El Mercurio
El Premio Nacional de Literatura Elicura Chihuailaf ha tenido una intensa relación con músicos de distintos círculos. La cosmovisión ancestral, sus sonidos y su lengua impactan desde la música docta al rap.
IÑIGO DÍAZ
Una caminata por el bosque, una iniciación y una rememoración de los ancestros. Son tres momentos en un mismo ritual o, dicho de un modo musical, son tres movimientos. Dentro del vínculo que el compositor Eduardo Cáceres ha establecido con la espiritualidad mapuche, tal vez sea “Cantos ceremoniales para aprendiz de machi” (2004) su obra más resonante.
Se trata de una pieza para coro femenino con textos en mapudungún, a su vez escritos por Elicura Chihuailaf, reciente ganador del Premio Nacional de Literatura. Es un registro histórico para Cáceres y Chihuailaf, pero de ninguna manera la única experiencia que el poeta mapuche ha tenido con músicos chilenos de distintos frentes creativos.
Este domingo (15:00 horas), por ejemplo, desde España estará en un live streaming junto a la cantautora Natalia Contesse, en un encuentro llamado “Alter-nativos”, donde habrá conversación, canto y lectura poética en español y mapudungún. En esas pantallas divididas de la plataforma Eventrid también estará el músico de Concepción Víctor Moris, quien más o menos en la misma época de “Cantos ceremoniales para aprendiz de machi” realizó el primer álbum completamente dedicado a la obra de Chihuailaf.
“Tomé textos suyos del libro ‘De sueños azules y contrasueños' (1995) y la voz de Elicura en el ülkatun (canto sin acompañamiento) ‘Meli meli' se convierte en un instrumento más en el disco, junto a la guitarra eléctrica, el bajo, la batería, la trutruka, la pifilka o la kaskawilla”, refiere Moris sobre el álbum “Canción azul” (2006).
Latidos y vibraciones
El azul tiene una jerarquía principal dentro de la cosmovisión mapuche y está siempre presente en la obra del poeta. En 2017 Chihuailaf trabajó codo a codo con el grupo de fusión Kalfu (voz mapudungún que significa azul). De ese trabajo bilateral nació el disco “Trawun = reunión”, una serie de poemas suyos musicalizados por el sanantonino Jaime Herrera, que fueron interpretados por figuras del mundo popular que van desde Joe Vasconcellos hasta Manuel García y Francisca Valenzuela.
Las fronteras se difuminan en este traspaso, y la cosmovisión mapuche, los sonidos, las danzas y los latidos de la tierra —el pulso de donde surge el ritmo del 6/8 presente en todo el folclor sudamericano— llegan hasta distintas músicas actuales.
Se escucha también en el jazz, en el reciente disco “Jazz peñy en New York”, un trabajo realizado por el pianista de Temuco César Ibacache y el saxofonista Maximiliano Alarcón, con el que se pone a discutir ambas tradiciones: la cosmopolita del jazz y la ancestralidad mapuche. Una de sus composiciones se titula “Lamngen de ÑYC”, donde el sonido mapuche de la Ñ quiebra toda la lógica de la sigla para New York City.
En tanto, el trombonista Marcelo Maldonado, quien también adoptó el nombre mapuche de Nahuel Aukan, está presentando sus nuevas piezas para el disco que grabará con un cuarteto de jazz sin batería, pero con kultrún y kaskawillas. Esta semana comenzó a circular la política y aguerrida “Amulepe taiñ weychan”, que significa “nuestra lucha continúa”.
La música dedicada a los niños tuvo este año su momento cúlmine con la obtención del premio Pulsar por el músico de Puerto Saavedra Joel Maripil y sus canciones para la infancia incluidas en el valioso disco “Choyün ülkantun”, mientras que en la más amplia música de fusión, el bajista Ernesto Holman marcó otro hito en su historia: antes que en Chile presentó en el Lincoln Center de Nueva York el último de sus siete álbumes donde el choike purrún (de la danza ceremonial del ñandú) aparece como el motor que utiliza con su trío de etnojazz fusión.
“Nuestras lenguas occidentales son asociativas, se usan para nombrar cosas. Pero el mapudungún es una lengua comunicativa. Según la entonación que uses, el mensaje puede trascender. Por eso es muy musical y rítmica”, dice Holman. “Y lo que yo hago es buscar ese ritmo. El choike purrún es el lenguaje de la tierra, una puerta de entrada a una sabiduría. Y cuando conectas ese cable se te abren todos los mundos”, completa.
Ritmo, poesía y mapudungún
Waikil (Jaime Cuyanao) y Luanko (Gonzalo Luanko) son dos raperos mapuches que utilizan el mapudungún y en sus rimas tratan temáticas de su pueblo, la tierra y los conflictos históricos y políticos que se han vivido en La Araucanía.
La presencia del rap en la cultura mapuche, tanto en la creación de estos poetas como en las prácticas sociales de la juventud en el sur, ha sido un tema de investigación reciente desde la academia. Ello se puede ver en artículos realizados por el etnomusicólogo de la U. Alberto Hurtado Jacob Rekedal, como “El hip-hop mapuche en las fronteras de la expresión y el activismo”.
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