El Mercurio
Zsolt Nagy conduce la revolucionaria obra de Stravinsky, mañana y el sábado. La próxima semana, abordará solo clásicos.
Romina de la Sotta Donoso
Con el ballet "La Consagración de la Primavera", Igor Stravinsky cuestionó las bases que habían estructurado la música occidental desde el Renacimiento, en términos armónicos, tonales y métricos. Cuando reemplazó los compases regulares por la libertad del pulso, cambió para siempre la concepción de ritmo.
Su revolución, además, la hizo mirando de frente a la sociedad: los famosos Ballets Rusos estrenaron esa creación en el París de 1913, el epicentro cultural de entonces.
"A la alta sociedad burguesa no le gustó nada el tema -un rito pagano donde una virgen debe bailar hasta morir- y Nijinsky era un bailarín fantástico, pero un pésimo coreógrafo. El escándalo fue grande, pero como dicen los estadounidenses, no hay publicidad mala: la gente corrió a verlo", comenta Zsolt Nagy (1957).
El director húngaro conducirá mañana y el sábado a la Orquesta Sinfónica de Chile en la famosa creación de Stravinsky. "El público del estreno quedó muy impresionado al ver a esta enorme orquesta que tocaba cosas muy rítmicas", asegura, y especifica que fue influenciada por la música africana y gamelán, llamadas entonces "primitivas". "Este pulso es poderoso porque despierta los instintos básicos que la familia, la escuela y la sociedad nos han enseñado a esconder".
Nagy asegura que "es difícil interpretarla, pero hay piezas muchísimo más difíciles. Comparada con 'Gruppen', de Stockhausen, es bien sencilla", ríe. "Para su estreno, en 1913, la ensayaron 26 veces. Sin embargo, hoy ya no es un desafío tocarla, porque el nivel técnico de los instrumentistas es mucho más alto que entonces".
El programa incluirá, con la actuación solista de Guillermo Lavado, el estreno del Concierto para flauta "Diálogo con el espacio agredido", del italiano Gabriele Manca, que vino especialmente a Chile para la ocasión, y con quien Nagy ha trabajado preparando la obra. Una fórmula propia de su compromiso con la música contemporánea, y habitual en las más de 500 piezas que ha estrenado.
La versatilidad que caracteriza la larga trayectoria del director húngaro subirá también al Teatro Universidad de Chile los días 16 y 17 de agosto, cuando conduzca a la Sinfónica en un concierto enteramente dedicado al clasicismo, con las sinfonías Nº6, "Le Matin", de Haydn; la Nº38, "Praga", de Mozart, y la Nº1 de Mendelssohn. "Las tres son muy distintas. Mozart y Mendelssohn tenían un gran respeto por Haydn, era el abuelo de la música clásica", dice Nagy.
El programa permitirá apreciar la evolución del clasicismo desde una obra temprana de Haydn, que aún tiene cierta reminiscencia barroca, hasta una obra juvenil de Mendelssohn, que aún no exhibe romanticismo alguno.
Como remate de esta visita a Chile, Nagy dirigirá el día 31 a la Orquesta Sinfónica U. de Concepción, en obras de Liszt, Joachim y Schumann, y estrenará una pieza del chileno Rodrigo Herrera.
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