El Mercurio
Archivo Andrés Bello recupera cuantioso acopio de partituras.Zamacuecas, cuplés, valses, tangos e himnos políticos abundan entre 700 piezas que están siendo restauradas y digitalizadas en este centro. "Se refuta la idea de que en el siglo XIX no había compositores", dicen allí.
IÑIGO DÍAZ
La historia cuenta que los técnicos de la imprenta, incluido el compositor José Zapiola, se amanecieron en el trabajo de armado de tipografía para que la partitura del "Himno marcial del triunfo de Yungai", conocido después como el "Himno de Yungay", estuviera lista. Al día siguiente se efectuaría una fiesta conmemorativa, convocada por el gobierno de José Joaquín Prieto, para festejar la victoria sobre la Confederación Perú-Boliviana. Y esa noche, junto al piano del salón, se cantó el famoso himno dedicado al ministro de Relaciones Exteriores y Hacienda, Joaquín Tocornal.
Ese original de 1839 se encuentra hoy entre los tesoros musicales del siglo XIX que un grupo de expertos, encabezados por la licenciada en música Fernanda Vera, está rescatando del olvido. Es parte del proyecto "Puesta en valor, catalogación y difusión de la colección de partituras del Archivo Central Andrés Bello AB de la Universidad de Chile".
Así de largo es su título, pero más extenso e intenso es el trabajo "arqueológico" que se está realizando en los laboratorios de calle Arturo Prat 23 con un abundante cuerpo de partituras decimonónicas custodiado por este archivo. Provienen del material reunido durante décadas por los bibliófilos Domingo Edwards Matte, Eugenio Pereira Salas y José Zamudio. Son unas 700 partituras.
"Siempre se ha dicho que durante el siglo XIX no hubo música ni compositores. Esa creencia está siendo refutada ahora", señala Fernanda Vera. "De aquí a un par de años se van a conocer muchas cosas con respecto a este período", asegura. Eso, porque no sólo es el archivo de la U. de Chile el que avanza en la organización del material. También se están catalogando partituras, sacras y profanas, en el Seminario Pontificio Mayor, a cargo del licenciado en música José Contreras, y en la Recoleta Dominica, con el musicólogo Víctor Rondón.
"El mérito de nuestra colección es que recupera la música escrita para el salón señorial. La organología es para piano y canto. Son piezas publicadas por casas editoras litográficas como Inghirami & Brandt, Cadot y Eustaquio Guzmán, siempre con portadas muy diseñadas y casi siempre con dedicatorias grandilocuentes", cuenta Vera. El vals "Mil flores", de Arturo Hügel, dedicado a la distinguida señorita Christine Mougnoud, o la polka militar "Los clarines de Maipú", de Juan Krause, a Erasmo Escala.
Es un aspecto que también sorprende a los investigadores. Entre los ritmos populares de salón, considerados "música para disfrutar" -zamacuecas, refalosas, cuplés, pasodobles, valses, tangos, cuadrillas y habaneras-, aparece gran cantidad de himnos y canciones de proselitismo político: "Himno a los vencedores del Maipo", "El monitor peruano" y "Al mártir de la democracia", dedicada a la madre de José Manuel Balmaceda.
"Se trata de música de larga data, por lo tanto sus derechos de autoría cesaron. Eso nos permitirá distribuir gratuitamente las partituras, que serán digitalizadas y podrán descargarse desde nuestro sitio en internet, con una detallada ficha bibliográfica patrimonial", dice Alejandra Araya, directora del archivo. Fernanda Vera concluye: "Queremos que se vuelva a tocar y a escuchar la música chilena del siglo XIX, que estuvo perdida por tanto tiempo".
Tesoros desconocidos y grandes descubrimientos
Debido al éxito del "Himno de Yungay" de 1839, muchas casas editoras siguieron publicando la canción. Al menos diez ediciones más están en el archivo universitario. No es la única joya allí. También se encuentran la primera partitura del "Himno patrio de la República de Chile", editado en Londres por solicitud del ministro plenipotenciario Mariano Egaña. "Le encargó a Ramón Carnicer, un compositor español, un himno que se acercara a la marcialidad europea. No eligió a un chileno", cuenta Fernanda Vera.
Los investigadores descubrieron además la primera zamacueca publicada en Chile: "Zamacueca", de Federico Guzmán, hijo del editor litográfico Eustaquio Guzmán, un argentino que se instaló en Chile y formó una gran familia de músicos.
"De hecho, su hija Adelaida compuso muchas piezas, lo que también viene a rebatir la idea de que las mujeres no escribían. Encontramos a muchas mujeres compositoras. Y también niños, como Federico Chessi de Ugarte, que a los doce años escribió canciones como 'La mariposa' y 'La opositora'. Tenían un valor evidente, de lo contrario no hubieran sido publicadas por Inghirami & Brandt", dice.
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