El Mercurio
Ayer, el evento concentró menos espectadores que el sábado, pero ofreció mayores alternativas musicales. En total, unos 60 mil asistentes tuvo el festival de rock.
Andrés Panes
Los dos grupos que iniciaron la segunda sesión de Maquinaria, Villa Cariño y Kita, vivieron experiencias opuestas mientras tocaban prácticamente al mismo tiempo. El escenario de los nacionales, si bien mostraba escasa audiencia, tenía un público dispuesto a soportar el sol inmisericorde de las 14:00 horas para escuchar música tropical. Claro que Villa Cariño no sólo es pachanga, sus letras disparan consignas sociales y políticas, aunque su profundidad equivale a la de un universitario que recién viene descubriendo la lucha de clases. Con "Mi prisionera", de Zalo Reyes, y "Política, amor y revolución" (dedicada a Víctor Jara), la banda marcó sus mejores niveles. Kita, en cambio, tuvo un deshabitado debut en Chile, culpa del horario y la baja difusión de su música en nuestro país.
Pánico le inyectó adrenalina al domingo con sus melodías vibrantes y circulares, diseñadas para bailar de noche, pero igualmente útiles en un contexto festivalero. Con su disco "Resonancia" recién salido, los comandados por Edi Pistolas y Carolina Tres Estrellas también repasaron catálogo anterior. En "Illumination", el camión que pasaba mojando a la insolada concurrencia hizo una providencial aparición. Gran momento. A varios metros, Camila Moreno demolía su personaje de cantautora folk con un show denso, similar al que desplegó en Lollapalooza, y de especial énfasis en las percusiones, influidas por las búsquedas de Radiohead desde "Kid A". El próximo disco de la solista, "Panal", augura mayor buceo en esas aguas.
Para The Suicide Bitches y Prefiero Fernández, Maquinaria fue un terreno donde foguearse, sin prestar atención a la escasa convocatoria que despertaron sus respectivos debuts en eventos de este tipo. Ambos grupos vienen de presentarse en locales pequeños de la capital, un circuito que ahora amplían al aire libre con su rock vital; sucio en el caso de The Suicide Bitches, y melódico en el de Prefiero Fernández. Mientras, el punk gitano de Gogol Bordello levantaba la primera polvareda del día: el pulso saltón de sus canciones alentó las primeras muestras reales de algarabía de parte un público que, a eso de las cinco y media de la tarde, continuaba siendo esquivo. Ya se sabía que los formados en Manhattan dejarían el alma sobre el escenario, tal como en sus venidas anteriores a nuestro país.
A la hora de los grandes números, grande fue también la desazón. La espera de más de una hora por el show de Los Tres desequilibró la agenda de quienes se programaron para verlos. Buena parte de ese público emprendió rumbo a Slash. Pero ver al ex Guns N' Roses era como mirar por enésima vez la misma película: independiente de lo buena que sea, aburre. Todo su nuevo material, en especial el reciente "Apocalyptic love", es predecible, y obedece a una fórmula que padece todos los tics del rock pesado de la Norteamérica post grunge. Lamentable por su vocalista, el impresionante Myles Kennedy, eternamente opacado; primero en Alter Bridge (el proyecto de los salidos de Creed) y ahora atrapado en el laberinto del revival.
A las 19:00 horas, Deftones volvía a prender la llama. Su romance con Chile ya amerita comparaciones con Iron Maiden y Faith No More: vienen seguido y la comodidad que sienten se traduce en cada una de sus excelentes presentaciones. Maquinaria se anotó en el listado de conquistas que el grupo de Chino Moreno acumula en tierra local. La chapa de aggrometal le queda chica hace años a una banda con referentes tan ricos como My Bloody Valentine y Hum, pasados por un filtro que mezcla episodios de violencia con pasajes sónicos templados. Otro éxito para los californianos, que seguían con su set mientras Jorge González alistaba su paso por el festival, con el sol cayendo y el número de asistentes aumentando.
Los escenarios principales cerraron con el ánimo arriba. Calle 13 impuso otra vez su incontinencia verbal, cortesía de Residente, el personaje principal del grupo y sus canciones. The Prodigy se vio beneficiado por la óptima recepción que gozaron los boricuas. La banda de Liam Howlett tuvo en sus manos la opción de cerrar Maquinaria con honores, y la aprovechó con una descarga de energía cyber punk que dejó a varios con los pelos de punta. "Poison" y "Breathe", entre otras canciones, electrizaron el ambiente en Las Vizcachas, convertida durante el concierto de los británicos en una ciudad en ruinas después del apocalipsis.
Lo bueno y lo malo del festival
La tercera versión del evento rockero trajo grandes novedades, como el cambio de locación y la posibilidad de acampar. Unas funcionaron, otras no como se esperaba.
Diego Rammsy S.
Lineup
Lo bueno:
Sin duda, Kiss fue el show más esperado y un espectáculo completo. Fuegos artificiales, humor y rock de alto voltaje. Marilyn Manson, Deftones y Slayer también arrastraron bastante público y respondieron con actuaciones de calidad.
Lo malo:
El desequilibrio entre ambas jornadas. Si bien el sábado se logró convocar a cerca de 40 mil personas, el domingo la concurrencia fue mucho menor. Calle 13 fue uno de los cabezas de cartel, pero sus visitas frecuentes a Chile le quitan novedad y The Prodigy, otro número fuerte, no logró masividad como para cerrar un festival.
El lugar
Lo bueno:
El Club de Campo Las Vizcachas ofreció un hermoso paisaje, con cerros y mucha naturaleza.
Lo malo:
La explanada donde se ubicaron los cuatro escenarios era extremadamente árida y calurosa, desprovista de toldo para resguardarse del sol y de los 28 grados que se alcanzaron el domingo.
Sonido:
Lo bueno:
Las críticas que tuvo Maquinaria 2011 por un sonido que dejaba que desear, se acallaron.
Lo malo:
Todos los escenarios apuntaron a una misma dirección, como una medialuna. Esto provocó que pudieran escucharse más de un show al mismo tiempo. Los dos escenarios principales estaban muy juntos, aunque nunca funcionaron de forma simultánea.
Comida y bebida
Lo bueno:
El agua no fue escasa e incluso era repartida por personas cercanas a los escenarios principales. El carro de mote con huesillo fue todo un acierto.
Lo malo:
La oferta para comer. Todas las opciones eran de comida chatarra, como pizza, hamburguesa y choripán.
Servicios
Lo bueno:
Los baños químicos dispuestos pudieron cumplir a la demanda diaria. El puesto de enfermería era vistoso y de fácil acceso.
Lo malo:
Sólo ubicaron dos sectores de baños y un solitario cajero automático, que si bien nunca colapsó, estaba falto de indicaciones.
Accesos
Lo bueno:
Ambos estaban indicados de forma clara en el mapa, y que sólo hubiesen dos (uno VIP y otro general), simplificaba la llegada.
Lo malo:
El Camino San José de Maipo no estaba preparado para recibir a tamaño gentío. La llegada y salida del sábado fue caótica, y los atochamientos pudieron provocar accidentes.
Camping
Lo bueno:
El sector destinado para las carpas era ideal, fresco y amplio.
Lo malo:
No existió un acceso que conectara directamente el camping con el evento, lo que obligó a los campistas a rodear el festival entero en cada trayecto por un polvoriento camino. Además, la falta de iluminación fue una queja constante en los desplazamientos de noche.
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