martes, agosto 06, 2013

Nuevo libro retrata la evolución de la canción social chilena entre 1960 y 1989

El Mercurio

La rigurosa obra de Marisol García abarca la música desde Violeta Parra hasta los Fiskales ad-Hok, y relata la importancia del movimiento en la historia del país.

Felipe Rodríguez

Se sabe: Violeta Parra es el primer eslabón y la más grande visionaria de la música de protesta chilena.

Pero antes de su fulgurante aparición, la canción social tuvo manifestaciones populares. La primera, según la investigadora Margot Loyola, fue "Las penas del minero" (1920), una canción que ella y Héctor Pavez registraron años más tarde, y que revela las penurias laborales de esos trabajadores. "Ya en la Colonia existían canciones de denuncia y poesías populares e incluso de apoyo a determinados políticos. Hay muchas cuecas a Balmaceda, en tributo al Presidente suicidado, y la matanza de Santa María de Iquique en 1907 motivó varios cantos indignados que se transmitían oralmente entre los mineros", cuenta Marisol García, autora del libro "Canción valiente", que relata en orden cronológico la evolución de la canción de protesta local entre 1960 y 1989.

Periodista con más de quince años de oficio en el área musical y especializada desde hace algunas temporadas en los sonidos locales a través del sitio www.mus.cl, García expone una pormenorizada indagación sobre la evolución de la "canción comprometida" que siempre se resume en las mismas palabras: rabia y abusos.

A partir del rol y el carácter irreemplazable de Violeta Parra, la canción social fue gestando en la segunda mitad de los sesenta un movimiento soberbio y en extremo lúcido llamado "La Nueva Canción Chilena". Menos popular que "La Nueva Ola", registra títulos emblemáticos en artistas como Víctor Jara, Quilapayún, Rolando Alarcón, Patricio Manns e Inti Illimani, entre otros, y que, hasta hoy, relacionan a Chile con el mundo.

"La Nueva Ola era un movimiento frívolo y extranjerizante, y La Nueva Canción no era el movimiento más popular en radios ni rankings . Pero era valorado. Factores como la convulsión social de una época, más la influencia insuperable de Violeta Parra y la disposición de todos ellos a trabajar en colaboración y una profunda conciencia de que su canto podía generar cambio social pueden explicar un momento con tantas coincidencias brillantes", explica García.

En sus páginas, las historias sabrosas abundan. ¿Ejemplos? La solidaridad de Víctor Jara con Los Blops, cuando los ejecutivos comunistas del sello DICAP querían desafectarlos por su nulo compromiso musical con Allende. El disco "El DesU.P.elote! (1973), una parodia a la Nueva Canción, coordinado por Camilo Fernández y grabado por Horario Saavedra. O las negativas de Fernando Ubiergo a las invitaciones de Augusto Pinochet. Aunque lo que más consigna García es la imposibilidad de repetir un movimiento tan diverso y talentoso como el de la Nueva Canción. "Los temas de inquietud social hoy son otros, menos diversos y más dirigidos. Pueden ir desde las minorías sexuales a asuntos medioambientales. Eso impide pensar en un movimiento hegemónico", cierra.

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