Hace 40 años Nydia Caro vino por primera vez a Chile y se convirtió en una de las cantantes más recordadas. Aquí repasa capítulos inéditos, como el día que cantó para Pinochet, el terror que vivió por los Psicópatas de Viña y su admiración por Violeta Parra.
por Claudio Gaete
En febrero de 1973, una desconocida Nydia Caro llegó al Festival de Viña del Mar como invitada al show. Cuando le presentó a Horacio Saavedra el tema que iba a cantar, ella le dijo: Más de tí. Éste le preguntó si tenía otro, porque ese era muy lento y podría no gustarle al público.
-Yo creo que el pobre no me quería decir: "Te van a comer viva si cantas esa canción". Trató de decírmelo de la forma más dulce posible. Yo le dije: "Mira, lo que pasa es que es lo único que tengo, así que voy a tomar el riesgo". Fue una cosa maravillosa cuando vi esas lucecitas, las antorchas.
Desde su casa en San Juan, Puerto Rico, la cantante cuenta el inicio de su relación con Chile, hace cuatro decadas, que celebra estos días con tres conciertos en el Teatro Municipal de Las Condes y uno en Rancagua.
Tiene 62 años, pero es imposible notarlo. Tal vez por la vida que lleva: es vegetariana, aunque come pescado cuando está en Chile. Siempre ha pesado lo mismo: 49 kilos. Hace yoga, camina mucho, y no toma sol, salvo en la mañana, a las siete, cuando pasea. Eso, porque a su madre le dio cáncer, así que debe tener cuidado.
Afirma que Chile es el país que más ha visitado y el único donde ha pensado radicarse si tuviera que salir de Puerto Rico. De hecho, hace unos años se compró un terreno en el bosque de Zapallar para construirse una casa. Sin embargo, no pudo concretar su proyecto, porque el cáncer de su madre la obligó a vender.
En 1974 consolidó su relación con Chile. Ese año ganó el Festival de la OTI con la canción "Hoy canto por cantar", el tema por el que más se la recuerda. A partir de entonces comenzó a venir regularmente y forjó amistades. Como Myriam von Schrebler, ex miembro del dúo Sonia y Myriam. O con la actriz Sonia Viveros. O la productora y ex directora del Área Dramatica de TVN, Sonia Fuchs. Y ahora último con Karen Doggenweiler y Carolina Arregui, a quienes conoció tras su participación en el programa de talentos Factor X y la teleserie de Canal 13 Don amor (2008), respectivamente.
-Después de la OTI viajé un montón. En Chile conocí a una de mis más grandes amigas, la compositora María Angélica Ramírez. En casi todos mis discos tengo algún tema de ella.
Sus recuerdos de esos años, 70 y 80, se mezclan con la realidad política del país que, en un principio, dice que no percibió.
-Cuando yo iba a Chile me recibían maravillosamente, como una reina, toda la gente, la que estaba en la calle, los taxistas y tú lo que ves al principio es eso. Hasta que empiezo a trabajar con los actores y comienzo a darme cuenta que lo que estaba viendo era solamente una cara. Cuando yo venía a Chile tenía que firmar un documento donde me comprometía a no opinar nada de política ni de religión. Pero tenía amigos actores que habían pasado por cosas terribles. Lo que yo hacia era escuchar con mucha compasión.
Relata que en una oportunidad, mientras se presentaba en el Casino de Viña del Mar, la fue a ver el general Augusto Pinochet. Lo recuerda sobre todo porque fue la primera vez que vio metralletas.
-Minutos antes de salir a cantar, el gerente del casino me dice que Pinochet estaba entre el público. Yo sentía que tenía que cantar igual y traté de poner en práctica la frase de Cristo, "no juzgues".
-¿Qué le pasó cuando lo vio entre la audiencia?
-No lo vi, porque cuando estás cantando te ponen las luces y yo siempre he sufrido de mala vista. Pero lo vi al final, cuando se encendieron las luces del público. Y vi las metralletas de los guardias que lo acompañaban. Después, el gerente me dijo que él quería subir a saludarme al camerino y yo le dije que sí, pero que fuera un saludo normal, de la misma forma en que yo saludo a mucha gente.
-¿Cómo fue ese encuentro?
-Muy sencillo. Él fue con su familia. Yo pensaba que era una persona alta y grande y era un señor chiquito, muy amable. Me dijo que eran muy bonitas mis canciones, que siempre le han gustado, luego me preguntó por Puerto Rico, fue algo muy genérico. Había muchos guardias y eso es lo que más me impresionó. La verdad es que no estaba acostumbrada.
-¿Se sacó una foto con él?
-No, yo pedí que no se sacaran fotos.
Bella y audaz
Cuando murió su padre, ella tenía 19 años y su familia se mudó desde Nueva York -donde ella nació- a Puerto Rico, donde tuvo que trabajar para mantener a su mamá, su hermano y dos primos que vivían con ellos. Se empleó en un programa juvenil, donde le pagaban 40 dólares a la semana.
Ya perdió la cuenta de cuántas veces ha viajado a Chile. Canal 7, hoy TVN, la reclutó casi como rostro estable en los 70 y 80. La estación produjo especiales, estelares y teleseries con ella, Bellas y audaces (1988), y ahora último la contrató como jurado del programa de talentos Factor X.
El primer especial fue en blanco y negro. Lo dirigió Gonzalo Bertrán y se grabó en la casa del publicista y actor Jaime Celedón. A ambos se los presentó el animador César Antonio Santis, a quien conoció cuando pisó el escenario de Viña del Mar. Entre ambos surgió una fuerte amistad que alimentó los rumores de una relación sentimental.
-Fue una relación como se puede tener con diferentes personas en la vida, que pueden ser amigos maravillosos, como las que tuve con Sonia y Sonia (Viveros y Fuchs). César me enseñó muchas cosas preciosas de Chile, me llevó a todas las casas de Neruda, porque sabía que a mí me encantaban sus poemas, me mostró Chile, su arte. Fue una amistad muy linda y le agradezco todo lo que me enseñó del país. Hace años que no lo veo.
También entabló amistad con José Alfredo Fuentes, a quien conoció a mediados de los 70 y de quien es madrina de su hija Natalia (también es madrina de una hija de Sonia Viveros). Juntos animaron Aquí Hotel O'Higgins en 1982.
-Cuando hicimos ese programa se hablaba mucho en Chile de los psicópatas de Viña. Me acuerdo que recibí un montón de llamadas anónimas. Yo levantaba el teléfono, se reían y colgaban. Me pusieron dos guardias en el hotel para protegerme. Estaba muerta de miedo.
Gracias a Violeta
-Un gran éxito suyo fue "La Separada", un tema que no se tocaba ese tiempo en Chile.
-Sí. Emocionalmente yo no entendía "La Separada", porque aquí en Puerto Rico existe el divorcio. Pero estar separada era otra cosa allá en Chile. Me la pedían todo el tiempo, sobre todo las mujeres, y ahí empecé a entender de otra forma esa canción. Hasta que yo me divorcié años después y ahí la entendí en términos emocionales.
Se casó en 1976 con Gabriel Suau, con quien estuvo casada por 12 años.
-Nos llevamos muy bien. Cuando nos divorciamos lo hicimos en 15 minutos, literalmente.
Tuvieron dos hijos, Cristián y Gabriela. El primero se dedica al cine y hace poco acaba de estrenar su primera película, Oso blanco. Gabriela acaba de terminar una maestría en gestión Cultural. También tiene un nieto: Lucas, de 8 años.
La primera vez que escuchó a Violeta Parra fue gracias a la compositora María Angélica Ramírez, cuando recién comenzaba a viajar a Chile.
-Un día me dice: "Te voy a poner unos discos de una folclorista que hace unas canciones magnificas". Y me encantaron. Eso fue como en 1978 y yo quería grabar canciones de ella, pero la compañía no me dejaba porque me tenían grabando cosas modernas. Entonces me prometí que un día lo iba a hacer. Me parece muy sabio el plan que tiene la vida, porque es ahora, después que he leído tantas cosas de ella, después de haber conocido a Isabel, a su nieta, después de haber leído muchos libros, que pude entender más de ese personaje tan increíble que era Violeta. No habría podido cantarla y honrarla como lo hago ahora. Es el trabajo discográfico más delicado que he hecho en mi vida.
-¿Qué canción de Violeta Parra le llega más profundo?
-"Gracias a la vida" es mi querendona, porque llevo años cerrando mi show con ella. Es una síntesis de todo. Pero hay una canción que la saqué del CD, porque no soy capaz de cantarla. Cuando se lo conté a Isabel, me dijo que imaginaba que yo la iba a sacar. Es "Maldigo del alto cielo". No pude, lo intenté y estuve dos días sin dormir. Es una canción bestial, desgarrante. La otra que me encanta es "El rin del angelito". La quise hacer como si fuera un nocturno de Chopin, solo con un piano. Quería que se escuchara algo muy intimista.
-¿Qué le hace falta en esta etapa de su vida?
-Me pregunto mucho eso. Quizás, quizás... me gustaría tener una relación más. Una más. He tenido pocas relaciones, las puedo contar con los dedos de una mano, pero han sido intensas. En este momento de mi vida podría ser muy buena compañera, uno sabe cómo llevar mejor las cosas. Pero soy muy feliz ahora, tengo muchas cosas que amo, a mis hijos, mi nieto, lo que hago, los libros, no es que esté sentada esperando. Pero una vez más podría ser.
por Claudio Gaete.
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