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Esta es una historia de auge y caída. De aguante provinciano, éxito vertiginoso a nivel nacional, competencia de egos, dineros perdidos y verdades nunca dichas. Pero sobre todo, esta es la historia de un abrazo. Ese que el grupo La Noche repite en cada escenario desde que Leo Rey decidió volver a fines de 2011. Y desde que Alexis Morales, cerebro musical y dueño de la banda, decidió aceptarlo de vuelta. "No había trabajo. Ese era el problema principal". Te lo dice, La Noche.
Por Marcelo Ibáñez Campos
Van atrasados como casi siempre. Es 2009 y una caravana de nueve autos avanza contra reloj, por la carretera que une a Santiago con Rancagua. Atraviesan a velocidad crucero la oscura noche que comienza a caer sobre ellos.
Aunque para eso -para que la noche caiga sobre La Noche- falta bastante. Incontables kilómetros de carreteras, varias millas de vuelo y un par de años de intensa exposición mediática. Un periodo en el que la banda acumulará tantos fans como desorden financiero, desconfianzas y sospechas mutuas. Sucederá a lo largo de incesantes conciertos por todo Chile -hasta cinco shows al día, siete días a la semana- que terminarán en marzo de 2010 con la abrupta salida de Leo Rey, su vocalista, en medio de una sangrienta pelea mediática por dinero.
Por ahora, son nueve los músicos que al volante de sus respectivos autos conducen sus acelerados sueños. El del éxito a gran escala, que tiene en estos vehículos recién comprados, su primera expresión material. El éxito que les hará sentir que son los mejores, los número uno de Chile.
Atrás quedan las líneas intermitentes que dividen el asfalto, como atrás quedaron los diminutos furgones en que viajaron durante los días de anonimato, con los instrumentos pinchándoles las costillas desde su natal Catemu, una pequeña localidad a medio camino entre Panquehue y Llay-Llay. Pasa el paisaje y con él, los años de sequía goleadora, los discos que nadie oyó, la tocatas por 30 lucas en rodeos y plazas de Armas de la Quinta Región. Atrás quedan los trabajos de sueldos mínimos -lecheros, recolectores de palta, juniors, cargadores de sacos, obreros de la construcción- que a los integrantes del grupo les permitieron sobrevivir durante casi cuatro años de sequía.
Ahora están sentados al volante de su propio destino. Y el futuro se abre infinito como el horizonte.
Pero el choque llegará a su debido tiempo. Y la fama pasada no será un airbag suficiente que les permita salir indemnes del golpe: luego de presentarse dos años seguidos en el Festival de Viña (2009 y 2010), de tener un reality propio, de comenzar a sonar en Argentina, Bolivia y Perú, La Noche terminará separada de Leo Rey, tocando "para parar la olla". Comiéndose los ahorros. Vendiendo instrumentos. Repitiendo a viva voz lo que tuvieron que oír del público en cada recital que hicieron después de que el famoso vocalista se fuera: "Oye Ale ¿hasta cuando vamos a estar muriéndonos de hambre? Ya po', que vuelva el Leo".
Un año antes, cuando todo era futuro, velocidad y posibilidades infinitas, Leo Rey acelera en medio de una carretera vacía dejando atrás a la camioneta que encabeza la caravana: una Chevrolet Captiva, la misma que hasta el día de hoy conduce Alexis Morales, el casi anónimo compositor, letrista y dueño del grupo. El creador de los hits que los llevaron a la cima.
Y ambos comienzan una carrera a toda velocidad que deja atrás al resto de la banda, hasta que Alexis Morales, un tipo "prudente" y "súper cuadrado", según sus compañeros de grupo, mira el velocímetro. Está casi al tope. Marca 180 kilómetros por hora.
"Fue la coronación de lo equivocados que estábamos. Del ego gigante que teníamos. Nunca pensé que tenía familia, que se nos podía atravesar un perro o reventar un neumático. Que podíamos matarnos ahí mismo", dice Alexis.
"Pensábamos que éramos inmortales", agrega.
-¿Y quién ganó la carrera?
"Me ganó el Leo. Obvio."
Lo primero que compró Leo Rey (32) cuando "ganó harta plata" fue un Mazda 2. Su primer auto nuevo. Luego vino una seguidilla de deportivos. Autos que compra, conduce, arregla y vende, sólo para volver a cambiar el modelo, tal como aprendió de los gitanos: un Mazda RX8, dos Pontiac y dos Camaro, son algunos de los que aparecen en la lista antes de llegar a su actual Corvette.
Aunque eso de ganar "harta plata" es, como siempre, relativo. Porque cuando "Leo Rey" era Cecil Leiva, un adolescente que recorría restaurantes de La Calera cantando éxitos románticos junto a una guitarra prestada, "harta plata" era sinónimo de 30 lucas por pasada. "En esos tiempos era lo que un trabajador ganaba en una semana", cuenta.
Cecil tiene 14 años y se levanta temprano en medio de un parque de diversiones que lo aburre. Toma la guitarra para ir a La Cruz, un pueblo agrícola de la Quinta Región. Quiere subirse a cantar al pequeño escenario que armarán en la Plaza de Armas para apoyar a la Teletón.
-No, no vayai. Hay que hacer hartas cosas aquí. Hay que instalar los juegos-le dice su papá.
"Él creía que yo tenía que ser comerciante. Seguir con la herencia del parque y agrandarlo. Y a mí no me gustaba eso, andaba todo sucio, engrasado. Yo quería cantar, que me gritaran las minas como a Luis Miguel. Que me siguieran y me pidieran autógrafos".
-Papá es que voh no entendí lo que yo quiero. Yo voy a ser famoso -le dice Cecil.
-Cómo vai a ser famoso, si hay miles de h... que cantan mejor que voh- grita furioso el padre mientras intenta golpear al hijo.
"Agarré mi guitarra y me fui. Lo primero que hice fue meterme a un restaurante a cantar y me gané una cachá de plata... Siempre andaba con lo último en personal estéreo, modelo que salía me lo compraba. Iba a jugar videos, escuchando a Luis Miguel. Después ensayaba con la guitarra y sacaba un tema nuevo. Me duró como ocho meses la vida de libre paloma, hasta que a mi mamá se le ocurrió demandar a mi papá pa' que le diera plata. Y tuve que irme a vivir con ella".
Cecil tiene 15 años y llega a vivir a Limache con su mamá, dueña de casa y madre de seis hijos, que sostiene el hogar con las pensiones que le pagan los papás de los niños y la ayuda de su hijo mayor. El único que Cecil alcanzó a conocer antes de irse con su padre, cuando tenía dos años.
Cecil se aburre con sus hermanos. Él, que aprendió a manejar a los siete años el Fiat 600 de su papá, que está acostumbrado a recorrer los caminos, a moverse entre la fauna callejera, a hablar con todo el mundo, a hacerse amigos de la nada, los encuentra fomes. Demasiado callados. Cecil se siente atrapado. Él quiere ser libre. Libre, libre, como el viento.
La situación económica es pésima. Cuando no hay nada que comer, Cecil sale con sus hermanos chicos a robar lechugas en los campos cercanos. "Nos hacíamos unas ensaladas y con eso dábamos vuelta el día", cuenta. Entonces tuvo una idea. Como si Superman y Luis Miguel -sus dos héroes de infancia- se fusionaran en uno.
-¿Usted no tiene con quién conseguirse una guitarra?, le preguntó a su madre.
-No, ¿por qué?
-Porque yo canto. Y podría ir a cantar al lado y le traigo la plata -respondió Cecil, pensando en la quinta de recreo que anima la calle dos casas más allá.
-¿En serio haría eso por mí, hijo?
- Sí poh.
"Ahí dije: Ya, ésta es mi salida. Éste es el precio que voy a tener que pagar por mi libertad".
Así pasaron casi tres años. Hasta que, en palabras de Leo Rey, "caímos en el vicio del dinero".
"Un día no llegué con plata. Me fue mal. Mi mamá no me dijo nada, pero puso una cara como diciendo 'pucha el cabro penca, si yo necesitaba esa plata hoy'. Me sentí muy mal, utilizado. Pensé: 'O sea que ya no soy su hijo, soy su salvación'. Pesqué la guitarra y la rompí. Ahí decidí irme".
Lo primero que compró Alexis Morales (38) cuando ganó plata por tocar música, fue un micrófono. Tenía 12 años y el grupo se llamaba Expresión Celestial, una banda que armó en la iglesia donde era acólito, para tocar covers de rock latino. En ella, el vocalista era un amigo de infancia que hoy es sacerdote y vive en el Vaticano, Alexis tocaba el teclado y Jorge Decidel, miembro histórico de La Noche, la guitarra.
El tipo que presentaría a Alexis y Leo Rey, dos décadas después.
"(Mis papás) siempre me enseñaron que tenía que ser ahorrativo. Que la plata es difícil ganársela y había que cuidarla. Por eso tienen lo que tienen", dice.
Alexis tiene 12 años y toma clases de teclado. Quiere aprender piano y sus padres, dos comerciantes que partieron con un pequeño bazar y una verdulería -y que hoy tienen un minimarket que ocupa casi toda una esquina en Catemu- lo llevan al Campus Oriente de la U.C., donde finalmente Alexis aprende violín. Sus padres lo van a dejar a Santiago, tres veces a la semana durante tres años.
A Alexis no le gusta la cumbia. La encuentra fea, rasca, aburrida. Por eso cuando su primo lo invita a tocar a su banda, un grupo de barrio y matrimonios llamado Plus, los convence de tocar merengue. "Era más difícil, un desafío".
Así Alexis pasa su infancia. A los 18 años entra a estudiar ingeniera en sonido.
Cecil Leonardo Reyes, futuro Leo Rey, cumple 18 y parte al Servicio Militar. Primero a Quillota y luego al altiplano. Es la primera vez que sale de la Quinta Región. Zafa de las campañas gracias al canto. Se hace mozo del casino de oficiales y todos en el Regimiento lo conocen como "Luismi".
"Canté y se me abrieron las puertas. Me conocían todos. Y los milicos de grado me trataban bien, como amigo".
Como soldado, Cecil gana el Festival de Putre y sale tercero en el de Arica. ("En ese toqué el bajo", aclara). Llega a "Extra Jóvenes" gracias a la ayuda del General Toro, por entonces suegro del Huevo Fuenzalida. No pasa nada. Vuelve a Limache en el apogeo del sound y canta en su primer grupo: Sentencia Hits, de Cabildo.
"Llegue porque tenían atados con el vocalista, como siempre", dice. "Y me fui después de dos años, porque hubo un problema de plata. Lo típico".
Cecil vuelve a La Calera. Entonces nace Leo Rey, "la promesa del cantar calerano". Así reza el cartel de la Schopería Manolo. Ese donde su nombre real, Cecil Leonardo Leiva Reyes, no cabía.
-Como Tommy Rey -le dijo un amigo.
-Como Luisito Rey- pensó Leo.
Leo Rey canta en Punto Rojo, una banda de Quintero. Ensayan en una mediagua. No pasa nada. No tocan nunca. Leo Rey canta en un packing de San Felipe, reemplazando al vocalista de Banda Maestra. Las temporeras se vuelven locas. Lo miran, gritan por él, le tiran agarrones. La banda le ofrece quedarse con ellos. Leo Rey dice que no.
-Viejito, es que ¿sabís qué? Yo ya he pasado por dos bandas que he creído que tenían proyección y no pasó nada. Lo que yo quiero en mi carrera es eso, no tocar por hobby y en la semana trabajar en otra cosa. Yo no quiero estar aprendiéndome canciones de Toto. Yo quiero otra cosa - le explica.
Entre medio, Leo Rey canta en una parrillada e invierte la plata en "estar bien físicamente, en vestirme bien, en verme impecable". Va a Santiago con su guitarra. Se para afuera de TVN por horas esperando una oportunidad que no llega. Va a la Quinta Vergara vacía y dice "alguna vez estaré ahí". Se presenta al casting de "Operación Triunfo". No queda, pero llega a las semifinales.
Entre medio, Leo Rey mata el tiempo jugando videos y escuchando a Luis Miguel. Asesinando a sus contrincantes en Mortal Kombat, Killer Instinct, Street Fighter y Samurai Shadow. Jugando campeonatos con los escolares que llegan al lugar.
En eso está cuando a fines de 2003 recibe el llamado de La Noche. Y Cecil Leiva, alias Leo Rey, dice que no.
Cuando Alexis partió a Limache a conocer a Leo Rey, ya sabía lo que era el éxito y el fracaso. Lo que significaba trabajar durante años sin cosechar un mísero hit. Se había pasado cuatro años (entre 1996 y 2000) con el grupo argentino Garras de Amor, tratando de lograrlo. Por temporadas durmiendo en el suelo del cuarto trasero en una casa de Lanús -Buenos Aires- y entrando a hurtadillas a la casa principal, para robar un poco de leche del bebé de la familia.
Fue para financiar esa estadía que Alexis creó el grupo La Noche de Bodas, una banda originalmente pensada para tocar en matrimonios. Y así nació La Noche: su primer disco "Pasión caliente" (2000) vendió diez mil copias, y el segundo "Te lo dice.... La Noche" (2001, editado por Sony) fue un rotundo fracaso.
Con el disco debut, Alexis armó su primer estudio de grabación. Con el segundo, perdió a su banda luego de que intentara cambiar al vocalista (Pablo César, un colectivero de Catemu) por poco carismático. Todos los músicos decidieron irse con él, pero Alexis se quedó con la marca.
"Me sentí poco valorado y con ganas de demostrar que estaban equivocados. Los argumentos que me dieron fue que se iban con Pablo César porque tenían mayor proyección con él. Cuando empecé a armar la nueva banda, Jorge -el guitarrista- me dijo 'tengo un chico en Limache que puede servir. No es tan bonito, pero es más bonito que el otro"'.
El chico era Leo Rey, el mismo que contestó el llamado mientras jugaba Mortal Kombat y les dijo: "No, gracias. Yo no quiero ser reemplazo de nadie".
-Pero hombre, ¿querís ser grande o seguir tocando en un grupo de barrio? -le preguntó el guitarrista Jorge Desidel, antes de ponerle el ejemplo de Alegría, ese grupo de sound que no prendió hasta que llegó Américo.
-Ya, hagámoslo, dijo Leo.
Entonces Leo Rey dejó casa y novia y partió a Catemu.
Alexis: "No cantaba muy bien, pero tenia una cualidad súper buena: era muy afinado, las notas las daba precisas. Tenía bonito timbre, pero también muchos detalles que a mí no me gustaban; era muy sound, jugaba mucho con la voz, con ese típico sonsonete medio nasal. Y eso no me gusta mucho, porque los temas los tiene que cantar la gente. Y eso no pasa si el vocalista hace malabarismos".
Entre el primer concierto con Leo Rey -"Fue un desastre. La gente pedía al antiguo vocalista" recuerda Alexis- y el ultimátum que el frontman le puso a la banda porque necesitaba dinero para mantener a su esposa y el hijo que venía en camino, pasaron casi tres años. Tres largos años de tocar poco y componer muchas canciones que nadie quiso oír; discos completos que ningún sello quiso editar. Tres años de trabajar en lo que saliera. Descargando sacos de harina o recolectando paltas. Todos los integrantes, menos Leo Rey
"Desde los dos años hasta los 14 me pasé cargando y descargando taca tacas, vendiendo fichas, picando la tierra para instalar la feria. Si quisiera eso me habría quedado con mi papá. Yo me puse una meta y dije voy pa' allá, pero como estrella. Allá tengo que llegar. En el camino pasaron mil propuestas de pega y siempre dije que no. Porque yo quería ser cantante".
-Leo, si no pasaba nada con el grupo, ¿por qué no te fuiste como lo hiciste con los anteriores?
"Esos años fueron duros, de tocar poquísimo y mal pagado. Aguanté porque creía. Lo que mantuvo la esperanza viva fue que Alexis era trabajólico. Pasaba todo el día en el estudio y cada vez que llegábamos estaba con un tema nuevo y bueno. Uno lo escuchaba y lo encontraba la raja. En ese tiempo decidió no tocar más cumbias y empezó a hacer una especie de vallenato. Estuvimos dando jugo mucho tiempo con eso".
-Alexis, si no funcionaba, ¿por qué no pensaste en cambiar al vocalista?
"Era mi culpa que no funcionara, no de él. Me di cuenta que estaba completamente errado en lo que estaba haciendo. Creo que me fui en esa volada porque estaba aburrido de las cumbias. Les dije 'saben chiquillos, el sound murió. Hay que renovarse'. Pero salió bastante mal el invento, así que dije 'ya, hagamos cumbias"'.
Verano de 2006. San Vicente de Tagua Tagua. Aniversario de la localidad. El lugar está repleto. Hace años que La Noche ya no toca ante tanto público. De hecho, la mayor parte de su show son canciones ajenas. Y si están ahí, es sólo gracias a los contactos de Cristián Cifuentes, ex locutor de la radio regional Carnaval y mánager del grupo.
"En ese momento Leo hizo un cambio. Pasó de ser el chico de pueblo a artista. Se adueñó del escenario" dice Alexis. "Y yo tomé una decisión: 'Chiquillos, vamos a hacer un disco. Y este disco va a ser el último de La Noche o el primero de muchos. Y si no funciona, cada uno pa' su casa. Esa tocata fue un antes y un después para el grupo: era todo o nada. Decidimos jugárnosla por el todo. Y nos pusimos de cabeza a trabajar en el disco".
Leo Rey: "En ese tiempo mis suegros me presionaban porque yo iba a ser papá. Me decían 'oye Leo, viene la guagua y tenís que buscarte una peguita'. Yo les decía 'denme hasta que salga el disco. Y si esto no resulta, les juro que me pongo a trabajar'.Teníamos que hacer algo bueno. Dar un combo en el hocico. Y el flaco la hizo. Yo lo admiro por eso, él fue el creador de los éxitos. Componía para mi voz y yo interpretaba sus ideas. Logramos una fusión. Nuestro complemento es ideal, a la hora de interpretar yo le pongo el sentimiento a raíz de todo lo que he vivido. Y bueno, él le pone lo más importante: la composición, la historia y la melodía bellísima. Yo digo que somos uno, pero separados".
Después de seis meses encerrados en el estudio de Catemu nació "Amor entre sábanas" (2006), un estupendo disco de cumbia romántica con sabor a vallenato, dueño de una de las carátulas más feas de la historia de la música chilena, sólo superada -la carátula, no el disco- por el siguiente álbum: "En tu cuarto" (2008). Los dos discos que, con una seguidilla de imparables hits, lanzaron a la banda por la vertiginosa autopista del éxito: de revelación mediática en la gira de la Teletón 2007 a dos años seguidos en el Festival de Viña (2009 y 2010). Esa carretera que el grupo recorrió en caravana, hasta que los egos comenzaron a meter el pie en el acelerador, hasta el fondo.
"Nos olvidamos de dónde veníamos", dice Daniel Chamorro, baterista de La Noche, que trabajó de junior, obrero de la construcción y lechero, cuando nada resultaba. "Empezamos a competir por quién tenía el mejor auto, la mejor ropa. Si alguien se compraba unos zapatos de 50 lucas, al día siguiente llegaba otro con unos que costaban cien".
"Nos olvidamos de donde veníamos", repite Juan Bustamante. "Nos quejábamos hasta porque teníamos que subirnos a un avión. ¡Y mi mamá nunca pudo tomar uno!", dice el conguero, parado en el segundo piso de la casa de La Florida, actual centro de operaciones del grupo. Una casa amplia donde Alexis instaló su estudio de grabación y los integrantes y técnicos del grupo duermen entre fecha y fecha.
Atrás quedó la casa de Chicureo que la banda ocupaba como sala de ensayo. "Estábamos agrandados. No podía ser una casa, no sé, en San Bernardo. Tenía que ser una mansión con piscina en Chicureo. Estábamos fuera de foco", dice Alexis.
"Al principio era todo bonito. Eso de llegar a algún lado y que las cámaras se te tiraran encima. Y uno decía, 'qué bueno ser tan importante'. Y después fue 'oye, somos los mejores, los número uno'. Y eso nos rodeó a todos. A los integrantes, al mánager y a los técnicos. Después fue 'y pucha, ¿por qué sale más él, si somos un grupo y tenemos que estar todos? ¿Por qué está el Leo nomás? Mira, el Leo y el Alexis están luchando por quién tiene más fans'. Y empezó a generarse ese ambiente. Realmente son tonteras, pero es lo que comenzó a suceder", continúa Alexis.
Leo Rey: "De repente queríamos más, mucho más. Más, más, más, más, más, más. Y todos criticábamos a Cristián, el mánager. Que por qué no fuimos a este festival, que por qué no estuvimos acá. El ego ya estaba alto y queríamos estar en todos lados. Se empezó a crear una nube negra sobre Cristián porque todos lo pelaban, todos hablaban de él y lo atacaban, pero nadie era capaz de decírselo directamente. Llegó un momento en que todos querían sacar al mánager, pero nadie lo decía. Y como yo soy el más caliente, iba y hablaba. Y el que quedaba mal era yo".
Pasa como en las separaciones amorosas. Los recuerdos, las suspicacias y las interpretaciones, dependen de cada uno de los afectados. Lo que para uno son malas intenciones, para otros son malentendidos. Lo claro es que el ambiente al interior del grupo iba de mal en peor. Lo concreto es que hubo tres episodios que hicieron estallar todo.
Uno fue el fracaso económico del Club La Noche, que el grupo inauguró en San Felipe. El segundo, darse cuenta de que los administradores contratados por la propia banda, organizaba los shows y se quedaban con las entradas. "Un chanterío", dice Alexis. "Y ahí quedó la escoba. Se perdió la confianza, empezaron los malos entendidos. Después de eso le pasé la administración a mi familia y todo comenzó a ordenarse. Pero la confianza ya estaba destruida, rota como un vaso de vidrio. Súmale a eso el ego de cada uno, y llegamos al quiebre". Había otra razón: Leo Rey ganaba $300.000 por show. Lo consideraba injusto, comparado con lo que cobraba la banda. Por ello, exigía más.
Leo Rey renunció en marzo de 2010. Y Alexis aceptó de inmediato. Uno se sintió desechable. El otro, traicionado. El resto de la banda abogó por una reunión y comenzaron a llamar al vocalista desde la casa en Chicureo, pero no contestaba. Hasta que encendieron la tele. Leo Rey estaba en ese preciso momento anunciando su carrera solista en el programa "Alfombra Roja". Y las declaraciones siguieron por un buen tiempo: desde que vivió en una casa llena de ratones cuando grabaron el primer disco juntos -casa de la hermana de Alexis-, a acusaciones contra su ex mánager por robo. El quiebre se hizo definitivo.
Entonces aparecieron el despecho y los celos.
Durante los siguientes seis meses, ya con nuevo vocalista, los conciertos de La Noche se reducirían a cero. Luego comenzarían a tocar tímidamente, y por un 75% menos de dinero, sólo para escuchar los gritos del público pidiendo el regreso de Leo Rey. Para oír, en el caso de Alexis, cómo en las calles de su pueblo lo acusaban de ladrón. "Oye, le robaste la plata al Leo, sinvergüenza", le gritaban.
Paralelamente, el ex vocalista armó su nueva banda y mantuvo una nutrida agenda de shows durante un año. "El boom de Leo Rey duró hasta marzo de 2011. De ahí bajó muchísimo y decidí parar el grupo porque no había trabajo. Ese era el problema principal", dice el cantante.
Ambos grupos sacaron discos que pasaron sin pena ni gloria: Leo Rey editó "Sigue el sabor" (2011) y La Noche, "Sígueme" (2010). Pero casi nadie le hizo caso al título; la mayoría de los fans se fueron con Leo Rey.
-Alexis, ante la situación, ¿nunca pensaste en llamar a Leo Rey?
"Mi sentimiento era el mismo que tuve cuando los músicos se fueron con el primer vocalista de La Noche: voy a demostrarles que lo puedo hacer igual. Con el Yoan -reemplazante de Leo Rey- estaba más menos seguro, pero cuando él se fue volví a conversar con Daniel. '¿Cuánto rato más vamos a esperar?', me dijo. 'Ya tenís 38 años, ¿podís esperar cinco años más en la pobreza, con una familia a cuestas? ¿Y si se pasa la vieja, vuelve el Leo y la gente que nos escuchaba ya ni nos pesca?' Y yo dije, 'bueno, es razonable"'.
Daniel es Daniel Chamorro, baterista de La Noche y compadre de Leo Rey. El tipo que preparó el reencuentro.
Leo Rey está nervioso. Se toma dos tequilas margaritas antes de salir. Va a ver a La banda del Chavo, el grupo de covers ochenteros formado por Daniel Chamorro, Jorge Desidel y Alexis Morales, en un pub de Catemu. Es la primera vez que frontman y compositor se ven en más de un año.
-Quiero saludar a un amigo que no veía hace mucho tiempo", dice Alexis desde el escenario, antes de seguir tocando.
-Muchas gracias por compartir este lindo momento con Alexítico, a quien quiero pedirle perdón -dice Leo Rey, luego de cantar algunos de los temas de La Noche en karaoke.
- Leo, ¿por qué pediste perdón? ¿De qué te arrepientes?
"Mira, yo sé que cometimos errores todos y que yo no debí haber pedido disculpas. Pero sé que si no lo hacía yo, no lo iba a hacer nadie. Si yo no hubiese pedido disculpas no estaríamos acá, juntos. Porque el orgullo de Alexis y su familia era mucho más grande que el mío... Yo nunca me pasé de lo que no fuera verdad. Lo que dije era la situación de lo que se vivía aquí adentro. Yo agaché el moño, fui al pub, le pedí disculpas y le pedí volver. ¿Por qué? Por los intereses de todos. Por los chiquillos, que estaban mal. ¡Si podrían haber traído a Ricky Martin a cantar, pero nunca iba a ser lo mismo! Sirvió lo que pasó, fue un remezón: quiéranse, miren todo lo que han logrado. Eran un grupo desconocido que no valía nada y ahora son un grupo que ha hecho bailar a todo un país.... Yo no me vine antes porque tenía una banda detrás y no podía dejarlos tirados de la noche a la mañana. Tenía ganas, pero no podía. El corazón estaba acá. Repetir los logros con la nueva banda era imposible. Jamás íbamos a alcanzar ese nivel. Si La Noche fue un fenómeno. Hace 20 años atrás fueron Los Prisioneros. ¿Y qué fenómeno musical viene después? No es La Ley, ni Los Tres, ni ninguno de esos grupos. Es La Noche. Un fenómeno musical que conquistó del más pobre al más rico".
El diálogo definitivo se dio a fines del año pasado en la casa de Chicureo y fue, según recuerdan los testigos, más menos como sigue.
-Ya, tú querís volver -dijo Alexis. Te propongo que volvai por diez shows.
-Es que yo no quiero volver por diez shows -respondió Leo. Yo quiero estar pa' siempre con ustedes.
-Pero tú te fuiste, tenís tu carrera, estái ganando plata, podís hacerla solo.
-Sí, puedo. Pero es que mi corazón siempre estuvo acá.
"Ahí dije ya, bueno, y nos abrazamos", dice Alexis. El mismo abrazo que se repitió en su concierto de diciembre pasado y que fue registrado para "El Reencuentro" (2012), el disco que lanzaron hace un mes. El teatral abrazo que han repetido en cada uno de los shows que han dado hasta ahora, con disculpas y promesas de amor eterno incluidas.
-¿Cómo han sido los resultados hasta ahora?
Alexis: "No hay comparación con la cantidad de recitales que veníamos haciendo. Sólo el fin de semana pasado tuvimos seis conciertos y fueron por mucho dinero. Ni en el mejor momento con Yoan pudimos cobrar ni una cuarta parte de lo que cobramos ahora. Es como si nos hubiesen congelado: nosotros terminamos cobrando muy bien, pasó este desastre que duró un año y medio, y ahora retomamos al mismo nivel al que habíamos llegado con Leo, mediática y financieramente. Perdimos el tiempo en algo que nunca debió haber sucedido. Si pasó fue porque no estábamos preparados para la fama, no estábamos preparados para el éxito. Ojalá que no sea tarde".
Por Marcelo Ibáñez Campos
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