lunes, septiembre 28, 2020

Nuevos estudios y grabaciones para conocer a Francesca Caccini

 El MERCURIO


Por su calidad como creadora, la llamaron “la Monteverdi de Florencia”. Dos registros discográficos rescatan la única de sus óperas que llegó hasta nosotros.

Juan Antonio Muñoz H.


Hay otro 18 de septiembre importante: ese día, pero de 1587 y en Florencia, nació Francesca Caccini, hija del compositor Giulio Caccini (1551-1618), quien sería una gran artista y maestra de su tiempo, y por cierto, al igual que tantas mujeres, postergada y olvidada.


Junto al libro “Armonías y suaves cantos. Las mujeres en la historia de la música” (2019), donde la escritora británica Anna Beer relata la vida posible de ocho mujeres compositoras, y de algunos destacados trabajos musicológicos, hoy tenemos otros documentos importantes para conocer más acerca de Francesca. Uno de ellos es “Francesca Caccini at the Medici Court” (investigación de 2009, publicada en 2015 por University of Chicago Press), de Suzanne G. Cusick (1954), cuyo texto está ahora disponible en formato kindle en Amazon. Cusick es una musicóloga especialista en estudios sobre la relación entre música y género, la sexualidad y la historia cultural; en sus trabajos también ha tratado el espinoso tema de la música usada como arma y tortura.


Además, el sello Deutsche Harmonia Mundi lanzó la grabación de la única ópera de Francesca que se conserva. Es “La liberazione di Ruggiero dall'isola d'Alcina” (1625), de una representación del vivo realizada en 2016 en la Iglesia de los Agustinos de Antwerp (Bélgica), interpretada por el Ensemble Huelgas, bajo la dirección de Paul van Nevel. La partitura exige la concurrencia de ¡seis sopranos, dos altos, siete tenores y un bajo! Un registro que se suma al de Elena Sartori al frente de los conjuntos Allabastrina y La Pifarescha (Glosa, 2017). Ambas versiones se escuchan en Spotify.


“Las damas de Giulio Romano”


La música de Francesca es todavía más desconocida que la de la veneciana Barbara Strozzi, y su nombre está junto al de otras tantas mujeres que compusieron y cuyo trabajo se perdió en el tiempo. Chile ha tenido suerte, porque conjuntos como Estudio MusicaAntigua UC (concierto “Los Caccini y la nueva música del siglo XVII”) y músicos como la soprano Magdalena Amenábar (“Regina Coeli”), el laudista Óscar Ohlsen y el tiorbista Eduardo Figueroa, entre otros, han interpretado algunas de sus partituras.


La enorme influencia de su padre, Giulio —promotor de la monodia, el parlar cantando y la canción ornamentada, y autor del famoso “manual de canto” “Le nuove musiche”—, no opacó a Francesca, que logró ser reconocida en su tiempo. Fue él quien la introdujo en la música y en el estudio de latín, retórica, poesía, geometría, filosofía.


Francesca brilló como intérprete de canto en la corte francesa de Enrique IV, pero fue bajo la protección de la gran duquesa Cristina de Lorena cuando pudo dar a conocer todas sus habilidades. Fue ella quien le encargó, para el carnaval de 1607, “La stiava”, cuya partitura no se conserva. “Estaba en el lugar y el momento oportunos: una compositora en una corte que empezaba a modelarse en torno a una mujer”, describe Anna Beer.


La primera ópera compuesta por una mujer


Así, logró hacer su propia carrera y a los 20 años, en 1607, entró al servicio de los Medici, donde estuvo hasta 1627, según aseguran actas de la época, que también testimonian que desde 1614 fue la compositora y poeta mejor pagada de su corte. Allí compuso música para varias comedias del poeta florentino Michelangelo Buonarroti El Joven, sobrino nieto del gran Michelangelo, y publicó en 1618 una colección de partituras para soprano y bajo continuo. Llegó a ser tan famosa que la llamaron “la Monteverdi de Florencia”.


No se sabe con exactitud si fue su obra más famosa, pero “La Liberazione di Ruggiero” es la única de sus óperas que llegó hasta nosotros completa y se la considera la primera ópera escrita por una mujer y la primera que salió de Italia. Compuesta en el invierno de 1625 para la visita del futuro Ladislao IV de Polonia.


En octubre de 1627, tras la muerte de su primer marido, Francesca se casó con un noble amante de la música, Tommaso Raffaelli, y dejó su trabajo para ir a establecerse con él en Lucca. Tras la muerte de Raffaelli quiso volver donde sus antiguos mentores, pero esto se demoró debido a las epidemias entre 1630 y 1633, lo que finalmente logró hacer en 1634, cuando se dedicó a la enseñanza musical de los hijos menores de los Medici. Habría fallecido cerca de 1640-41.

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