domingo, agosto 18, 2013

El dispar momento de los escenarios del jazz capitalino

El Mercurio

Mientras Thelonious celebra sus diez años, algunos locales desaparecen y otros anuncian su apertura.

IÑIGO DÍAZ

"No teníamos piano, y la batería ni siquiera llegó", recuerda Erwin Díaz, el dueño del club Thelonious de calle Bombero Núñez, de esa primera noche de agosto de 2003. Fue una jam session la que marcó el inicio de las actividades de este escenario de jazz, hoy encumbrado como el más importante de la capital, con diez conciertos por semana y convocatorias de entre 50 y 150 personas por noche.

"El primer músico que se animó a tocar en esa jam fue Roberto Dañobeitía", dice Díaz. Y no es casualidad entonces que diez años después sea el mismo guitarrista quien vaya a cerrar las semanas de celebraciones de esta década de vigencia: el 5 de septiembre, Dañobeitía lanzará allí su disco "La ironía del tiempo", con música para noneto.

La consolidación de Thelonious -que festejará con otros conciertos con nombres como el estadounidense Jerry Bergonzi, el violinista Roberto Lecaros, la saxofonista Melissa Aldana y el Ensamble Quintessence-, contrasta con una reciente pérdida entre los clubes capitalinos.

Cuatro años alcanzó a vivir el Bistrot Jazz Club, de Le Fournil, en el Patio Bellavista, escenario que se había ganado un público de un corte más adulto, que prefería la tranquilidad y elegancia de ese lugar decorado a la europea por su dueño original, el francés Jerome Reynes.

El nuevo propietario decidió cambiar completamente el giro, y el espacio que se encuentra en remodelación no solo se llamará Le Club, sino que funcionará con conciertos de micrófono abierto y música de acompañamiento viernes y sábado. "No será más un club de jazz, aunque podemos incluirlo en los conciertos de los jueves", dice Mauricio Dell, su productor.

De Ñuñoa al Parque Forestal

A pesar de la pérdida, el escenario jazzístico capitalino continúa en movimiento y renovación. A 75 días de su inauguración, el club The Jazz Corner, ubicado en el epicentro del barrio Italia, saca cuentas favorables. Es un concurrido espacio de los vecinos del sector, aunque todavía debe acomodar su programación que se advierte limitada. Funciona más bien como vitrina para jóvenes jazzistas desconocidos y, sobre todo, como el escenario donde el trompetista Cristián Cuturrufo toca todos los viernes y sábados. "Es lo que ocurría en el club El Perseguidor, donde la gente sabía que podía verme tocar cada semana", dice Cuturrufo, sobre el desaparecido espacio, cerrado en 2012.

El regreso más comentado es el del Club de Jazz, luego de la pérdida de su famosa casa de Av. Macul tras el 27-F. En la Casa Maroto, inmueble de Conservación Histórica adjunto al aún en construcción Mall Plaza Egaña, se están realizando obras para reacondicionar la planta de 300 m {+2} , que tendrá dos escenarios, para unos 200 espectadores, una tienda de libros y discos, además de salas de ensayo, talleres y auditorio en su segundo y tercer pisos. La concesión gastronómica ya está cerrada y se estima que el club entrará en funciones en octubre.

La novedad estará en el barrio Bellas Artes, donde el propio Jerome Reynes inaugurará otro club asociado a un proyecto gastronómico: "Hay algo que tengo claro: el jazz no está muy de moda, pero nunca pasa de moda. Cuando voy a otras ciudades del mundo, busco un club de jazz, y eso es lo que queremos instalar en este barrio, al que le falta uno".

El club, aún sin nombre, se ubicará en el subterráneo del Castillo Forestal, en pleno parque frente al Museo de Bellas Artes y conocido popularmente como "El castillito". Tendrá un espacio amplio, con capacidad para 70 personas y una programación centrada en la escena nacional. Reynes anunció su inauguración para marzo de 2014.

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