El Mercurio
Romina de la Sotta Donoso
A los 90 años, ayer falleció Waldo Aránguiz Thompson, uno de los más destacados músicos de la escena coral chilena.
"Junto a Mario Baeza, de quien fue discípulo en el Coro del Instituto Luis Campino, Waldo Aránguiz estuvo en los inicios del gran movimiento coral chileno que en las décadas de 1960 y de 1970 cubrió todo el territorio nacional. La labor de estos pioneros fue tan importante en su momento como lo es la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles en nuestros días", dice Jaime Donoso, director coral y crítico de "El Mercurio".
Aránguiz fundó, en 1962, el Coro Filarmónico Municipal, que colaboró por años en el Teatro Municipal de Santiago, y lo dirigió hasta 1975. Ese año fundó el Coro Ars Viva, que tuvo una larga y fecunda trayectoria. También fundó, y condujo por 25 años, el Coro del Puerto de San Antonio. Para él, como contó a "El Mercurio" en 1999, la actividad coral no solo era artística, sino también "una palanca de elevación social".
"Aránguiz poseía un enorme carisma, y además de músico fue un gran organizador, y su labor se proyectó como dirigente en varios organismos corales internacionales", agrega Donoso. En efecto, llegó a ser vicepresidente de la Federación Internacional para la Música Coral.
"Junto con Mario Baeza, son los padres fundacionales del canto coral chileno. Cuando Chile no tenía un repertorio propio, Aránguiz hizo muchos arreglos corales que hoy se cantan dentro y fuera del país", dice su colega Víctor Alarcón. "Fue un verdadero prohombre de la cultura chilena, muy bondadoso, un representante del Chile de los 60, del Chile del sueño colectivo, igual que Fernando Rosas y Mario Baeza", agrega.
El maestro Aránguiz será despedido a las 13 horas de hoy con una misa en la parroquia Nuestra Señora del Carmen (Plaza Ñuñoa), y su funeral será a las 17 horas en el Cementerio Parque del Recuerdo.
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