El Mercurio
La soprano, educadora y activista en el fomento de la ópera en Chile, se convirtió en la cuarta mujer en alcanzar el máximo galardón musical, que obtuvo ayer por mayoría en el jurado. Su nombre no había estado en los debates que antecedieron la deliberación.
IÑIGO DÍAZ y MAUREEN LENNON
Arquitecta de primera profesión, con un apellido como el suyo, Miryam Singer (1954) parecía más destinada a cantar en un escenario de ópera que a tirar líneas en un plano. Ese recorrido que comenzó en los tempranos años 80 interpretando el “Stabat mater” de Pergolesi en el Teatro Municipal —como recordó Carmen Luisa Letelier—, tuvo su desenlace ayer con la obtención del Premio Nacional de Música.
Con esta distinción, la soprano, régisseur, académica, educadora y apasionada divulgadora de la ópera se convierte en la cuarta mujer en recibir el galardón que otorga el Estado de Chile, dotado de unos $22 millones, además de una pensión vitalicia que asciende a 20 UTM.
“Estoy temblando de la emoción. En este momento no puedo sino pensar en esas mujeres gigantes: Margot Loyola, a quien conocí cuando tenía unos cinco años y mi mamá estudiaba con ella, y luego mis maestras Elvira Savi y Carmen Luisa Letelier, cuando estuve en el conservatorio”, señaló ayer a través de las pantallas vía Zoom.
El premio le fue entregado a Singer por mayoría. El jurado lo encabezó la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés, y también lo integraron el rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi; el compositor Juan Allende Blin, último galardonado con este premio; Andrés Maupoint Álvarez, de la Academia Chilena de Bellas Artes; Aliro Bórquez, del Consejo de Rectores, y la académica Carmen Luisa Letelier. El único miembro que se ausentó, por problemas de salud, fue el cantor Rodomiro Huanca.
El acta señala que Singer obtuvo el premio por “su extraordinaria trayectoria nacional e internacional, su sólida carrera dedicada a la formación de nuevos talentos musicales, quienes han tenido proyecciones internacionales (...). Su capacidad como gestora y directora, productora y diseñadora, responsable de proyectos notables en torno a la escena operática nacional, fomentando desde este ámbito, el desarrollo de las artes y la cultura en nuestro país”.
Disfrutar la ópera
“Ojalá que yo sea la última mujer que se destaca por el hecho de ser mujer. Este premio debe ser ciego”, dijo Singer respecto del reconocimiento al género que ella advierte en un premio que ha sido largamente esquivo para las mujeres. “Estamos haciendo historia y espero pertenecer a las últimas generaciones de mujeres que estaban al otro lado. Ahora estamos todos juntos”, agregó. En las semanas previas a la deliberación, se había registrado un intenso debate ante la escasa presencia de candidatas a este premio. Luego surgieron varios nombres, pero el de Miryam Singer no figuraba entre ellos. El premio fue, por lo tanto, una sorpresa (ver reacciones). Incluso en el Instituto de Música UC, donde ella es académica, se ignoraba su candidatura.
Desde ese mismo núcleo universitario, Singer puso en marcha proyectos operáticos. Los primeros montajes datan de 1999, cuando con sus alumnos del Taller de Ópera prácticamente recorrió todo el repertorio mozartiano. Luego ella amplió el proyecto de fomento a la ópera con producciones independientes, donde pasó a un decisivo rol de réggiseur.
Sus grandes hitos en ese campo fueron el montaje de “El rapto en el Serrallo” en la Plaza de Armas (2009); una gira nacional con “La flauta mágica” (2011); el estreno en Chile de “Der Kaiser von Atlantis” (2011), de Viktor Ullmann; el debut en el Teatro Municipal de Las Condes en “Così fan tutte” (2013), con Eduardo Browne, y su estreno como régisseur en las lides del Municipal de Santiago, otra vez con “La flauta mágica”.
“Me siento llevando la bandera individual y colectiva de todas las mujeres y todas las personas que nos desempeñamos en el género de la ópera”, declaró Miryam Singer al final de su intervención, aún conmovida.
El mundo académico y de la música celebra el galardón
Ignacio Sánchez
Su labor de maestra de ópera ha dejado una huella imperecedera, como lo atestiguan los logros de varias generaciones de cantantes que fueron sus alumnos en el aula o cantaron bajo su dirección en el ámbito profesional. Su labor como profesora en nuestra universidad y en el cargo de directora de Artes y Cultura de la Vicerrectoría de Investigación ha permitido extender los efectos benéficos de la música y de las artes a toda la comunidad, por medio de diversas iniciativas —una de ellas Artifica la UC— que fomentan el desarrollo de las artes, los artistas, el público y la cultura del país.
Verónica Villarroel
La conozco hace mucho tiempo y siempre vi en ella la inquietud, la inteligencia, la perseverancia y el talento, tanto en la conformación de un rol como en la puesta en escena. Es un reconocimiento a la mujer en el arte. Bravo, querida Miryam.
Carmen Gloria Larenas
Conozco y he visto su tenacidad, convicción, pasión y compromiso no solo para acercar el mundo de la ópera a los públicos y a las nuevas generaciones, sino el de las artes en su totalidad. Será un gran honor para nosotros contar con su dirección de arte en “Madama Butterfly”, en 2021.
Andrés Rodríguez
Gran cantante y régisseur. Me acuerdo que en 1986 alternó con Verónica Villarroel en “La Bohème” y fue sobresaliente. Luego, en 1990, cantó con Plácido Domingo y participó, entre 1994 y 1997, en la Tetralogía wagneriana. Uno de sus hitos como directora de escena fue que posibilitó el estreno en Chile, en 2011, de una ópera contemporánea: “Der Kaiser von Atlantis”. Notable.
Evelyn Ramírez
¡Oh! Aún no lo puedo creer. Una sorpresa que me tiene muy contenta. ¡Qué buen premio! Se reconoce la versatilidad de una artista a la que los cantantes nacionales le debemos mucho; generosa a la hora de compartir sus conocimientos. El año pasado, en el Teatro Municipal de Las Condes, me permitió protagonizar “Carmen”, de Bizet. Fue una gran experiencia.
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