El músico argentino ha hecho una carrera internacional desde Chile.
A punto de cumplir 70 años , su carrera sigue igual de activa. Sus discos los distribuye Naxos, fabrica tres instrumentos al mes y ahora recibirá un reconocimiento en Orlando.
Romina de la Sotta Donoso
"Siento que he vivido aquí la mayor parte de mi vida", dice el clarinetista argentino Luis Rossi. En septiembre cumple 70 años, y se radicó en nuestro país hace 39 años, cuando lo eligieron como primer clarinete de la Orquesta Sinfónica de Chile, posición que ocupó durante tres años. Luego se cambió a la Filarmónica de Santiago, entre 1982 y 1986, y después integró por algunos años la Orquesta de Cámara de Chile.
Pero la práctica orquestal no le bastaba; quería ser un solista. "Dejé la orquesta para dar cursos en el exterior, para dar más recitales y tocar más Conciertos", reconoce. Y lo logró: labró una sólida carrera, actuando en reputados escenarios y ampliando el repertorio.
Sigue igual de activo. En 2016 asumió el desafiante "Cuarteto para el fin de los tiempos" (Messiaen), y pronto dará un recital con la pianista Paulina Zamora. También tiene festivales en Paraguay y Costa Rica; sus seis CD los distribuye Naxos, y trabaja en un nuevo disco con registros históricos suyos.
Además, Rossi tiene otras dos facetas musicales. Por un lado, fue una pieza clave en El Sistema de Venezuela. "José Antonio Abreu me encomendó formar una escuela nacional de clarinete, en 1980. Me lo tomé en serio; viajé cada tres meses a Venezuela por casi 30 años. En uno de esos viajes, en una semana enseñé a 55 alumnos en clases particulares. Ese era el rigor", recuerda. "Dejé de ir hace unos tres años; esos programas se cortaron por la situación económica. Afortunadamente, surgió una maestría en la U. de Chile", detalla.
Su tercera faceta es como luthier y le ha dado fama mundial. Los clarinetistas de la Filarmónica de Israel le encargan a él sus instrumentos. Y lo mismo en la Orquesta Estable del Teatro Colón, la Sinfónica de San Petersburgo y la Orquesta del Teatro Mariinsky. También Paquito d'Rivera lo hace.
Rossi fabrica tres clarinetes al mes. La gran mayoría en madera, pero también algunos son sintéticos. "Mi objetivo siempre fue un mejoramiento del diseño, porque los clarinetes están dominados por fábricas multinacionales, tanto en Francia como en Japón, y todo lo producen en serie. Estoy muy orgulloso de ver que las grandes fábricas han copiado muchas de las cosas que hice. Eso significa que he contribuido a la evolución del instrumento", dice. Sus mayores innovaciones son sus clarinetes sin anillos metálicos, y unos tornillos que los músicos pueden ajustar.
Estas tres facetas musicales serán premiadas el 26 de julio: la International Clarinet Association (ICA) lo nombrará Honorary Member en su congreso anual, en Orlando. Reconocimiento que ya recibieron figuras como el maestro de Rossi, John McCaw, solista de la Orquesta Philharmonia de Londres, Stantley Drucker y Michele Zukovsky, solistas de las filarmónicas de Nueva York y Los Angeles.
Rossi será el primer latinoamericano en recibirlo. "Me lo tomo con sorpresa y con alegría, porque es un muy buen regalo para mis 70 años", comenta. Viajará al congreso en Orlando, como lo ha hecho desde 1991, con clarinetes que les mostrará a sus colegas.
-¿Dónde está la clave del sonido de un clarinete?
"Por un lado, en el material, y por otro, en las dimensiones de las paredes del instrumento. Así como en un violín si la madera está muy gruesa el violín va a ser sordo, en el clarinete es más o menos lo mismo. Es un equilibrio muy delicado y hay muchas posibilidades para que el sonido sea más claro o más oscuro. Cada luthier tiene su receta".
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