EL Mercurio
El colombiano presentó “Papi Juancho”, su último disco, que defiende como la evolución del “Dirty Boy”.
JOSÉ VÁSQUEZ
La fantasía resuena engañosa y en la práctica, en un paralelo con el universo cinematográfico y de las series, termina resultando una especie de reboot musical dentro de la saga de Maluma, que busca contar una nueva historia estrenando una chapa diferente, pero para acabar interpretando al mismo personaje.
El colombiano dice que “Papi Juancho”, el alter ego homónimo que entrega su último disco ––y que también es una alusión a su verdadero nombre, Juan Luis Londoño––, que lanzó hace algunos días, es de cierta manera la progresión natural del “Dirty Boy”, con el que modeló su actual fama global, que lo ha llevado a grabar junto a estrellas del pop tan importantes como Madonna y Ricky Martin.
Lo que presenta la voz de “Felices los 4” no es una novedad en la industria, aunque el juego esta vez le resultó poco llamativo con un relato que continúa la fiesta a ritmo del reggaetón y versos sexualizados, nada distinto a lo que ya ha mostrado antes, y que evidencien este “crecimiento” que promueve él mismo.
Las letras lo sitúan en su tierra, en los Emiratos y en Miami describiendo a un personaje que cita a Christian Grey y su lujuriosa habitación secreta; de un tipo que se siente como un jeque árabe cuando le bailan twerk ––esa danza urbana que sacude con fuerza las caderas–– y que se define como un diablo, parte de la ética del género.
El disco, ha señalado el cantante, fue realizado durante la cuarentena y su lanzamiento llegó justo en medio del aluvión mediático provocado por el futbolista brasileño Neymar a través de irónicos videos en redes sociales, quien hoy tendría una relación con la expareja del colombiano, la modelo estadounidense Natalia Barulich.
“Papi Juancho” anunció su estreno de manera supuestamente sorpresiva aprovechando el revuelo. La publicidad ya era gratuita y su éxito en el streaming solo continuó consolidando su escalada ganadora en las diversas plataformas.
Quizás lo más llamativo que muestra este alter ego viene con “Medallo city”, donde decodifica su barrio a ritmo de hip hop, trap y salsa, un experimento excluyente dentro de la uniformidad de un trabajo que se extiende en 22 tracks.
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