sábado, marzo 10, 2012

Los Lollapalooza boys atacan de nuevo

 


Revista El Sábado

El año pasado, el mítico festival de música salió por primera vez de EE.UU. y aterrizó en Chile. Con 80 mil personas y 60 bandas, fue un éxito y en un mes más, tendrá su segunda versión. Los responsables son tres amigos de toda la vida,quienes hablan de la falta de cultura en chile y de todo lo que han logrado.

Por Isabel Plant | Retrato Carla Dannemann.
Jane's Addiction era uno de los platos fuertes de la última noche de festival, y Matías Awad, Max del Río y Sebastián de la Barra no tenían entre sus planes pararse en el escenario, junto con la famosa banda de música, frente a miles de miles de personas. Pero, ya que ellos eran los organizadores del festival Lollapalooza, y el cantante de la banda, Perry Farrell, es su socio y fundador del evento musical importado desde Chicago, el trío terminó ahí arriba.

Unas ochenta mil personas -niños, jóvenes, adultos- habían desfilado por el Parque O'Higgins en dos días, viendo a sesenta grupos tocar. Matías, Max y Sebastián habían dormido un promedio de dos horas en los últimos días, coordinando todo, y estaban en el backstageviendo a su amigo tocar. Cuando los llamó al escenario, no querían salir. Sus otros socios norteamericanos, liderados por el todopoderoso dueño de la agencia William Morris (un Dios de la industria musical), Marc Geiger, los empujaba para fuera.

-Yo le decía: 'No nos hagas esta huevada' -dice Sebastián de la Barra hoy, y los tres se ríen.

Esa noche, el 3 de abril del año pasado, él estaba de cumpleaños. Y ante la insistencia, no le quedó otra que pararse junto a sus amigos frente al público del concierto y escuchar cómo las miles de personas le cantaron feliz cumpleaños.

Fue el momento Spielberg de un trabajo de años: Awad, del Río y de la Barra, amigos de toda la vida, con sólo 31 años, se echaron al hombro la empresa titánica de traer el festival Lollapalooza, con 20 años de trayectoria en Estados Unidos, a Chile. Fue la primera vez que se hacía fuera de Chicago. Y ahí estaban ellos, arriba del escenario, sabiendo que el otro año lo harían de nuevo.

Ahora.

-No es lo mismo que estar de público en otro festival, pero igual disfrutas -explica Max del Río, a menos de un mes de Lollapalooza Chile versión 2012-. Este año sí esperamos tomarnos unas piscolas cuando toque Foo Fighters.

LOS TRES AMIGOS
La oficina de Lotus Producciones queda en Las Condes y es todo lo que se espera de un lugar de trabajo dirigido y habitado por treintañeros y veinteañeros: una casa enorme, bonita, con afiches de diferentes festivales de música en las paredes, vinilos y, en el patio trasero, sillas de terraza y pasto. Aunque son las siete de la tarde y comienza a anochecer, un grupo hace una reunión en torno a una mesa en el patio. Unas treinta personas trabajan ahí, en jeans, zapatillas, vestidos, chalas. Contenedores de reciclaje en todas partes, y una enorme y muy azul piscina.

-¿Y se bañan?
-Yo nunca me he logrado tirar a la piscina -dice Matías Awad, aludiendo a la carga de trabajo que requieren los meses previos al festival.

-La gente se tiraba, pero dejaba desordenado, así que tuvimos una reunión y les dijimos que se bañaran cuando quisieran, si les sirve para relajarse y enfriar la mente, pero dejen las cosas ordenadas. Nadie más se tiró a la piscina -dice Max del Río, y todos se ríen.

Para el trío de Lotus producciones es muy importante dejar en claro que son emprendedores, que esto de Lolapallooza es un negocio, apostolado y, por sobre todo, mucho trabajo, ya que llevan años luchando por abrirse paso en el cuadrado Chile. No quieren sacarse una foto para este artículo con los pies en el agua de su piscina, porque es poco serio. No es un negocio menor; al parecer, la inversión de Lollapalooza 2012 rondaría los 10 millones de dólares, y aunque ellos no quieren hablar de cifras y se preocupan de recalcar que esta es una inversión a futuro, el festival en Estados Unidos, que tiene tres días y el triple de público, recauda ganancias de 20 millones de dólares aproximadamente. El trío mañosea un poco con la fotógrafa y está poco dado a dar entrevistas últimamente: encuentran que además siempre les preguntan lo mismo: ¿Cómo partió esto?

Maximiliano del Río y Matías Awad se conocen literalmente de toda la vida, compañeros de colegio en el Andrée English School; Sebastián de la Barra se unió al curso a los quince años. Siempre les gustó la música, pero fue después, de universitarios, cuando comenzaron a ir a todos los conciertos y a viajar a festivales de música en el extranjero. Para ellos, el haber logrado traer Lollapalooza a Chile es hacer cultura y hacer patria.

-Cuando yo tenía 14 años -dice Max del Río- no tenía qué hacer, tuve que esperar hasta tener 18 para poder entrar a cualquier lugar a carretear. Ahora puedes ir a los 14 a Lollapalooza y es el carrete de tu vida, y si tienes 10 años te puede llevar tu papá y abres la mente más allá de Demi Lovato. Quizás, el día de mañana tengamos más artistas, más cultura.

Lo de los festivales partió después; al principio, trataron brevemente de hacer un camino más tradicional. Matías Awad estudió agronomía y alcanzó a trabajar unos meses en Estados Unidos y más de un año en una exportadora de frutas acá en Chile. Del Río y De la Barra estudiaron ingeniería comercial. El primero duró un día trabajando en un banco -"cuando me dijeron 'oiga, socio, aprétese la corbata', dije: no puedo estar acá"- y después trabajó en otra empresa de la cual lo echaron. Sebastián de la Barra, en cambio, partió de inmediato en 2005 probando con la producción de conciertos, trayendo un artista, luego varios y, después, sumando a sus amigos a la empresa. Ya a partir de 2007 se comenzaron a lanzar con lugares más grandes, a hacer festivales en el Arena Santiago, y decidieron también que este sería su trabajo, 24 horas al día.

-Dijimos, ¿somos socios? Listo, le damos. Sólo esto. Y le dimos -dice De la Barra.
-Para mí fue un poco más difícil -dice Matías Awad- porque aunque siempre mis papás me apoyaron, yo estudiaba algo distinto, entonces me lo cuestionaron. Pero nos conocemos de toda la vida, nuestros papás se conocen...

-¿Cómo se parte trayendo bandas internacionales, siendo tan chico y sin experiencia?
-Viajando, conociendo a la gente que mueve los contactos -dice De la Barra.

-Mandando mails, como cualquier pega -dice Del Río.

Fue resultando y fue escalando. Y los tres amigos comenzaron a viajar por el mundo viendo cómo se producían megafestivales en el extranjero: Coachella en Estados Unidos, Austin City Limits, Glastonbury en Inglaterra. Y, a principios de 2010, a través de mover hilos y contactos, viajaron a Los Angeles, a una reunión con Perry Farrell, el músico de Jane's Addiction y creador de Lollapalooza, el mítico festival. En una reunión expusieron la idea de traer a Chile el festival.

-En Estados Unidos, para nosotros es mucho más fácil -opina Del Río-. Tenemos más credibilidad, independiente de que seamos jóvenes. Allá justamente las ideas vienen de gente joven, los cambios los hace la gente joven y los emprendimientos son de cabros como nosotros. La gente está más acostumbrada, acá no.

El resto de la historia fue contada paso a paso en los diarios: a fines de 2010, Perry Farrell viajó a Chile para ver cómo el trío de Lotus se las arreglaba con el Festival Maquinaria, que también organizaban, y vio el Parque O'Higgins y que todo funcionaba y por primera vez se decidió a que su festival saliera de Chicago. Los meses siguientes se confirmaron bandas -desde el gigante del hip hop Kanye West a ídolos indie como Devendra Banhart o The Flaming Lips-, se vendieron entradas como pan caliente y The New York Times usó el festival como excusa para anotar a Santiago como el destino número uno a conocer en 2011.

AGRANDADOS
El festival fue un éxito; sin mayores incidentes, a pesar de problemas en uno de los conciertos donde la Cúpula colapsó de gente y tuvo que intervenir Carabineros, y problemas con la entrega de entradas, que, según el trío organizador, estarán 100 por ciento solucionados para esta nueva versión. El éxito del festival hizo que este año también se prepare una versión en Brasil, que el trío fuera destacado por Billboard, y nominado como mejor festival internacional en la prestigiosa revista internacional Pollstar. Para Lollapalooza 2011 tuvieron tres meses de preparación; para este llevan un año trabajando, y aseguran que confían en sus capacidades para hacerse cargo de las 3 mil personas que trabajan durante los días del festival, y recibir a las 60 bandas que pulularán por Santiago el 31 de marzo y el 1 de abril de este año.

Al trío Lotus no le entran balas. Dicen que nunca dudaron de que eran capaces de llevar a cabo el festival, que se la pueden y la idea es este año dedicarse a eso y a más conciertos. Y a ser felices, eso también repiten que es importante para ellos (aunque sacarles una sonrisa para la foto sea tarea casi imposible).

-¿Y cómo sienten que ha sido la recepción del público en Chile? Porque este año Brasil ya tiene días con entradas agotadas, y para los conciertos de Chile todavía quedan por vender. ¿Qué pasa?
-No se puede comparar la venta de entradas con Brasil, porque es casi un continente por sí solo -defiende Del Río-. Pero sí se puede comparar culturalmente. Ellos están acostumbrados a la fiesta, a pasarlo bien, a que la pega no es su vida. Nosotros estamos creando la cultura de festivales en Chile. Este es un escenario que, si hubiera existido cuando tuve que tomar la decisión de qué hacer con mi vida, quizás habría estudiado música. No existía, y fuimos nosotros como ente privado los que tuvimos que preocuparnos por la cultura del país. Yo antes pensaba que éramos bacanes, Chile Jaguar. Pero si no lo pasamos bien, de qué nos sirve. Creo que esos valores tienen que cambiar en el país. Tenemos que cambiar, desarrollar cultura, identidad.
Les preocupa el poco consumo cultural de los chilenos, aunque admiten que cada vez hay más público invirtiendo dinero en conciertos. Que no es sólo moda, dicen, que es un cambio, que las nuevas generaciones, más desprejuiciadas, con más ganas de pasarlo bien y que no se acuerdan de que en Chile alguna vez no hubo conciertos, están a tono con ellos. El trío cuenta que el Ministerio de Cultura pone el hombro "en lo que puede", aunque Awad remarca: "Podrían y deberían hacer mucho más". El glamour, el ir a festivales afuera y codearse con los famosos, el estar en Lollapalooza Chicago viendo el concierto de Foo Fighters con todos sus amigos y socios norteamericanos, queda en segundo plano del discurso. No entienden que el público en Chile se queje, por ejemplo, de que este año no vienen bandas tan grandes, si están los mismos Foo Fighters, Arctic Monkeys, Björk. Viene la queja del chaqueteo. Y viene, finalmente, el orgullo de estar dándole al país una experiencia de clase mundial.

-Acá está lleno de festivales, partiendo por Viña. Y el único que te da una experiencia de buena producción es Lollapalooza. Lamentablemente, tengo que trabajar esos dos días, si no estaría parado a las 10 de la mañana en el Parque O'Higgins. Para una experiencia similar, sólo queda viajar a Estados Unidos o Europa.

Matías Awad sentencia finalmente qué es Lollapalooza, para todos, para ellos:
-Es como ir a Disney.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Huevada de evento, puro drogo q asco, no chelean pero marihuana a fondo y q ejemplo para los hijos q ironico

Anónimo dijo...

Así es les gusta la droga si los mismos q hacen el evento lo son q, educación para la juventud q ejemplos dan de ser drogos