domingo, noviembre 25, 2012

Contrapunto de Libros: Keith Richards: Vida- Geoff Emerick: El Sonido de Los Beatles





Casa Central


Podría escribirse la historia de la música necesariamente?, se pueden hilar ciertos aspectos que se pasan por alto por cierto… pero hay que tener algo por seguro: la música es vida, y es algo inútil darle la misma importancia al comentario, al estudio o a la critica, que a la importancia que se merece la música. La música vive, y como vida es eterna, casi alcanzando el nivel de los dioses, los comentarios, las criticas y los estudios en cambio son opiniones mortales sobre aspectos divinos, es decir a millones de pies por debajo del ser musical…

Teniendo esto en claro, y además acotando que para poder entender la historia de la música chilena es imprescindible mirar mas allá de las fronteras, podemos dar los pasos necesarios para acercarnos a este par de libros de música inglesa, y se trata sobre dos puntales fundamentales, el libro de Keith Richards (guitarrista de los Rolling Stones) : Vida; y el libro de Geoff Emerick (uno de los principales ingeniero de sonido de The Beatles): Here, there and everywhere, o como se conoce en edición española “El sonido de los Beatles por su ingeniero”; sin duda son rastros y datos de primera mano sobre todo esta proceso musical que comienza en los 50 y que fue revolucionariamente importante en la historia de la música popular a partir de la década del 60; Keith Richard, por cierto que cuenta la historia desde dentro de lo que le tocó vivir toda la carrera de los Rolling. Mientras Emerick cuenta con lujo de detalles los procesos evolutivos del trabajo de Los Beatles durante sus años mas importantes.

Primero que nada, estos libros son casi inencontrables en Chile, y si los busca por ahí el precio es desorbitante, si puede trate de comprarlo a través de Amazon USA, sino tiene tarjeta pídale a un amigo que se los compre, no los dos juntos, pruebe primero con uno. Lo recibe, lo lee. Y después pida al otro, así no se autoexige demasiado, y así también se evita el IVA y los derechos de aduana que pueden multiplicar el precio de los dos libros más allá de lo que tiene estimado.

Primero hay que imaginarse un ambiente de guerra y post guerra en Inglaterra, con todo lo que ello significa; estar preparados para los ataques de las fuerzas alemanas, después del fin de la guerra vivir diariamente con la destrucción de la ciudad que se mantiene por largos años, así también como el racionamiento alimenticio. Sin duda no es un ambiente sicológicamente muy tranquilo; y así también dentro de ese ambiente, las radios en Londres mantenían su tradicional secuencia de música que habían transmitido por décadas, las únicas alternativas que tenían los Ingleses de escuchar música distinta era sintonizar Radio Luxemburgo, que transmitía su señal desde Europa, y que tenía diversos espacios con música norteamericana, esta es la vía bajo la cual el medio inglés se fue influenciando paulatinamente de música Norteaméricana, y algo que descubren estos libros: Podían recibir la música norteamericana puramente en sus oídos sin saber que cara, que rostro, que color de piel tenían los músicos, sin saber cual era la situación de segregación racial que podían tener esos músicos en su propio país, y que grado de difusión tenían allá; los ingleses recibían la música desde la distancia; llegando a pedir directamente singles a los sellos norteamericanos sin intermediarios, y crearon desde la lejanía una recopilación sonora tan completa de la música norteamericana, de tal calidad, que ni los mismos norteamericanos podían lograr con todas sus segregaciones y aislamientos regionales que vivían diariamente; por lo tanto el sonido que llegó a Inglaterra era toda la paleta sonora americana sin limites. Por supuesto que después se percataron del rostro, del fraseo, de los colores de los intérpretes, de los estilos, de la forma de tocar, pero el contacto y el aprendizaje ya estaba instaurado.

Los primeros espacios de encuentro de los interesados en la música eran los colegios, después algunos de una u otra forma entraban a las escuelas de arte, que no eran mas que escuelas técnicas sobre aspectos vinculados al diseño o a la industria publicitaria, pero que permitieron los espacios generacionales para poder compartir y escuchar todas las nuevas propuestas que llegaban de Norteamérica. Fue cosa de tiempo que los jóvenes británicos comenzaran a interpretar esta música, y el espacio natural fue aquellos lugares en que se cobijaban las expresiones del Jazz; ahí cupieron el blues, algunas expresiones de R&B, aunque nunca faltaban aquellos puristas que veían con horror que estas interpretaciones no tenía sincopa, y cómo el blues “diabólicamente” se electrificaba haciendo perder, según su percepción, toda aquella pureza divina de su origen.

De ahí a que los jóvenes pudieran crear sus grupos, tener aceptación en los medios, a que la industria musical se alimentara de estas expresiones o de otros jóvenes que recién salidos de la secundaria querían probar suerte en un sello de grabación, eran cosas que podían ocurrir naturalmente. Se percibe la naturalidad de los pasos, de la vida, algo que sería casi imposible hoy en día en la cual las variables se miden después de evaluar a tantos postulantes, tantos curriculums, tanta experiencia de seguro en una situación similar. Esos milagros hoy no ocurrirían, y tal vez de cuanto nos estamos perdiendo.

Así por un lado un joven comenzó a ser guitarristas de los Rolling, una agrupación que estudiaba con devoción las expresiones del Blues norteamericano, por otro lado un joven de casualidad lo llaman a trabajar en los estudios ubicados en Abbey Road de la EMI; uno se ve arrastrado desde su amor al Blues a las presión por componer, por arrancar de las chicas, y por verse enfrascados en toda esa llamarada que habían abierto poco antes The Beatles. El otro llegó después de algunos meses a estar en la sala de grabación de The Beatles, y con el tiempo llega a romper las estrictas reglas del sello de grabación para probar nuevas experiencias sonoras, nuevos acercamientos, compresiones, experimentación al máximo para sacar provecho a esas grabadoras de 4 pistas con nuevas texturas y sonidos que cambiarían para siempre el mundo del registro sonoro de la música popular.

Las drogas, el alcohol, las jornadas extenuantes de trabajo se mezclan en los libros; las rencillas, las peleas, el trabajo milagroso de hermanos musicales, también queda reflejado después de leer estos voluminosos libros.

En el libro de Keith siempre queda la sensación que su mirada subjetiva de alguna u otra forma mira livianamente todas aquellos exceso de su vida, los mira desde la vejez, y de la experiencia de estar vivo después de todo lo consumido, lo cargado, lo vivido. En sus páginas se saborea de otra forma cierto grado de sabiduría musical, de cómo pudo reinterpretar esas tradicionales cuerdas de la guitarra transpuesta en el rock, de cómo su vida estuvo llena de amores, de drogas, y de una muerte segura.

En las líneas de Emerick, está la visión mas objetiva posible de la intimidad del estudio de grabación de los Beatles, como no hay libros, ni creo que hayan de registros autobiográficos de ninguno de ellos, ni de su productor, las mirada de Emerick, es la mas cercana disponible, y también nos da toda sensibilidad de abrir horizontes, de probar, de entregarse enteramente por el trabajo que amaba, y como ha pesar de todo el grupo de desarmaba ante sus ojos, y como nunca pudo darse cuenta que pronto llegaría el fin de esa historia.

Si el rock puede ser carne de estudio musicológico, pues bien , que otros lo hagan,, creo que eso se lee frecuentemente como una autopsia, en cambio en las paginas de este par de libros hay vida por montones, está la mirada transparente de que todo era posible, y de que a las finales todos eran inmortales, hasta el fin.

Sexo, Drogas, Rock and Roll mirados y contados desde la carne y el alma, vistos con cercanía, con todo el mundo y la vida que eso significa, para poder aprender de donde partimos, en que estamos y hacia donde vamos.

Víctor Tapia

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