El Mercurio
"Mira, niñita", del investigador Fabio Salas, es un ensayo que recorre los tiempos de la música local, escudriña en la creación y revela la experiencia de las escasísimas mujeres que se acercaron al rock. ¿La primera de ellas? Violeta Parra. "Pero como la matriarca, cuyo discurso atemporal explotó 40 años después, la primera rockera propiamente tal es Denise", dice el autor.
IÑIGO DÍAZ
"Las minitas que tocan rock" fue una expresión común en los círculos musicales durante los años 90. No se trataba del halago a un tipo de atractivo escénico o de la impresionante actitud que tenían las mujeres armadas con una guitarra eléctrica. "Era una ironía, una forma muy peyorativa de referirse a las rockeras en un ambiente dominado por hombres. Sara Ugarte (integrante del grupo femenino Venus) la dio a conocer en una entrevista de esos tiempos", apunta el investigador y melómano Fabio Salas (1961).
El musicólogo Juan Pablo González describe a Salas como un legítimo ejemplar del scholar-fan , el académico fanático o el aficionado que utiliza metodologías para desarrollar sus teorías. En los años 80, esta modalidad dio origen a un nuevo campo de estudio, que combinaba musicología con aspectos sociológicos y con la experiencia testimonial respecto de un fenómeno. No es sólo un adjetivo.
Salas, actual profesor de la Universidad Alberto Hurtado, acaba de presentar su décima investigación en torno a la música. "Mira, niñita. Creación y experiencia de rockeras chilenas" se une a otros ensayos, monografías y análisis de su autoría, como "El grito del amor" (Ediciones Documenta, 1987), la primera tesis universitaria acerca de rock de la que se tenga registro; "El rock. Su historia, autores y estilos" (Editorial Universidad de Santiago, 2000), texto que se utiliza en colegios y universidades, entre otros.
"Los estudios de música popular y del rock hace ya bastante tiempo que son parte de lo académico, dado que llegan a muchos saberes y disciplinas. Lo interesante es que se introducen en áreas como juventud, ciudadanía, y en este caso, de género. El rock chileno ya es marginalidad dentro del rock propiamente tal. Y el rock femenino es aún más marginal dentro del rock chileno", señala Juan Pablo González, director del Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado, que editó "Mira, niñita...".
"Mira, niñita..." está dividido en tres capítulos. El inicial, "Crónica", dio el impulso al trabajo en su totalidad, dado que ese texto fue ganador del Tercer Concurso de Ensayos en Humanidades Contemporáneas, organizado en 2008 por Artes y Letras de "El Mercurio", la Universidad Diego Portales y el Goethe Institut. La segunda parte es "Tetimonios", donde Salas revela extensas conversaciones con cuatro rockeras de épocas sucesivas -Denise, Sol Domínguez, Arlette Jequier y Claudia "Flor" Sepúlveda, del grupo Sónica-; y la tercera, "Semblanza", presenta un recuento de rockeras no chilenas: desde la cantante de jazz Billie Holiday como antecedente, y la británica Marianne Faithfull, conocida por su romance con tres de cinco Rolling Stones, hasta la brasileña Rita Lee y la desconocida argentina Gabriela.
La multiplicación femenina
"No soy un experto en temas de género, aunque creo que en los últimos quince años gran parte de las propuestas musicales más interesantes vienen de las mujeres. No exclusivamente rockeras", dice Salas. "Francesca Ancarola y Magdalena Matthey rescatan un gesto musical que las acerca al rock, y las solistas más nuevas, Anita Tijoux, Francisca Valenzuela, Javiera Mena, Pascuala Ilabaca o Sabina Odone, no muestran una posición militante feminista, sino que hablan desde una autoconciencia femenina. Eso me parece mucho más valioso. Hoy día no veo una contraparte masculina de la estatura de Camila Moreno", advierte.
En su análisis, Salas desmenuza los tiempos para encontrar nombres. Durante la Nueva Ola no será Cecilia la gran rockera chilena, sino Marisa. "Cecilia tenía la actitud, pero carecía de la raíz blusera. El productor disquero Rubén Nouzeilles la quería acercar a Rita Pavone. En cambio Marisa partió tocando la batería en un grupo de rock and roll en San Antonio. Luego se cortó el pelo para marcar su posición rockera y más tarde interpretó una balada pop. Ella quería alejarse de niñas románticas como Gloria Benavides y Verónica Hurtado", dice.
En los 80, en el grupo de rock y folk Sol y Medianoche, se consolida Sol Domínguez, sucesora de Denise, y aparecen Catalina Telias (en la Banda del Gnomo) y Arlette Jequier (en Fulano), "ambas muy distintas", define Salas, "además de unas jóvenes Javiera Parra y María José Levine". A partir de allí se empieza a diversificar la presencia de la mujer en el rock, que ya no será sólo una cantante o una corista. "En los años 90 puede ser instrumentista, compositora o incluso performadora, como Levine", dice.
Pero según él, casi todas las figuras promisorias -Ema Pinto (de Ludwig Band), Evelyn Fuentes (de Christianes) o Cathy Lean (de Malcorazón)-, "no pudieron capitalizar su talento, porque los sellos transnacionales redujeron sus catálogos en Chile ante el escaso retorno económico. Es lo que yo he visto e investigado desde mi posición de varón. Este libro pretende abrir la discusión y en ningún caso dar la última palabra".
-¿Lo dedicaste a alguna rockera en particular?
Dice "A las rockeras de hoy, porque las de ayer nunca estuvieron o no supieron estar". En 1975 yo tenía catorce años. No había mujeres a las que les interesara el rock como música. No se veían ni en conciertos, ni en disquerías. Las que estaban, iban en busca de un pololo. Eso ocurrió hasta que entré a la universidad. Después vino "Alturas de Macchu Picchu" y todo cambió.
Genealogía de mujeres
La influencia de Violeta Parra
La película "Violeta se fue a los cielos" de Andrés Wood fue capaz de multiplicar el nombre y la figura de Violeta Parra entre un público que probablemente sólo podría memorizar la primera estrofa de "Gracias a la vida". Parte de la campaña publicitaria del filme se encargó de representarla como "la primera rockera chilena". Salas agudiza más el concepto: "Su discurso es tan atemporal que fue recogido 40 años después. Hay una asimilación entre la Violeta mujer y las rockeras mujeres. Todas las chicas que sepan leer entre líneas la entenderán".
La desfachatez de Denise
Nunca nadie se había atrevido a fotografiarse sin ropas para una sesión publicitaria de música. Menos para imprimir esa imagen en la portada de un disco. La cubierta de "Aguaturbia" (1970) generó gran polémica, tanto social como al interior de la familia de la cantante del grupo. Pero Denise ya venía formateada como rockera desde la fábrica: "Yo no usé sostén en toda la década del 70", diría.
El empuje de Sol Domínguez
Se le reconocerá como la jovencita que cantaba descalza, tocaba un kultrún y lucía magníficas joyas de orfebrería mapuche: el cintillo trarilonco y la pechera trapelacucha. Así apareció en vivo desde 1982 al frente del grupo de rock Sol y Medianoche. "Ella cantó primero en el grupo En Busca del Tiempo Perdido y luego en Los Monstruos. Tuvo que abrirse paso entre hombres y muchas veces se sintió ninguneada", dice Salas. En 2010 lanzó su primer disco solista, "Raíces".
El instrumento de Arlette Jequier
Cantantes de las décadas de 1990, 2000 y 2010 que han sido formadas académicamente ya la reconocen como referencia ineludible. Arlette Jequier fue la primera chilena en dar a la voz un carácter ciento por ciento instrumental. "Estaba más interesada en Thelonious Monk y John Coltrane, que en las cantantes del jazz", comentaba Jequier. "Su trabajo en canciones como 'Suite Recoleta' (1987), 'Perro chico malo' (1989), 'Morbosadoquista' (1993) y 'Godzilla' (1997) es impresionante", ha dicho Cristián Crisosto, su compañero en el grupo Fulano.
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