Compuesto en 1944 , el radiodrama con música sobre el poeta de “Hojas de hierba” fue reestrenado en la Catedral de Washington y en octubre sale bajo el sello Naxos.
Juan Antonio Muñoz H.
“Soy el poeta del Cuerpo y soy el poeta del Alma”, escribió Walt Whitman (1819-1892), definido como el máximo cantor del Yo, del cuerpo humano, del sexo, de la fraternidad universal y de la igualdad democrática, y también como un “profanador insigne de todas las convenciones y formas de lenguaje”. El mismo que en “Hojas de hierba”, exaltando la música, escribió: “Me colma un tenor, vasto y nuevo como la creación. Me exalta el caudal de su voz (…). La orquesta me hace describir órbitas más vastas que las de Urano, me arranca ardores cuya existencia yo ni siquiera sospechaba”.
El gran poeta estadounidense del siglo XIX también es en sí mismo música y drama. Y gracias al sello Naxos podremos conocer cómo fue que lo llevó a la música el compositor Bernard Herrmann (1911-1975).
A Herrmann se deben las bandas sonoras de películas como “Psicosis”, “Vértigo”, “El hombre que sabía demasiado”, “Ciudadano Kane”, “Fahrenheit 451” y “Taxi Driver”, entre muchas otras. También fue un músico de otras aguas, como atestiguan su cantata “Moby Dick” (1938) y su notable y poco representada ópera “Cumbres borrascosas” (1943/1951, que se puede escuchar en YouTube, en una versión de Montpellier de 2010), aparte de sus contribuciones al repertorio sinfónico y de cámara.
También fue un pionero en el ámbito de la música radiofónica, y durante los años 30 y 40 trabajó intensamente junto a Orson Welles en una serie de partituras para programas radiofónicos creados por este, como la famosa adaptación que Welles realizó de “La guerra de los mundos”, de Herbert George Wells, que marcó un hito en la historia de la radiodifusión.
Whitman y la guerra
En 1944, con EE.UU. ya completamente involucrado en la Segunda Guerra Mundial, Herrmann compuso la música para un radiodrama dedicado a la principal figura poética estadounidense, Walt Whitman. Titulado simplemente “Whitman”, tiene un texto del escritor, ensayista, guionista y productor Norman Corwin, y se emitió en 1944 con el objetivo de inspirar el apoyo nacional a la participación norteamericana en el conflicto bélico. La obra fue rescatada en 2019 por el director español Ángel Gil-Ordóñez, quien la presentó en la Catedral de Washington en el marco del bicentenario del nacimiento de Whitman.
Es el mismo Gil-Ordóñez quien está al frente del disco que, en octubre próximo, lanzará el sello Naxos, en interpretación del PostClassical Ensemble y con el elenco responsable del reestreno en Washington. Joe Horowitz, director ejecutivo del conjunto PostClassical Ensemble, dice que la música de Herrmann hizo que las grandes películas fueran aún mejores. “Cualquiera que conozca estas películas sabe que en ellas la música es crucial”, subraya, y agrega que una obra como “Whitman” está todavía pendiente de ser conocida: “Es una partitura notable. Herrmann fue el compositor supremo de un género que ahora está olvidado: los dramas de radio. Es impresionante cómo conecta las palabras de ‘Hojas de hierba' con su inquietante música. Creo que, junto con Aaron Copland, es uno de los compositores más destacados de su generación”.
El álbum de Naxos se completa con otras dos piezas de concierto de Herrmann: el quinteto para clarinete “Souvenirs de voyage” y la Suite de “Psicosis” para orquesta de cuerdas.
Conocido por las películas donde intervino, pero muy escasamente por su producción para la sala de conciertos, en 1933 conoció a Orson Welles, con quien trabajó en “La guerra de los mundos” y luego en “El Príncipe Feliz”, y en la película “Ciudadano Kane” (1941). Herrmann obtuvo su único premio de la Academia por la música de “El hombre que vendió su alma” (“The Devil and Daniel Webster”, 1941), dirigida por William Dieterle.
En 1955 conoció a Alfred Hitchcock y comenzó a trabajar con él. Partió con “¿Quién mató a Harry?” hasta alcanzar la plenitud innovadora en cintas como “Vértigo”, “Intriga internacional” y, en especial, “Psicosis”: la famosa secuencia de los violines en la escena del asesinato en la ducha. Colaboró luego, en Europa, en proyectos de François Truffaut.
Herrmann falleció de un infarto al miocardio en su habitación en un hotel de Los Angeles, pocas horas después de terminar la grabación de la partitura de “Taxi Driver”, de Scorsese.
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