El Mercurio
La cantante mexicana, ganadora de ocho Grammy latinos y uno anglo, y uno de los grandes referentes de la música latinoamericana actual, llega a Chile este 1 de septiembre con su último disco bajo el brazo, "Musas", que reafirma el nuevo camino que ha decidido seguir: dejar por un rato el pop que la hizo conocida para adentrarse en el folclor. Aquí, habla de su elección y del vínculo que tiene con Chile, donde viven sus hermanas y su tío Enrique Lafourcade.
Natalia Lafourcade está resfriada. Al otro lado del teléfono, desde Argentina, donde hoy está de gira junto a su banda, la cantante, compositora y productora mexicana de 33 años -que se presentará este próximo 1 de septiembre en Santiago, en el Teatro Coliseo- carraspea, tose, estornuda. Le han pedido que no hable más de 20 minutos, pero se entusiasma: una de las lecciones más valiosas que ha aprendido en los últimos meses, dice, ha sido hacer las cosas al ritmo que estas necesitan, aunque todo el mundo alrededor -incluso ella misma- pueda desesperarse un poco.
Para entender ese aprendizaje hay que retroceder un poco en el tiempo. Hay que ir a comienzos del año pasado, cuando Natalia Lafourcade, ganadora de ocho Grammy latinos y un anglo, y una de las cantantes más reconocidas de su generación, les propuso un proyecto a los guitarristas Miguel Peña y Juan Carlos Allende, del dúo mexicano-argentino Los Macorinos, quienes, entre otros artistas, han acompañado a Armando Manzanero y a la cantante Chavela Vargas hasta su muerte, en 2012.
En ese momento, Natalia Lafourcade, hija del músico chileno radicado en México Gastón Lafourcade y sobrina del escritor Enrique Lafourcade, estaba en la cresta de la ola profesional. Acababa de ganar cinco Grammy Latinos y uno anglo con su disco "Hasta la raíz", una placa en la que comenzó a dejar de lado los sonidos pop que la hicieron conocida en todo el continente a partir de 2002, como "Te quiero dar" o "Amarte duele". En 2012 ya había iniciado el camino con "Mujer divina: homenaje a Agustín Lara", en el que invitó a cantantes como Miguel Bosé, Devendra Banhart y Jorge Drexler a hacer dúos para homenajear al intérprete mexicano, con una selección de canciones que tuvieron gran aceptación entre sus fans.
-Lo que quise hacer fue tomar algunos tintes del folclor para enriquecer mi música. El folclor tiene mucha historia, mucha raíz, un ADN muy fuerte, y cuando conectas con eso, la música florece. Entonces empecé a querer hacer algo similar y poco a poco comenzaron a cambiar mis gustos musicales: dejé de escuchar tanta música en inglés, cambió mi inquietud por cantar en ese idioma -que la tuve en algún momento de mi carrera- y empecé a aprender de mi propia lengua y de la gente que hizo música antes que yo -recuerda la artista, quien no había salido aún del éxito de "Hasta la raíz" y cuando se le ocurrió una idea: juntarse con Los Macorinos para hacer un homenaje a la música latinoamericana.
Esta sería una selección de canciones de conocidos autores del continente -como Simón Díaz, Agustín Lara o Violeta Parra- que grabaría en un ambiente íntimo. Por eso, ha contado en otras entrevistas, no mostró a su sello el trabajo sino hasta que lo tuvo terminado y con título: "Musas", un disco que publicó el 5 de mayo pasado.
En esos largos días de trabajo entre Natalia Lafourcade y Los Macorinos, la cantante no solo aprendió de ellos de música y folclor. También, sobre trabajar con una generación completamente distinta a la de ella.
-Ellos son como dos abuelos muy tiernos y muy juguetones. A Miguel Peña le gusta mucho contar chistes cochinos, de esos que no vas a escuchar nunca más en la boca de nadie más. Y a Juan Carlos le gusta mucho jugar ajedrez. Jugaba mucho conmigo, pero yo soy mala, me disperso -cuenta entre risas, y agrega:
-Lo que aprendí de ellos lo resumo en una palabra: humanidad. Con ellos he aprendido a ser paciente, a respirar, a esperar que las cosas tomen su propia fuerza conforme uno las va trabajando. La paciencia es algo que definitivamente tuve que aprender. (Mi equipo y yo) hemos tenido que aprender a tener la calma y esperar para que los señores estén listos para a tocar, porque ellos se toman su tiempo para todo, hasta para sacar el lápiz, y, ay, no, es una cosa tremenda. Antes me desesperaba mucho en los ensayos, decía: por qué se tardan tanto. Pero ser paciente me permitió conectarme mucho con la música. Al principio los productores me decían: canta más quedito (en voz baja), estás cantando con mucha fuerza y los señores tocan quedito. Por eso, este disco suena todo tan quedito, y yo canto todo suavecito.
VOLVER AL POP. Canta suave, es cierto, pero las doce canciones de "Musas" -algunos covers y otras creaciones propias- tienen una fuerza que estremece. Especialmente "Qué he sacado con quererte", una de las reversiones más conmovedoras que hay de la canción de Violeta Parra.
-Es una canción súper fuerte. A Violeta la escuché desde pequeña, entonces le guardo mucho cariño y respeto a su música, y a la hora de seleccionar las canciones para el disco, sentí que esta era particularmente potente, que para mí tenía un vínculo al amor, al desamor y a esta sensación desgarradora, pero también un vínculo con muchos otros significados. En lo personal, me hace sentir un vínculo con México, con mi tierra, con las cosas que veo cuando algo se empieza a desvanecer, a desintegrar, y sientes esa frustración de decir: esto se va a desmoronar -dice la cantante sobre por qué eligió para "Musas" esta, una de las canciones más dolientes de la artista chilena dentro de un repertorio que Natalia Lafourcade conoció en su niñez gracias a su padre chileno, quien le enseñó música al son de los acordes de "Gracias a la vida" y "Volver a los 17".
La historia de su vínculo con Chile es conocida: Natalia, hija del matrimonio de Gastón Lafourcade -hoy de 82 años- con la artista musical María del Carmen Silva, tiene desde hace cuatro años contacto permanente con sus dos hermanas chilenas, Catherine y Andrea, a quienes conoció en 2003 y con las que se reencontró en 2013, año en que conoció también a su tío Enrique.
-Él ya está muy viejito, ni siquiera me reconoce -dice sobre el escritor de 89 años, hoy con Alzheimer-. Pero también están mis hermanas, mis sobrinos. Para mí, ir a Chile significa mucho, es como poder ir a tocar no solo a un lugar al que voy a visitar, sino que forma parte de mi historia. Soy mitad chilena y le tengo mucho cariño al país, es el lugar donde en algún momento de mi vida me gustaría vivir un tiempo, porque forma parte de mis raíces y de lo que me toca hacer en la vida para construirme como mujer.
Por eso, en este viaje que la tendrá en Chile el próximo 1 de septiembre, pidió reducir sus actividades de trabajo al mínimo, cuenta, para tener tiempo para ver a su familia.
-Me hice el tiempo. Hablé con mi equipo y les dije: "Aquí no me pueden meter nada", porque había otros conciertos, pero preferí que nos los hiciéramos para quedarme con mis hermanas unos días en Chile.
De Chile, además, sabe mucho de música. Primero, por Mon Laferte y su éxito en México.
-A la Mon la queremos mucho en México, es una mujer preciosa, poderosísima, la admiro y nos tenemos mucho cariño. Me da gusto que le esté yendo bien, porque ha sido tan guerrera, luchadora por lo que siempre ha querido. Esa mujer se merece todo -dice, y también aplaude la música de otros exponentes como Javiera Mena, Gepe, Pedro Piedra, Alex Andwanter.
De ellos, con quien más se identifica es con Gepe, quien ha hecho un camino parecido al de ella: partir su carrera con una música ligada al pop para luego bucear en las múltiples y distintas aristas del folclor.
Un camino que ha hecho a Natalia Lafourcade construir su sello propio, tan propio como el de otras de su famosas compañeras de generación, como Carla Morrison (31) o Ximena Sariñana (31).
-Para cantar folclor uno tiene que visitar la humildad, hay que ser muy sencillo y hacerlo de una manera muy honesta, no pensando si vas a dar el ancho, porque eso te aleja del espíritu de las canciones -cree la artista.
-¿Vas a volver algún día a cantar pop?
-La verdad no lo sé, como ningún camino en la vida. Uno nunca sabe, pero, al menos, el folclor es algo que ahora me hace sentir bien, y me hace sentir real -contesta Natalia Lafourcade.
-Creo que estoy en ese momento en que estoy viviendo el sueño de mi vida. Hace ocho años estaba haciendo lo que me gustaba, pero no sabía muy bien cómo organizarme, estaba todo hecho un desmadre, no sabía muy bien qué caminos tomar, dónde ir. Mi máximo sueño era poder hacerlo de la manera en que lo estoy haciendo ahora, y me acuerdo que decía ¿cómo lo voy a lograr? Bueno, con mucho trabajo, pero ahora estoy haciéndolo como lo quiero hacer, y me hace muy feliz. Estoy acomodada en mi camino.
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