Natalia Contesse. © Xavier Pintanel |
La cantora chilena Natalia Contesse acaba de publicar su segundo disco, Corra la voz, un álbum que respeta el canto popular chileno pero hecho con frescura, elegancia y toda la fuerza de la juventud de una alumna aventajada de Margot Loyola.
por Xavier Pintanel
Natalia Contesse es la heredera de las cultoras del canto campesino popular chileno. Hay un antes y un después en su carrera después de conocer a Margot Loyola —la Señora Margot Loyola, siempre dice Natalia para referirse a ella— y, sin ningún tipo de ruptura con la tradición, ha traído bocanadas de aire fresco en la forma de componer e interpretar este tipo de música.
Natalia acaba de lanzar su segundo CD en solitario, Corra la voz, un disco bellísimo ya desde su concepción gráfica y en el que se respira el aire de Chile de principio a final y producido con elegancia, finura y juventud. Juventud en un disco respetuoso con las raíces tradicionales.
Por casualidades de la agenda Corra la voz ha sido ya presentado en Europa y Natalia Contesse hará lo propio en Chile el próximo 28 de agosto en Ladrón de bicicletas.
Natalia Contesse.: "Yo me definiría como una mujer curiosa, una mujer que se trata siempre de romper las rutinas. Las instituciones me son muy ajenas —nunca he podido permanecer mucho tiempo en institución formal, lo he intentado y no me ha dado buenos resultados— sí en el tomar conocimientos pero no en el cual finalizar un ciclo."
Tengo una espiritualidad muy grande, en mi familia hay muchas historias dentro de las espiritualidades. Tengo una mente indagadora, de muchas preguntas, de una sensibilidad probablemente que me hace estar haciéndome preguntas, cuestionamientos. Una necesidad de estar en la naturaleza también, y de ir y venir entre la ciudad y la naturaleza. Tengo también una búsqueda muy fuerte frente al pasado. En cuanto a la espiritualidad y al oficio del trabajo necesito estar entendiendo los procesos de qué es lo que venía antes, cómo celebraban antes, qué valoraban antes. Tengo esta necesidad de estar mirando atrás también como para poder entender, integrar en la vida rápida de ciudad.
Quiero entender también qué es lo femenino, qué es lo masculino en este tiempo que vivimos en la competencia. Siempre como queriendo saber un poco más.
Tú empezaste de hecho haciendo música folklórica del mundo.
Sí. Lo primero fue una cosa más bien latinoamericana cuando empecé a cantar por una cosa también muy de necesidad —de gusto por supuesto—, y también por necesidad de trabajar y se me dio en ese momento la oportunidad de estar rodeada de personas que estaban haciendo un repertorio latinoamericano, cubano, colombiano, peruano, argentino —chileno también un poco— y dentro de esa necesidad por diversas circunstancias entré a cantar. Ese fue mi primer acercamiento a la música profesionalmente.
Luego me fui a vivir a Santiago —en ese tiempo yo vivía en el norte de Chile— y fui invitada a trabajar en un grupo que se llamaba Yamana y trabajaba la investigación para interpretar ritmos afro-mandingas principalmente y con algunas fusiones andinas, lo cual me pareció muy atractivo porque yo nací en Nueva Orleáns rodeada de gente de color.
Cuando este grupo empezó a practicar el latin-jazz, ahí a mí me pareció que no era el camino. Paralelamente a eso me invitaron a trabajar en un grupo que se llamaba Detucuna a Tutumba que éramos un trío formado por Juan Gronemeyer, que hoy día forma parte de Chico Trujillo, y Rodrigo Aros, que forma parte de HopPo!. Y eso fue hermoso porque amplió lo africano a la música de la India, Mongolia, Norteamérica. Juan Gronemeyer decía que esto era una música regresiva, y esto me gustaba mucho porque era también muy espiritual.
La cosa es que cada uno de los tres empezó a tener otras inquietudes: Juanito se fue más de lleno a la cumbia, Rodrigo con todo el tema de las flautas y yo que estaba haciendo músicas del mundo pero no sabía qué pasaba en Chile.
Y entonces conoces a Margot Loyola
Paralelamente ya había empezado a componer alguna cosita con aires chilenos, sonaba a tonada y a cueca, pero de tonada y cueca no tenían nada; era intuición no más. Entonces, después de un viaje a Bolivia en que tuve que armar un repertorio chileno —canciones de Violeta por ejemplo— y entonces me di cuenta que estaba tocando canciones chilenas y en verdad no sabía nada. Como que me sentí un poco irrespetuosa con lo que yo soy. Y después de ese viaje yo llegué y me dije "ya no pasa un día más sin saber qué pasa realmente en este territorio". Y fui a la Sociedad de Derechos de Autor (SCD), pedí el contacto de la Sra. Margot Loyola, la llamé por teléfono, estuvimos conversando, un poco le conté quién era yo, lo que quería. "Muéstrame de Chile, quiero saber que es la tonada". Ella me recibió con su marido Osvaldo Cádiz y a partir de ahí nos vimos semanalmente para ver libros, escuchar grabaciones, ella me contaba historias, quién está detrás de la música tradicional, el ciclo de la cosmovisión en el cual se levantó esta música...
Todo me resonaba mucho porque a través del folklore se juntaban mis inquietudes. Por ejemplo, viajando por Latinoamérica, conocí a una mujer muy importante que es una chamana ecuatoriana que se llama Carmen Vicente y estuve trabajando con ella más o menos 13 años y yo he aprendido mucho de ella. Entonces entiendo que el folklore puede unificar un poco mis mundos.
Entonces te reinventas.
Más que reinventarme me armo.
Y ahí empiezas a componer
Sí. Como te decía había empezado a componer antes de una forma intuitiva. Pero a partir de ahí empecé, como tú dices, a reinventarme en el sentido de componer en el lugar donde yo sé que tengo que estar. Para mí la investigación siempre ha estado al servicio de la creación.
Y entonces lanzas a los 31 años Puñado de tierra, tu primer disco
Había grabado antes un disco llamado Vena Raíz con un grupo del mismo nombre en el 2009. Eran canciones como las que te contaba de cuando fui a Bolivia, canciones instintivamente chilenas; todas compuestas por mí, más una tradicional y otra de Violeta Parra.
Pero ya en el 2011 se lanza Puñado de tierra mi primer disco solista; el disco que yo quería hacer, el disco que me representa.
¿Cómo se compagina ser una mujer urbana —vives en Santiago— con ser una cantora campesina?
Se compagina de una forma muy orgánica, muy natural porque como te cuento yo siempre estoy yendo al campo, a la montaña, tanto para investigar como para las ceremonias en las que participo.
Puedo estar cuidando el fuego todos los días, cuidando el agua, ayunando durante cuatro días y luego bajo, me ducho, me visto y ya estoy acá. Para mí también es muy natural esa vida. Creo que una cosa lleva a la otra. Para mi estar en el campo o la montaña con la naturaleza, coger los mensajes de la cotidianidad de la vida natural; es muy importante para mis composiciones. Traer a la ciudad la noticia de allá.
¿Por qué no has incorporado canciones del folklore en tus discos?
Porque tengo pensado en algún momento hacer sólo un disco de eso. A mí lo que me gusta es componer, pero estoy juntando varias canciones elegidas con pinzas del repertorio que he podido conocer en este tiempo y tengo la idea en el futuro de hacer un proyecto de hacer solamente tonadas y cuecas tradicionales.
Tú respetas las formas tradicionales —la cueca, la tonada— pero le das un aire muy personal.
Es lo más natural. Si bien es una búsqueda, sucede de una forma muy natural por lo que uno es en la vida. Probablemente también está el propósito de hacer algo nuevo pero en lo práctico, surge no más.
Se está produciendo un "movimiento" en Chile en donde en un mismo espacio y un mismo tiempo está saliendo un buen número de talentos con estilos muy distintos con el nexo común de ser chilenos, jóvenes y creo que incluso bastante amigos entre vosotros. ¿A qué se debe que se produzca esta explosión de talentos?
Para mi no es fácil esta respuesta. No puede ser casualidad y si lo fuera, qué hermosa casualidad.
Me parece que puede haber un hecho histórico-político claramente: el hecho de que sea un pueblo tan reprimido. Sabemos que Chile venía de ser un pueblo muy fértil artísticamente: el trabajo de Violeta Parra, de Víctor Jara, la internacionalización de su música, del folklore, el referente de la Nueva Canción Chilena. Estábamos como muy en la vanguardia creativa, musical, teatral, yo creo. Y fue tan fuerte la represión, la muerte, la persecución, la prohibición de la música folclórica, de todo aquel que quería decir u opinar, de sus sueños, de la justicia, de la dignidad…
Atahualpa Yupanqui en un libro llamado La voz del viento dice que a los cantores la música les llega del viento y que efectivamente en el viento hay como unas alforjas que se van llenando de contenido del que lloró, del que sufrió o del que estuvo reprimido. Entonces me parece que esa voz tan fuertemente callada por tantos años de represión, llenó estas alforjas de mensajes, de palabras, de melodías. Y da la sensación de que esta alforja se hubiese reventado en Chile.
Hay también una curiosa coincidencia y es que algunos miembros de tu generación habéis nacido o vivido vuestra infancia fuera de Chile. ¿Es posible que esto os haya dado una mirada distinta?
Todo viaje expande de alguna manera la mente, el espíritu. Yo llegué muy pequeña de Estados Unidos, pero algo me habrá influido, digo yo.
Recomiéndanos, por favor, alguno de estos nuevos talentos chilenos
Primero inevitablemente voy a irme a recomendar bajo la línea de mi trabajo, de la cosa más tradicional. Hay un grupo que salió este año elegido por el Sello Azul que se llama Las Primas. Es un grupo de mujeres muy interesante, mucho más tradicional que mi propuesta, pero sí componen cuecas hermosas y yo las recomendaría mucho para ver como una radiografía de las cantoras chilenas urbanas.
En esa misma línea hay un grupo que se llama El Parcito, que yo conocí a través de la Sra. Margot Loyola porque han estado estudiando con ella el último año. Con ellas es como viajar al pasado, es algo muy teatral.
Dentro ya de lo que podríamos denominar cantautores a mi me gusta mucho Nano Stern. Me gusta mucho su trabajo, he compartido mucho con él. Para mí es un hombre talentosísimo instrumentalmente, en la composición me gusta mucho también.
A parte de las dificultades que podrías encontrar que en cualquier país, ¿qué dificultades específicas has encontrado en Chile para poder desarrollar tu carrera?
La principal dificultad, a mi forma de ver, es la privatización de todos los teatros. Para mí un teatro es el honor a la música y la privatización de estos espacios los convierte en muy caros. Estar en un teatro es muy complejo porque arrendarlo es muy caro.
Luego especialmente para mí el tema de la cultura tradicional siempre es una limitación. No es lo que tocan en la radio que siempre van a priorizar el pop, el rock, el cantautor que tenga línea más rockera. Pero yo lo elegí así y no tengo que reclamar a nadie.
¿Se puede vivir en Chile de la música?
Se puede vivir en Chile en la música. Obviamente es complicado, no es una cosa estable. Yo, aparte de vivir cantando, tengo un proyecto que para mí es muy importante que es una Escuela Chilena de Folclor y Oficios.
Háblanos un poco de esta Escuela Chilena de Folclor y Oficios
Es un proyecto muy lindo. Para mí tiene un significado muy profundo. Yo soy de la comuna de La Reina donde Violeta Parra tenía instalada su carpa y paseando por allí me encontré con un edificio municipal que estaba abandonado y quise tomar este edificio para hacer una escuela de folklore. Y quise tomar un poco este sueño y esa energía de Violeta y nos dieron este edificio por ocho años.
Ahora que estuve en París me entrevisté con Ángel Parra porque queremos hacer un documental sobre la Carpa de la Violeta con los testimonios de todos los que estuvieron allí, los anónimos y los conocidos.
Acabas de lanzar, Corra la voz, tu segundo disco en solitario ¿En qué se diferencia este del primero?
Este disco tiene evolución pero también mantiene fuerte una esencia: la búsqueda de la composición a partir de de la tradición. Hay tres cuecas, hay décimas, hay tonadas, esta vez incorporé una refalosa, unas coplas nortinas. Están las guitarras traspuestas nuevamente.
Entre lo nuevo están los refranes. Me metí muy fuerte en el refrán. Los refranes son parte de la cultura tradicional en Chile y en otros muchos lugares y el disco está lleno de refranes. Los refranes son muy bonitos, muchos de ellos están escritos en octosílabos o en seguidillas, es decir están escritos en verso y esto no es casual. Por eso el disco se llama Corra la voz, porque el refrán siempre ha corrido a través de los pueblos. Los abuelos enseñaban a los nietos a través de los refranes, en el fondo son la sabiduría del pueblo. Digamos entonces que el refrán es el protagonista del disco.
También se suman instrumentos nuevos, por ejemplo hay clarinetes, en dos canciones trompetas, oboe. Hay en algunas canciones cuartetos de cuerda. En general tiene una energía más fuerte. Puñado de tierra era un disco más lineal en la onda de la energía, este como que va más arriba y va más abajo.
Has incorporado también Miren como sonríen, una canción de Violeta Parra
Es una canción muy fuerte. Todo lo que dice es sumamente vigente con lo que está pasando en Chile.
¿Qué está pasando en Chile?
Es muy fuerte lo que está pasando en Chile. El mundo nos está viendo como pioneros del libre mercado y Chile es el país donde hay más injusticia social, la calidad de vida es de las peores del mundo. Chile es único en algunas cosas terribles. Nosotros todavía vivimos con las leyes de Pinochet, no ha cambiado nada. Por ejemplo el tema de los recursos naturales: nada nos pertenece. Todo es un negocio en Chile.
La Concertación fue una dormida y han sido los estudiantes los que en el fondo despiertan a la gente.
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