La cantante se presentó anoche en el Movistar Arena, recinto que ayer fue inspeccionado por carabineros y sus perros detectores de explosivos. La artista dedica una versión de "Over the rainbow", de "El mago de Oz", a las víctimas de Inglaterra.
JOSÉ VÁSQUEZ
Nada quedó al azar. Pese a los miles de kilómetros que separan a Santiago de las ciudades en el mundo que han sufrido atentados terroristas, ayer, a las 11 de la mañana, en el Movistar Arena, carabineros con sus perros detectores de explosivos recorrieron las instalaciones del lugar, para chequear que estuviera todo en orden para el concierto que en la noche iba a dar Ariana Grande.
No se trataba de un procedimiento común, pero la visita a terreno de la fuerza pública fue una medida más dentro del reforzamiento de la seguridad para el show de la cantante que el 22 de mayo vivió la tragedia cuando finalizaba su actuación en Manchester y un atentado con bomba terminó con la vida de 22 asistentes al show, dejando a más de 50 heridos.
"Como Movistar Arena, velamos por la seguridad de los asistentes, y para eso pedimos el apoyo de carabineros para realizar una inspección. No es una medida habitual en nuestros shows, pero queremos entregar toda la seguridad a las fans de Ariana Grande", señalaban desde el recinto que ayer en sus entradas tuvo controles más exhaustivos con detectores de metales aleatorios y donde no se permitió el ingreso al lugar con mochilas o morrales, artículos que, en general, sí son permitidos. "Revisaban minuciosamente las carteras", decía satisfecha una madre que ingresaba anoche acompañando a su hija de 13 años.
Dedicatoria a las víctimas
En la pantalla central del escenario del Movistar Arena, un video con Ariana Grande de protagonista le hace gestos al público para que grite por ella, en una cuenta regresiva que se va a negro cuando llega a cero. De inmediato comienza a correr la pista de "Be alright", uno de los sencillos de "Dangerous woman", el último disco de la cantante que todavía se hace esperar algunos segundos más para aparecer en un Movistar Arena con 11 mil personas en las tribunas.
Son las 21:25, y los bailarines de la artista se despliegan por el escenario mientras ella aparece desde el fondo siguiendo la coreografía. El show está estructurado de comienzo a fin y Ariana Grande no se sale de un libreto en el que se siente cómoda.
La joven de 24 años comienza un espectáculo dividido en cuatro actos, que en su presentación inicia a ritmo de R&B bailable. Su propuesta es apoyada por su registro vocal aventajado dentro del universo de las nuevas divas del pop con canciones como "Everyday", "Bad decisions" y "Let me love you", que cierra su primer tramo de concierto solo con temas de su última entrega.
El regreso viene de la mano del pop electrónico y el impulso dance de temas como "Forever boy" y "One last time", de su anterior disco, "My everything", con el que vino por primera vez a Chile, hace dos años.
En esta nueva etapa, la cantante volvió con un repertorio renovado y una puesta en escena donde todo de pronto se transforma en un gimnasio, con pushing balls incluidos. Arriba de una bicicleta de ejercicios, Ariana Grande interpreta "Side to side", que grabó junto a Nicki Minaj y su versión de "Bang bang", de Jessie J, con despliegue de lásers y papel picado.
Solo cerca del cierre la cantante recuerda la tragedia que se desató en mayo pasado finalizando su concierto en Manchester. Desde que regresó a los escenarios luego de suspender algunas fechas de su tour, Ariana Grande ha cantando "Over the rainbow", la balada que se popularizó en la voz de Judy Garland y que ahora, de forma sobria y desde el micrófono de la estadounidense, cobra un nuevo sentido de homenaje.
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