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domingo, abril 22, 2012
Su nombre es Alfredo José Fuentes
La Tercera
Su madre muere a tres días de la entrevista, pero él no cancela. Dice que se lo esperaba, que ya tiene 64 años y puede hablar de todo. De su padre que murió cuando él era niño, del padrastro que golpeaba a su mamá, de la rabia por ser tildado de facho y mala influencia por hacer gritar a las calcetineras. De esa vida a dos bandas, donde el hombre nacido Alfredo Fuentes fue opacado por el "Pollo".
por Mauricio Jürgensen
"Los domingos por la tarde me daban pena. Las campanas que aún suenan de algunas iglesias me ponían triste. Quizás ahí hacía el resumen de que la cosa no andaba bien. Mi viejo murió a los 48, cuando yo tenía ocho. Murió de cáncer al páncreas. Era dentista y la verdad es que tengo los mejores recuerdos de él. Fue una infancia feliz, al menos así la recuerdo, pero complicada en la parte económica. Una vez tuvimos que arrancar de una residencial, porque no había plata para pagar y nos fuimos de noche, empujando el Ford 41 de mi viejo, para que no se escuchara el motor y no nos pillaran.
Mi papá ganaba plata, pero siempre andaba corto. Le decían 'El 'Loco Fuentes'. Se llamaba Alfredo, igual que yo. Atendía a mucha gente gratis, sobre todo a los empleados de los corrales y a gente de la hípica, porque le gustaban los caballos y se gastaba la plata en las carreras. Peleaba mucho con mi mamá por eso. No era un gallo que se preocupaba por el futuro y pasamos muchas apreturas por eso. No pasaba mucho en la casa, pero a mí sí me sacaba con sus amigos. Tanto así, que había peleas con mi madre, porque me quedaba hasta las dos de la mañana con sus amigos. Le encantaba andar con su 'Guatita', así me decía.
Me acuerdo perfectamente del día en que se murió. Fue un día de lluvia y hubo un funeral muy bonito. Fueron los Bomberos, mis compañeros de colegio. Harta gente. Me acuerdo de haber llorado harto. Fue muy fuerte, porque él era muy cariñoso conmigo. Recuerdo una anécdota triste, que después deduje con el tiempo. Cuando él dormía siesta, yo me subía arriba, le agarraba la corbata y jugaba al caballito. De repente, agarró mis puños, se los puso en los ojos y se me humedecieron. Yo no entendí en ese momento, pero debe haber estado llorando y pensando 'puta, no voy a ver más a este cabro'. Lo debe haber pasado muy mal el pobre, pero se fue rápido. Me hizo mucha falta y siempre pensé que le hubiera gustado verme cantar.
Eramos tres hermanos y quedamos dos. La Wilma, la mayor, murió hace dos años. Tenía 75. Mi hermano Iván, también es mayor y ahora está muy delicado de salud. Tuvo varios derrames que lo tienen sin caminar. Mi hermano me acompañó en mis primeros pasos como cantante. Mi mamá lo puso de chaperón, a pesar de que yo tenía 18 años, pero te hablo hace 45 años. Viajamos juntos a Puerto Rico, Perú, Ecuador y este hueón tenía una pinta increíble. Yo le decía, 'oye, déjame bajar a mí primero que no me vai a dejar ni una mina si salís tú antes'. Verlo en las condiciones en que está ahora ha sido muy doloroso y me hace pensar que el tiempo pasa y todos vamos para allá".
Preparándose "para tony"
"Un año después de que murió mi papá, mi madre se casó con otro hombre. Era un empresario de la construcción. El no tenía hijos y quería que yo fuera veterinario, porque él tenía chanchos y seguro quería que se los cuidara. Tenía una personalidad muy distinta a mi papá. Era bueno pa'l trago, medio huaso, muy severo. No era un tipo malo, pero no hacía las cosas bien. Se llamaba Telésforo Ojeda y le decían 'Tefo'. Cuando se casó con mi mamá, nos fuimos a vivir al 14 de Gran Avenida. Yo era un cabro chico y no me llevaba bien con él. Me acuerdo que decía en la mesa: "¿Y éste, por qué no estudia y trabaja conmigo?". Y cuando empecé a cantar, me decía que me preparaba para 'tony' y que esa era 'una profesión de maracos'.
'Tefo' era un tipo muy celoso de mí, de las atenciones de mi mamá. Nunca me golpeó, pero sí a mi madre. Y lo enfrenté a los 10 u 11 años. Peleaban mucho, pero una noche sentí una discusión y un cachetazo. Me levanté en calzoncillos y me paré frente a él y le empecé a tirar combos. Me puso la mano en la frente y no me hizo nada. Me calmó y me dijo 'usted no tiene la culpa'. Siempre sentí que peleaban por culpa mía. El se molestaba, porque sentía que me protegían mucho. Mi mamá me tenía que regalonear cuando él no estaba. Y cuando llegaba a la casa, mi vieja ni me pescaba.
Finalmente, me tuve que ir de la casa por recomendación médica. Me empezaron a pasar cosas raras, empecé a somatizar, lloraba mucho. Me acuerdo que miraba por el visillo y cuando llegaba su camioneta me dolía la guata. Me puse depresivo. Un día me vio un doctor porque tenía una pierna tiesa, no la podía estirar, y él le dijo a mi mamá: 'Hay que separarlo de este caballero'. Ahí me fui donde unas tías y lo pasé espectacular. Olor a marraqueta con mantequilla en la mañana, nos íbamos juntos con mis primos al colegio. Encontré el ambiente familiar que no tuve en mi propia familia. Fue fuerte, pero nunca culpé a mi madre. Creo que aguantó todo por mí. Para que yo tuviera las cosas que, quizás ella sola, no hubiera podido darme".
De "Chico" a "Pollo"
"Fue mi hermana la que cachó que yo cantaba. Yo me ponía a cantar solo cuando ella escuchaba la radio. Le pedía que prendiera "el lalá", que era como yo le decía a la radio. Tenía cuatro o cinco años y ella, 12 años mayor, era fanática de Frank Sinatra, Dean Martin y Lucho Gatica. La primera presentación en público fue en los Padres Franceses. Un aula espectacular en la Alameda. Yo tenía 17 y era súper corto de genio. Gustavo Arriagada, un profe del colegio, mando una canción a este concurso. Se llamaba Enamorado de ti. Mi mamá no fue a verme, no me inflaba con la cosa del canto. Cantaban de todos los colegios particulares. Como 50 cabros. Yo, bien tímido, me senté hasta que me llamaron. Salí a cantar y sentí 'esto es lo mío'. No tuve ningún susto. Fue como si hubiera estado escrito. Canté y hubo un silencio, primero, y después un aplauso cerrado. Ganamos y me felicitaron. Después, me fui a pata para la casa. Solo.
"El 'Moncho' Silva me puso 'Pollo'. El era del San Pedro Nolasco. Estos cabros tenían un grupo folclórico -Los del Sendero- y necesitaban un cantante. Alguien les pasó el dato que en el Alonso de Ercilla había un cabro que cantaba bien. El 'chico Fuentes', porque así me decían. Me invitaron a tocar con ellos, grabamos Cura de mi pueblo y fue un impacto. Ahí empezaron a llamarme de los sellos. Un día llegué a ensayar y estaba lloviendo. Recién me había cortado el pelo y tuve que caminar como 10 cuadras. 'Moncho' abrió la puerta y dice 'parecís un pollo'. Nunca dejaron de llamarme así.
Yo fui el primer artista en Chile que cobró un millón de pesos por cantar y en poco tiempo me los ganaba diariamente. Dos meses después de grabar mi primer single, me fui a un departamento en Avenida Santa María. Ahí, mi padrastro, empezó a contarle a todo el mundo que a ese cabro lo había criado él.
El 66 me compré un Opel 65, con capota, azulito. Puta, rico el auto. Al poco tiempo, vino el Chevy 77 y después el Ford Falcon 70. A los 22, me compré una casa en Las Condes, y en 1971 me casé. Duré 28 años casado y fui feliz. No me arrepiento de muchas cosas, pero sí de haber hecho daño a gente que quise. Mi separación fue el momento más duro de mi vida. Fue a principios del año 2000. Me fui de la casa a un departamento solo y muchas noches estacionaba en mi antigua casa y esperaba que se apagaran las luces. Yo fui responsable, nadie me puso una pistola en la cabeza. Sentí que tenía que hacerlo, que mi cabeza y mi corazón estaban en otro lado. Ahora estoy solo, pero me gustaría encontrar el amor de nuevo.
Siempre fui muy tranquilo, muy ordenado. Probé la yerba, por ejemplo, pero no me gustó. La cocaína la probé viejo. En Arica, con 42 años. Se me aceleró la cuchara y nunca más. Sí, me tomaba un traguito, de repente, y anduve con hartas minas. En cada ciudad, me metía con una comadre. Se acercaban solas, podías elegir tranquilamente. También salíamos con chiquillas de clubes nocturnos. Con todo respeto, es lo mismo que pasa hoy. La diferencia es que esas chiquillas no salían en la tele.
Me sacaba la cresta eso sí. Hacíamos giras de Santiago a Puerto Montt y de Santiago a Arica. Dos meses arriba de un bus. Sin prueba de sonido, la misma banda que tocaba para todos. Era otra cosa.
Era el hombre más feliz de la tierra cuando partí en la música. Lo pasaba bien, ganaba plata. Por ese lado, ningún problema. Pero alguna gente empezó a decir cosas que no correspondían. En los diarios de la época, y tomando en cuenta el ambiente politizado que había, me empiezan a tildar de facho, de ese cabro que hace gritar a las minas con Te perdí y que no canta cosas más comprometidas. Ellos sentían que gallos como yo no tenían que existir. Me agarraron a mí, un cabro chico, como el ejemplo de la juventud tontona.
Me dio mucha rabia y me duró años. Una vez, estaba en una esquina y unos cabros arriba de un camión de la Brigada Ramona Parra me empezaron a echar chuchadas. Como si les molestara mi presencia. Les levanté el dedo y me siguieron como 10 cuadras. Pero, para que veas cómo son las cosas, también conocí a Víctor Jara. Eso debe haber sido en 1969. Yo estaba sentado en el Café Jamaica y se acercó él. Me dice que le gustaba mucho lo que yo hacía. Se quedó un rato conversando, me preguntó por las fans y los llenos en el Caupolicán. Para que veas. Muchos de los que se sentían representados por él, me hacían bolsa, pero él fue respetuoso y cercano.
Quizás por todo eso nunca me metí en política, aunque tenía mis gustos. Estuve en contra de la Unidad Popular y celebré el golpe. Lo reconozco. Y en los tiempos de Pinochet, es cierto que fui a Chacarillas en 1977 a recibir un premio. Pero fui, me dieron el premio y me vine para la casa y no me quedé haciendo lobby como otros. Mira: yo no me hice el hueón y créeme que si hubiera podido ayudar a que no detuvieran a alguien o que se lo echara lo hubiera hecho feliz. Simplemente, seguí trabajando y haciendo lo mío. Pero siempre he estado en todos lados. He cantado para Lavín, pero también para el PC o el PPD. Tengo mis convicciones, pero lo mío es cantar. Voté por Lavín, MEO y Frei y me han llamado para ser alcalde y diputado. De la UDI y la DC. Ahora tuve que decidir si aceptaba ir como concejal por una comuna grande de Santiago, pero decidí no hacerlo. Tengo 64 años y aún puedo cantar. Eso es lo mío.
Conocí a Pinochet. Fue en el Casino de Viña, cuando yo animaba allá. Debe haber sido el 77. Me llamaron, porque me dijeron que quería conocerme. Llegó y me saludó. Me echó un par de tallas por lo de 'Pollo'. Lo encontré como campechano. Bueno para la talla".
Pollo versus Alfredo
"El verdadero conflicto en mi vida aparece cuando nace el 'Pollo Fuentes'. Imagínate: de la noche a la mañana grabai un disco, en abril del '66, y en octubre erís conocido en todo el país. No podía salir a la calle, andaba con amigos como guardaespaldas, sólo no podía. Si salía al centro quedaba la cagada. Discoteques, yo no conocí. Al cine, tenía que esperar que apagaran las luces para entrar.
Aún me pasa que hablo en tercera persona del 'Pollo Fuentes', como si fuera otra persona. Algo muy raro, pero que tiene que ver con cierta inseguridad y con miedos que arrastro desde chico. Lo del 'Pollo' me ha servido, por la cantidad enorme de cariño que he recibido. Pero, por otro lado, también me he ido cansando de la imagen del 'Pollito' buena onda, inofensivo, que no se quema nunca y que anda siempre de buena.
Siento que ese 'Pollito' ocultó mi lado más chascón. Siempre el deber ser, como un viejo chico. Quizás por eso a veces exploto y queda la cagada. A estas alturas de mi vida siento que ha salido más el Alfredo Fuentes. Que ya se ha empatado con el 'Pollo'. Puedo decir que no, y explotar y salir a la calle sin tener que esconderme. Sigo siendo culposo, pero ahora puedo hablar de mi vida con más franqueza. No tengo nada que perder y ya vengo de vuelta. Este es el 'Pollito' con 64 años y harto camino recorrido. Ahora, así soy yo".
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