viernes, noviembre 23, 2012

50 años de chicos malos, canciones y Rolling Stones









Wiken- El Mercurio

La banda británica partió siendo una respuesta a los angelicales Beatles: chicos malos con buenas canciones.

Jon Pareles, The New York Times Cincuenta años.

"No puedes escaparte de ese número", dice Keith Richards con una risita por teléfono desde París, donde los Rolling Stones han estado ensayando para sus conciertos en estadio y han tocado en teatros y pequeños clubes. Los Stones, liderados por Mick Jagger y el señor Richards (aunque los otros miembros han cambiado), hicieron su primera presentación en 1962. Y con menos de dos meses restantes de este año aniversario, la maquinaria de conmemoración y promoción se ha puesto en marcha. 

Hay conciertos agendados en Londres (25 y 29 de noviembre) y en Newark (13 y 15 de diciembre). Hay documentales, tanto nuevos (en HBO) como viejos (en DVD), así como una completa retrospectiva de películas y videos de los Rolling Stones en el Museo de Arte Moderno de Nueva York desde el 15 de noviembre hasta el 2 de diciembre. Incluso hay dos nuevas canciones que fueron grabadas este año: "Doom and Gloom," una canción de Jagger, y "One More Shot," escrita por Richards.

En cierta manera los Stones han estado haciendo lo mismo por medio siglo: tocando obstinadamente un rock n'roll poco pulido. Es música estadounidense -blues, country, R&B, gospel- modificada por las sensibilidades inglesas y a la vez abandonando el decoro y montando el ritmo de fondo. Sin embargo y en relación a esa música, todo significado concebible ha cambiado.

Lo que una vez fue considerado radical, sin sentido, incluso peligroso, ahora se considera privilegiado y de la vieja escuela. Las canciones que una vez escandalizaron a los padres son ahora clásicos para transmitir a los nietos. "Han recorrido todo el camino desde 'Es demasiado peligroso ir' a que la gente lleve a sus niños" a los conciertos, dice Jagger desde París. "Se transformó en un panorama familiar". Y una banda que una vez fue sinónimo de impulsividad desenfrenada se ha vuelto -a pesar de todas las probabilidades comerciales, culturales y químicas- en un símbolo de estabilidad. Los miembros ahora describen a la banda con una palabra inesperada para los Rolling Stones: disciplina. "Se requiere mucha disciplina para ser un Rolling Stone," dice Richards. "Si bien parece ser caótico, somos un grupo muy disciplinado".

Entrevistado por separado, el guitarrista Ronnie Wood, quien se incorporó a la banda en 1975, está de acuerdo. "Sin importar qué estuviera sucediendo en el exterior, sin importar cuánta fiesta armáramos", dice, "sentíamos una responsabilidad, y todavía la sentimos, de hacer buena música".

La simple familiaridad, a través del paso del tiempo y de las generaciones, es una de las razones por las que la popularidad de los Stones ha perdurado. Sin embargo podría decirse que desde fines de los años 80, cuando se juntaron para grabar "Steel Wheels" y regresaron al circuito de estadios, cada gira y cada álbum ha sido una gran victoria gracias a lo que lograron durante los primeros 20 años.

Para entonces, Jagger y Richards habían forjado un catálogo de grandes canciones, tan diversas como -para empezar- "The Last Time", "(I Can't Get No) Satisfaction", "Ruby Tuesday," "No Expectations", "Honky Tonky Women", "Brown Sugar" y "Gimme Shelter." No hay ingenuidad en las canciones de los Stones; ellas se han mantenido vigentes.

El potencial de la banda para vender es innegable. Los álbumes más recientes de los Stones, cuando logran hacerlos -el último fue "A Bigger Bang," en 2005- han vendido al menos un millón de copias cada uno solamente en Estados Unidos, sin siquiera contener singles particularmente importantes.

"Life," la autobiografía de Richards de 2010, lideró la lista de libros más vendidos del New York Times, y lo merecía, con su franca y caleidoscópica mezcla de sabiduría musical, crónicas de drogas, romance, conflictos, lealtades, ajustes de cuentas e improbable supervivencia. Los Stones siempre agotan las entradas a los estadios. La fascinación continúa.

La nostalgia y las canciones duraderas son parte del atractivo perpetuo de los Stones. También lo son los espectáculos de rock en grandes escenarios en los que ellos fueron pioneros, con suplementos inflables, pirotecnias o tal vez una grúa levantando a Jagger por sobre la multitud. (Ahora Taylor Swift anda en una).

No le hace mal a la venta de entradas que Jagger, de 69 años, todavía sea lo suficientemente ágil para saltar, moverse y contonearse por todo el escenario; cuando Maroon 5 logró un hit con "Moves Like Jagger," las audiencias jóvenes no necesitaron una nota explicativa. En una prometedora visión para sus contemporáneos menos ágiles y sus fanáticos nacidos en los años 60, Jagger tuvo suficiente desorden de estrella de rock para robarles completamente el show a los cantantes de la mitad de su edad en los Premios Grammy de 2011. ("Eso es bastante fácil", dice Jagger desde París. "Si tú estás haciendo un solo número, puedes romperlo todo".) Un video del primer concierto desde 2007, el 25 de octubre en el club Le Trabendo en París, muestra a una banda canosa y desarticulada pero que todavía se atreve.

Sobre el escenario y, muy a menudo, en el estudio, los Rolling Stones mantienen su sonido libre: es practicado y no debe ser confundido con algo caótico, precisamente impreciso. Sobre la batería de Charlie Watts, las dos guitarras de la banda comparten una maraña musical, constantemente entretejiéndose, desenredándose, reconfigurándose. "Siempre estamos deslizándonos entre el ritmo y el liderazgo", dice Richards. "Es una cosa intuitiva, instintiva. No podrías explicarlo".

Don Was, quien produjo "A Bigger Bang" y las dos nuevas canciones de la banda, dice: "Es una bonita conversación la que ellos desarrollan. Keith tomará algo que Charlie toca en los platillos, y lo hará reaccionar de cierta forma, lo cual inspirará a Ronnie a hacer otra cosa. Están constantemente interactuando".

LOS ANTI BEATLES

Pero las canciones y sus aptitudes para el show no explican del todo el enganche que tienen los Stones sobre su audiencia. Poco después de formarse, ellos hicieron una elección tan crucial como sus gustos musicales. Su manager de comienzos de los 60, Andrew Loog Oldham, los instó a convertirse en los "anti-Beatles": el opuesto de la educada, uniforme y limpia banda de rock & pop.

"Al ser Los Beatles tan demasiado limpios, estaban obviamente usando el sombrero blanco", recuerda Richards. "El otro papel a jugar era el de ponerse el sombrero negro. Mientras más nos atacaba la prensa, más te encontrabas a ti mismo en el papel del villano. Y después nos acostumbramos. Era más fácil. En los Stones podías realmente ser tú mismo".

Esa actitud no sólo liberó a los Stones para verse, comportarse y escribir como se les ocurriera, sino también los transformó en arquetipos del rock, viviendo una libertad -y licencia- con que la mayoría de sus fans sólo podía soñar. Por supuesto que antes había habido hombres salvajes del R&B y la rockabilia, y Jagger claramente los estudiaba, pero sus carreras fueron más cortas o mucho menos celebradas. Los Stones, ingleses inadecuados, rompieron con las corrientes convencionales, creando un ejemplo para todo holgazán del rock, talentoso o no, que vino después. Décadas más tarde, en gigantes escenarios y en medio de efectos computacionales, el distante olor a anarquía de los Stones todavía atrae, especialmente porque es acentuado por el ajustado, pero suelto, sonido de la banda, esa forma en que incluso canciones venerables suenan caóticas.

La consecución por parte de los Stones de su arquetipo de forajidos es la línea central de "Crossfire Hurricane," un documental que recorre los primeros 20 años de la banda, de HBO. "Ellos comienzan jugando este rol, ellos se convierten en el rol, y después ese rol casi los mata", dice el director, Brett Morgen. Y finalmente, como dice Jagger en la película, los Stones cambian de ser "la banda que todos odiaban a la banda que todos aman".

"Crossfire Hurricane" recurre a otros documentales más viejos sobre los Stones que ahora se ven sorprendentemente ingenuos. El material más temprano viene de "Charlie Is My Darling," el documental de Peter Whitehead de una caótica gira de los Stones por Irlanda en 1965, que mostró conciertos que a menudo eran finalizados antes de tiempo mientras las audiencias despotricaban contra el escenario; esa película recién ha sido lanzada en DVD, junto con craqueladas presentaciones en vivo de la misma época. Los jóvenes Rolling Stones eran serios, considerados y se divertían con la furia que generaban sus presentaciones. "Éramos niños tan simpáticos, bajo todas las apariencias", recuerda Jagger. "Fue un tiro por la culata para Andrew Oldham: Los Rolling Stones son los rebeldes. Y el tiro por la culata fue bastante intenso, porque nos etiquetaron con esto y fue una profecía auto-realizadora".

La violencia dio paso a la decadencia. Los Stones terminaron una gira por Estados Unidos con el deprimente concierto de 1969 en Altamont, California, donde cuatro personas murieron, y luego se retiraron a los estudios para grabar dos de sus piezas maestras: "Sticky Fingers" y "Exile on Main Street". La racha de grandes álbumes comenzó con "Beggars Banquet" en 1968 y "Let It Bleed" en 1969. Las cámaras los siguieron a las grabaciones de "Exile" -drogados, como cuenta Richards en su libro, con cocaína y heroína- y a una gira en 1972, donde Robert Frank filmó un video rara vez mostrado con un título irreproducible. "Crossfire Hurricane" incluye desinhibidas escenas descartadas de esa filmación, con desnudos casuales y abierto uso de drogas. "Yo era un adicto muy bien adaptado", dice Richards. "Nunca sentí que eso dificultara lo que yo hacía. Pero era raro encontrarse a uno mismo en medio de un experimento que siguió por demasiado tiempo".

No podía durar. Luego de que un arresto en Toronto en 1977 amenazara con dejarlo en prisión y separar a la banda -el mismo que inspiró una de sus mejores canciones, "Before They Take Me Run"-, Richards puso fin a sus hábitos heroinómanos. "Ya no la echo de menos", dice. "Pero sí sueño con ella algunas veces". Le recuerdo que su última canción es "One More Shot." Él responde, "Te puedes inyectar un montón de cosas".

LA RUTINA DEL ROCKSTAR

Después de que Wood se unió a los Stones, la banda tuvo su álbum de mejor venta con "Some Girls" en 1978, quitando terreno al estilo disco y al punk que estaban saliendo de Nueva York. Sin embargo para comienzos de los 80, la camaradería de la banda estaba desapareciendo; "La Tercera Guerra Mundial" es como Richards ha descrito sus roces con Jagger. "Fue una época muy difícil", dice Jagger. "Todos estábamos hartos -un poco aburridos, la verdad. No hay muchas cosas buenas ahí". Jagger, y después Richards, comenzaron bandas propias mientras hacían erráticos álbumes con los Stones.

Pero con "Steel Wheels" en 1989, los Stones reemergieron en su estilo actual: una banda que hace ostentosas megagiras aproximadamente cada cinco años, ligadas a un nuevo álbum o, en este caso, a una compilación de éxitos con dos nuevas canciones (llamado "Grrr!").

"La gente dice 'Ah, es un negocio,"' dice Jagger. "No es realmente el negocio mismo. Es la creación de todo el asunto. Por supuesto que el dinero es parte de eso, pero lo más importante es poner el asunto en marcha, con cientos de personas y toneladas y toneladas de equipos. Es una misión interesante".

Jagger agrega: "Cuando estás en el comienzo de tu carrera, estás en la banda las 24 horas del día. Pero a medida que envejeces ya no quieres hacer eso. Yo creo que la banda está contenta de estar en la banda, y también a la banda le gusta no estar en la banda. Es un buen equilibrio".

Los Stones dicen que en los ensayos en París la moral está alta. "Una vez que se cuelgan las guitarras, están de vuelta", dice Watts. "Lo hemos estado haciendo por tanto tiempo, es lo que hacemos".

La banda está examinando su catálogo, pero Jagger sabe que la audiencia espera los grandes éxitos. "No quiero ser totalmente predecible, lo cual es difícil cuando has estado haciendo algo durante 50 años", dice. "Son los Rolling Stones sobre el escenario. Ya sabes cómo es. Tocan 'Honky Tonk Women.' Tocan 'Satisfaction.' La gente que viene a un show de 50 años espera cierto tipo de predictabilidad".

Richards, por su parte, se declara a sí mismo "impresionado" por la longevidad de la banda: "Hay un cierto pegamento magnético que nos une a todos, que predomina sobre cualquier otra cosa periférica," dice. "Una vez que nos ponemos detrás de nuestros instrumentos, hay algo más grande. La suma es superior a las partes. Sólo hay un sentimiento de que estamos destinados a hacer esto, que tenemos que hacerlo, y nosotros sólo seguimos ese curso".

Jon Pareles, The New York Times.



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