En un día con una intensa temperatura, el festival congregó estilos como el pop, la sicodelia y el funk y tuvo peaks con las actuaciones de The Walkmen, Dinosaur Jr. e Illya Kuryaki. El acceso y los puestos de comida fueron un problema para los asistentes.
FELIPE RODRÍGUEZ y JOSÉ VÁSQUEZ
Comenzó con puntualidad como lo avisaba el cartel. Recién pasaban algunos minutos del mediodía y los emergentes Protistas subían al Escenario Latino a defender las canciones de su recién estrenado álbum, "Las Cruces" (2012).
A esa hora el sol pegaba duro y el escaso público que comenzaba a llegar al espacio Broadway, ubicado en la Ruta 68, le hacía una finta a la música: la mayoría prefería instalarse en las piscinas. La segunda versión del festival Primavera Fauna tenía este año su propia meta: dar un salto rotundo con respecto al debut de 2011. Y casi lo consiguió. Si el año pasado partió tímido y con !!! y The Raveonettes como responsables de la fiesta, esta temporada era la hora de ponerse los pantalones largos. No sólo el cartel concitaba interés -la presencia de Pulp es un pequeño hito para los que fueron jóvenes en los 90-, sino que las exigencias eran mayores. La asistencia de público -diez mil personas- era el doble del año pasado y los grupos eran exponentes sólidos en diversos estilos. Pero, como suele suceder en este tipo de festivales, hubo problemas. El lento acceso desde la carretera provocó atochamientos y los sitios de comida fueron un parto: sólo para comer algún sándwich o papas fritas, las personas debieron hacer filas por más de treinta minutos.
Con el sol en su máxima expresión, Francisca Valenzuela brindó un show correcto y breve que fue la antesala de José González. El sueco de padres argentinos amortiguó la alta temperatura con canciones templadas e intimistas. El músico estaba en consonancia con el calor: sus melodías, inspiradas en Simon & Garfunkel, llamaban a escuchar y no bailar; a contemplar en lugar de enloquecer. Estuvo casi una hora soltando su folk bucólico y se ganó al público que pidió un bis que nunca llegó.
Mientras la audiencia subía y las piscinas se llenaban de personas, Astro subió al escenario latino para confirmar sus virtudes en vivo. Y lo lograron rápido: su propuesta sicodélica bailable se plegó a los deseos de un auditorio que, a esa hora, quería comenzar a moverse. Como de costumbre, fueron de menos a más. Partieron casi con indiferencia y, luego, empujados por títulos como "Maestro distorsión" y "Mono tropical" -apoyados por una coreografía de mujeres enmascaradas- se metieron al auditorio en el bolsillo.
Cuando el sol comenzaba a decaer, The Walkmen cumplieron con su cartel de estrellas de banda de reparto. Ese repertorio de canciones delicadas, elegantes e ideales para musicalizar un capítulo de "Mad men" lo desarrollaron con una calidad impresionante. Entre temas como "Blue as your blood", "Heartbreaker" y la finísima "On the water", los estadounidenses se balancearon por ese rock nostálgico y guitarrero de sus comienzos, cuando compartían cartel con The Strokes y The White Stripes, hasta su actual interpretación, donde la emotividad instrumental y el timbre vocal de Hamilton Leithauser, similar al Bob Dylan de comienzos de los 60, gatillan una de las mejores versiones del pop distinguido de esta década.
Con un nuevo álbum recién bajo el brazo, "Elegancia tropical" (2012), los colombianos Bomba Estereo ejecutaron un show donde exponen claramente sus preferencias: el sonido caribeño enlazado a melodías sintéticas que invitan a mover pies y cadera. Lo suyo fue un triunfo y una advertencia: son más que el single "Fuego".
Mientras Dinosaur Jr., la banda grunge antes de que existiera el grunge, prendió la mecha con un show eléctrico y distorsionado en que la dupla compuesta por el líder J Mascis y el bajista Lou Barlow reinterpretaron la urgencia y el frenesí del rock independiente noventero con énfasis en su última obra, "I bet on sky" (2012).
El mismo espíritu de esa década fue el que atrapó Illya Kuryaki. Con ese sello de funk canchero, los argentinos lograron simpatizar, aunque con pocas novedades. Cerca de las 23 horas, Clap Your Hands Say Yeah, émulos de Talking Heads, calentaban motores en espera de los shows más esperados: Jorge González recreando por primera vez el disco "Corazones", y Pulp debutando en el primero de sus dos conciertos en el país.
25 shows en el festival
Desde Protistas a Pulp, fueron cerca de 14 horas de música continua en esta segunda edición del evento.
Música, sol y piscina
Los 28 grados de temperatura que marcó Santiago ayer tuvieron en las piscinas de Espacio Broadway el mejor escape del calor. Rodeados por una serie de músicos electrónicos que se turnaron durante toda la jornada -entre ellos Daniel Klauser, Goldroom y Surtek Collective-, decenas de bañistas aprovecharon las instalaciones para disfrutar en el agua acompañados de algún trago de alcohol. Beneficios de un evento para mayores de 18 años. Otros se divirtieron flotando en unos llamativos patos inflables que uno de los auspiciadores del evento repartió entre el público.
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El cierre del festival cautivó con el revisionismo del ex líder de Los Prisioneros y los británicos más queridos del brit pop. Atochamientos de autos y largas filas para comer fueron la nota roja del evento.
El final de Primavera Fauna era una contradicción. En un festival consagrado a escuchar a músicos contemporáneos, los shows de Jorge González y Pulp, los principales de la jornada, rendían culto a una mirada que, cada vez con mayor frecuencia, se repite en el Primer Mundo: el revisionismo.
Aunque los horarios de los shows se respetaron y las más de diez mil personas que llegaron al Espacio Broadway, en plena ruta 68, se retiraron conformes con el sonido de los espectáculos a lo largo del día, los baches fueron otros. Los interminables tacos para llegar e irse del recinto sacaron de quicio a la mayoría. Si para ingresar, los asistentes demoraron largos minutos por los atochamientos que comenzaban en la carretera, el retorno se extendió por una hora. Salvo las escasas 200 personas que se quedaron en el escenario electrónico para alargar la noche, las hileras de vehículos que regresaban a Santiago se volvían interminables.
No fue el único problema. Los lugares de comida y bebestibles se hicieron pocos -habían filas de cientos de personas tratando de conseguir sándwiches y hot dogs -, los baños colapsaron -especialmente los de mujeres- y el servicio de micros se tornó exiguo para la alta cantidad de público que se concentró a la salida al terminar el último show.
La música, en tanto, convenció de que este es el festival con mejores nombres de la temporada primaveral. En el escenario latino, Illya Kuryaki cerró su frenético set con "Abarajáme" (1995), el primer hit que tuvieron en el continente. Entonces, de inmediato vino el pase para que comenzara su presentación Clap Your Hands Say Yeah.
El grupo de Brooklyn, capitaneado por Alec Ounsworth, salió a realizar la primera de sus dos presentaciones en el país y lo hicieron ordenando bailar bajo las instrucciones del mismísimo demonio. Con "Satan said dance", esa parodia oscura de rock independiente sampleado para la discoteca atrajeron a un público que ya llegaba para encontrar un mejor puesto para el plato fuerte de la noche: Pulp.
Ounsworth, con su voz característica al borde de la desafinación y con reminiscencias de David Byrne remató su presentación en alto, con el público agradeciendo su hora de música y con cimas en temas como "Is this love?" y "The skin of my yellow country teeth".
El ambiente y la temperatura eran inmejorables para recrear "Corazones" (1990), el álbum más popular en la carrera de Los Prisioneros. Junto a la tecladista Cecilia Aguayo y su marido, Uwe Schmidt, Jorge González dio otra prueba de su presente pletórico. Por primera vez, el ex líder de Los Prisioneros se sintió querido por todos. Los demonios de sus supuestos adversarios -sobre todo, en la prensa- quedaron en la historia y el músico disfrutó su rol de sumo pontífice del rock chileno. Cantó con ganas, recordó que ese disco es de "la transición de mi vida" y no olvidó la ironía para hablar de los comienzos de su carrera cuando lo acompañaban "unos colegas". Fue una victoria plena de un álbum cargado de himnos masivos, aunque es hora de verlo con un repertorio de novedades.
El cierre con Pulp fue, para la mayoría de los asistentes, un sueño hecho realidad. Introducidos por error a mediados de los 90 en el vagón repleto de brit pop -a un rincón de los súper héroes, Blur y Oasis-, su show se concentra en un solo personaje: el vocalista Jarvis Cocker. Teatral, juguetón y divertido, el cantante es el hilo que enhebra la música intrínsicamente británica del grupo con líricas que recurren con agudeza a los pensamientos más recurrentes de la humanidad: el amor, el futuro, la tristeza y la muerte. Cocker y su equipo nunca bajaron la guardia. Partieron con "Do you remember the first time?", instaron al baile con "Disco 2000", afianzaron su diversidad musical con "This is hardcore" y "I spy", y desataron el delirio masivo con "Common people".
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Queda festival
Como parte de los sideshows, hoy toca The Walkmen en la ex Oz y el miércoles Clap Your Hands Say Yeah en Amanda.
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