domingo, mayo 12, 2013

Las mil y una historias de Big George, el chaperón chileno de las estrellas de rock

El Mercurio


Por años tuvo el trabajo soñado: ser el acompañante de los músicos que visitaban Chile. Las increíbles vivencias de Jorge Rojas dan para escribir un libro. Aquí nos cuenta algo de esa vida junto a las estrellas.

Juan Ignacio Cornejo K.

Su nombre es Jorge Rojas, pero es conocido mundialmente -y no es broma- como Big George. Desde los 90 que empezó a trabajar con productoras y casi por una década estuvo fijo en DG Medios como attaché , trabajo en el cual era el contacto chileno para cada artista y mánager. Él debía solucionar cualquier requerimiento.

Big George entró en esto acompañando a un amigo que hacía seguridad para productoras. "El 98 empecé a trabajar para DG Medios", dice, y ahí conoció al partner de toda su vida, Little George.

Los seudónimos corrieron por cuenta de David Copperfield, quien en una visita a Chile utilizó esos nombres para diferenciar a ambos Jorges. Rojas era el compañero de Jorge Aguilera, que manejaba la van de la cual él a veces era copiloto y con quien se repartían funciones. "Él se hacía cargo del production manager y de los técnicos. A mí me tocaba trabajar con el tour manager y el artista", aclara.

Ya hace algunos años que Jorge Rojas no está en la productora, pero ha seguido ligado a este mundo, pues es una referencia para varias de las empresas más nuevas gestoras de conciertos y de algunas con vasta experiencia pero que siempre prefieren contar con alguien de su recorrido para tratar a músicos de primera línea.

Le tocó vivir en carne propia cómo Chile se fue transformando en una plaza obligatoria de lo que él llama "el súper circuito mundial". Rojas ha comprobado que "se sabe por el boca a boca que la audiencia acá es mucho más efervescente que en otras partes y eso gusta".

Esa efervescencia a veces se transforma en problema, "en especial con los grupos para público teen . Es tremendo, las fans mujeres sobre todo se vuelven locas, son súper kamikaze y no miden las consecuencias. Cuando llegó Shakira, las chicas se metieron por Policía Internacional y se descontroló todo". Narra episodios con miles de personas en los aeropuertos y problemas tan curiosos como una niña que saltó tijera en mano a cortarle un mechón de pelo a Alanis Morissette.

En general, los músicos lo disfrutan, pero le ha tocado ver un par de decepciones. "A PJ Harvey le hicieron regalos, no eran muchas las fans, ella no pescó ni firmó nada. Dijo que los regalos no le interesaban y nos quedamos nosotros con ellos".

Varias veces ha sido Big George el encargado de acercar a estos personajes medio endiosados a la ciudad y a la gente. "Eric Clapton fue al Parque Arauco y terminó comiendo en un KFC, que le encanta", suma Jorge, por dar otro ejemplo llamativo. Y en una venida de Toto, terminaron viendo a un tributo a ellos mismos y con los norteamericanos pidiendo sus propias canciones a una banda llamada África.

De la gente que ha conocido, Billy Gibbons tiene un lugar especial para él, al punto de terminar como amigo del barbudo líder de los históricos ZZ Top. Es con quien tiene probablemente las historias más bonitas y hasta hoy siguen en contacto.

En el show más masivo de Iron Maiden (en el Club Hípico, ante más de 60 mil personas), pudo ir con la banda al funicular del cerro San Cristóbal y verlos hacer la fila entre la gente, casi de incógnito. De esa experiencia, relata lo que describe como un momento mágico: "El guitarrista Janick Gers y el baterista Nicko McBrain entraron a la capilla de la Virgen a dar gracias y Gers me regaló una vela y me dijo 'para que ores por tu mamá que te cuida desde arriba'".

En las primeras venidas de Deftones e Incubus, Big George debió enfrentar a los miembros de las bandas en los momentos más locos de sus vidas. "Venían bien desenfrenados; a medida que van creciendo se cuidan más". Sexo, drogas y rock and roll, reza el lema. En esa época, llevó a las bandas al barrio Suecia "y todos terminaban enganchando minas y se las llevaban al hotel, lo clásico".

"Muchas veces el artista es súper tranquilo, es el entorno el que pone todo más tenso", explica Big George, quien piensa que ejerció el oficio soñado por miles gracias a su profesionalismo, pues siempre trató con respeto al artista, sin dejarse llevar por fanatismos o impulsos. "Es una pega bonita", confiesa. No hay por qué no creerle. Los recuerdos, regalos y lazos que el tiempo le dejó son, a la larga, sólo para él.

En la primera visita de Snoop Dogg, Rojas no pudo evitar que el músico y su gente hicieran una fiesta en la pieza. "Al final, igual la hicieron y una mina le robó la Blackberry a Snoop", recuerda. Después apareció el teléfono, pero llegaron incluso los carabineros para poner orden. Lo más cómico, comenta Jorge, es que "las groupies eran chicas; una de ellas era una niña de unos 20 años y bien cuica. A la mañana siguiente el cuadro era ella sentada entre sus papás -a los que habían ido a buscar a la casa- y ella con el escote firmado por Snoop Dogg. Imagínate las caras de los papás".

No dejen de creer en The Police

El jefe de producción de The Police preguntó si en Chile había una banda tributo a Journey, porque el día del concierto era el cumpleaños de su pareja y quería regalarle un show íntimo. Big George consiguió a los chilenos Frontiers, que se instalaron atrás del escenario, en el lounge en camarines.

"Terminó de tocar Beck, el tipo sentó a su mujer (adornó con flores y todo), abrieron el telón y Frontiers partió tocando 'Faithfully'. Se empezó a juntar gente, llegaron Beck, los técnicos, Andy Summers, Sting y Stewart Copeland. Estaban todos relajados y les pidieron 'Separate Ways'. Terminó eso y el mismo gallo dijo 'ya muchachos, a trabajar' y la banda subió al escenario. Y cuando van partiendo, ven que están los Frontiers desarmando equipos y los tres se les acercan, los abrazan y los felicitan. Y Copeland les grita: ´¡Hey guys, don't stop believin!' (¡hey chicos, no dejen de creer', en alusión a la canción de Journey)".

Roger Waters: el otro ladrillo de la muralla, el disco chileno y el chanco
Cuenta Big George que Roger Waters, otrora líder de Pink Floyd, tiene una conexión muy bonita con Chile. En su primera visita "lo sacamos por la salida de protocolo. Waters ve a los fans y se acerca a ellos a firmarles cosas. En la noche estábamos cenando y dijo: '¡He firmado de todo en mi vida, pero nunca me había tocado firmar un ladrillo blanco!'".

Más extraño todavía fue el pedido que el músico le tenía al día siguiente: "Quería que le fuera a comprar una copia del 'Dark Side of the Moon'. Su manager me pasó plata y yo se lo llevé. No sé si quería repasar los temas o si quería tener una edición chilena... Lo ignoro".

Waters volvió en 2007 y en algún momento necesitó atención médica. Jorge Rojas no recuerda si era un dentista u otra especialidad, pero "llegó el doctor al hotel. En ese show, Waters liberaba un chancho volador al cielo; es una imagen bien clásica del disco 'Animals'. Y él le pagó los servicios al doctor con un chancho desinflado que se llevó para la casa".

Red Hot Chili Peppers y el tío Peter Rock

Conocida es para algunos el vínculo de los Red Hot Chili Peppers con Chile a través del músico Alain Johannes. Otra cosa es constatarlo en persona. En una venida de los californianos, Big George recibió un llamado a su teléfono "y era Peter Rock, que quería ver a Flea porque lo conocía desde su infancia".
Lo siguiente fue ir a confirmar con el propio bajista fundador de los RHCP y "cuando él me escucha, abre los ojos y me dice '¿qué? ¿uncle Peter está aquí?'. Yo no sabía que tenían una conexión tan grande. ¡Johannes le enseñó a tocar el bajo a él con un bajo de Peter Rock! Nada más freak que eso, fue de antología".

No hay comentarios.: