo es total. Hasta los más tiesos comienzan a sentir el ritmo de la cumbia en sus pies. Como suele suceder con los chilenos tímidos.
Pero llega el mix de Los Prisioneros y el público explota de emoción. Pocas veces se tiene la oportunidad de oír las canciones del grupo en una versión "orquestada".
Se escuchan ¿Por qué no se van?, ¿Quién mató a Marilyn?, El baile de los que sobran, Sexo y La voz de los ochenta. Los aplausos se expanden por toda la explanada del Parque El Llano.
El homenaje a Los Prisioneros no sólo se da en instancias como esta: los tributan en todos los conciertos. Pese a su juventud, el baterista Simón Aguilera -con un 30% de visión- admira al trío sanmiguelino, pues "de chico jugaba con mi batería de tarro a ser Miguel Tapia".
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