El Mercurio
Se acuña el término delebs -mezcla de dead (muerta) y celebrity (celebridad)-. La recreación digital del fallecido rapero Tupac Shakur, el domingo pasado en el festival Coachella, marca un antes y un después en la historia del pop. De ahora en adelante, que un músico muerto salga de gira ya no será una idea descabellada.
Andrés Panes
Lo decía el periodista inglés Simon Reynolds en su interesante libro "Retromanía": la cultura popular es adicta a su propio pasado. Decenas de revivals han dominado las tendencias musicales de los últimos 20 años, mientras hemos visto cómo prolifera el uso de samples -uso de melodías y canciones antiguas en temas nuevos-, y los covers están a la orden del día. Similar es el caso de los discos póstumos de todo tipo y calidad. En los últimos seis meses han aparecido álbumes post mortem de Michael Jackson (con los remixes que usa como banda sonora el Cirque du Soleil en "Michael Jackson: The Immortal World Tour"), Amy Winehouse (la colección de inéditos y demos "Lioness: Hidden Treasures") y Janis Joplin (el muy recomendable "Live at the Carousel Ballroom 1968").
Hasta los más desinformados son atraídos por el magnetismo de las celebridades muertas o delebs -mezcla de dead (muerta) y celebrity (celebridad)-, como las llama la prensa anglosajona. El pasado 10 de abril, la organización de los venideros Juegos Olímpicos se convirtió en el hazmerreír de las redes sociales luego de pedirle a Keith Moon, el baterista de The Who, que participara en la ceremonia de cierre. Los promotores de Londres 2012 querían que el músico fuera parte de "Symphony of Rock", una sección del evento en que -desde la omnipresente nostalgia- se rendirá tributo al rock británico. Sólo un detalle olvidaba la producción: Moon falleció en 1978 a causa de una sobredosis. Por supuesto, las bromas en Twitter no se hicieron esperar, la mayoría de ellas enfocadas en lo absurdo de pretender que un artista muerto se presentara en vivo.
No contaban con la astucia de Dr. Dre y Snoop Dogg, y lo que harían pocos días después, el domingo 15 durante su presentación como cabezas de cartel del festival Coachella. Las dos figuras emblemáticas del hip hop, sobrevivientes de esos agitados años 90 en que predominaba la agresividad del Gangsta Rap, cautivaron a miles de personas en el certamen californiano e invitaron a los consagrados 50 Cent y Eminem, además de los ascendientes Kendrick Lamar y Wiz Khalifa. Un auténtico desfile de luminarias que, sin embargo, tuvo su clímax en la insólita presencia sobre el escenario del difunto Tupac Shakur, acribillado a balazos en 1996.
"Hail Mary" y "2 of Amerikaz most wanted" fueron las canciones que el fallecido rapero hizo a dúo con Snoop Dogg, impactando a los presentes y también a quienes seguían la transmisión gratuita del festival vía YouTube. Ahí estaba Tupac, joven y lozano como se lo recuerda (ahora sería un cuarentón), saludando con un "¿Qué diablos pasa, Coachella?", pese a que su asesinato ocurrió tres años antes de que el festival fuera creado, rimando con la misma vehemencia de siempre y desvaneciéndose entre luces al término. Aplauso cerrado. De inmediato comenzaron los comentarios, críticas, análisis y especulaciones sobre el histórico momento.
Un viejo truco nuevo
La existencia del truco que revivió digitalmente a Tupac Shakur se remonta al teatro de la época victoriana. No es un holograma, como muchos creyeron dado su extremo realismo, sino una proyección en dos dimensiones. El nombre de la técnica es "Pepper's ghost", en honor a John Henry Pepper, el químico británico que, a mediados del siglo 19, la estrenó en una dramatización de la novela "The Haunted Man and the Ghost's Bargain", de Charles Dickens. En ese entonces, la idea era simular fantasmas y seres espectrales. La versión actualizada del procedimiento consta de un proyector situado en lo alto del escenario y dirigido hacia una superficie reflectante puesta en el piso, que a su vez rebota contra un panel de fondo hecho de mylar, material que de frente refleja y por detrás es transparente.
Dr. Dre fue el primero en visionar la espectacular maniobra, hace aproximadamente un año, a raíz de las mejoras tecnológicas que permitían montajes similares. Antecedentes sobraban. El ex Vicepresidente estadounidense Al Gore y el magnate Richard Branson ya habían dado charlas virtuales utilizando efectos de la misma rama, contratados también por diversas empresas en eventos privados. Para la música tampoco era una novedad absoluta. Madonna cantó "en vivo" junto al grupo Gorillaz en los Grammy de 2006, los Black Eyed Peas actuaron a distancia en los premios franceses NRJ de 2011 y ese mismo año Mariah Carey dio un show simultáneo en cinco ciudades europeas.
Otro caso célebre de este avance viene desde Japón en la forma de Hatsune Miku, personaje animado que actúa como la interfaz de un software que permite sintetizar la voz. Su popularidad es tan grande que da conciertos a tablero vuelto. Algo similar es lo que se pretende hacer con Tupac Shakur, según trascendidos que señalan que el único problema es el precio: su breve aparición costó cerca de medio millón de dólares. La única opción sería apostar por una gira en estadios, siempre de noche (de día es imposible que el truco resulte) e idealmente bajo techo (la lluvia y cualquier tipo de nubosidad son fatales). No es barato ser pioneros.
Creando a Tupac
Si bien hay datos de resurrecciones digitales previas, como Elvis Presley junto a Celine Dion en "American Idol", y la "presencia" de Frank Sinatra en el cumpleaños 50 de Simon Cowell, todas usaban imágenes de archivo sacadas de su contexto original. Para hacer que Shakur volviera a la vida se aplicaron métodos mucho más complejos y aparatosos. Las imágenes del rapero vistas el domingo, en un show que mañana se repetirá en el segundo fin de semana de Coachella, no pertenecen a ningún registro anterior. Son nuevas y constituyen una recreación del rapero, basada en el minucioso estudio de sus características físicas, construida durante cuatro meses por Digital Domain. Fundada por el director James Cameron, la compañía ha sido responsable de los efectos visuales de películas como "Titanic", "El curioso caso de Benjamin Button" y "Tron: Legacy".
Ahora bien, las implicancias morales y artísticas de este acontecimiento son asunto aparte. Aunque Afeni Shakur, la madre de Tupac, aprobó personalmente el proyecto, los más perspicaces se preguntan qué validez tiene revivir a un músico que, en su canción "Only fear of death", aseguraba que "el único miedo que le tengo a la muerte es volver reencarnado". Peores aun son los dardos apuntados hacia Dr. Dre, que viene anunciando hace 11 años la salida de su próximo álbum -titulado "Detox"-, por estar enfocado en labores ajenas a su carrera solista. Mientras el fascinante debate moral y artístico se desarrolla, la industria musical celebra la llegada de nuevos trabajos póstumos de Selena (el disco de duetos "Enamorada de ti"), George Harrison (los demos "Early Takes: Volumen 1") y Joey Ramone (su segundo lanzamiento post mortem, "Ya know?"). Ante los ojos del mundo, el pop se está comiendo a sí mismo en carne viva.
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