Una rigurosa estrategia, comandada por ella misma, tiene convertida a la cantante de 26 años en la celebridad mejor pagada del mundo.
Javier Contreras
Taylor Swift tiene el mundo en sus manos. Su coronación como la celebridad mejor pagada de 2015, de acuerdo a la lista que la revista Forbes publicó este lunes, comprueba que no existe otro artista en el mundo del entretenimiento que entienda mejor que ella el funcionamiento de la industria. Los US$ 170 millones que recaudó el año pasado es el rotundo resultado de una cuidada estrategia que la cantante de 26 años delineó al momento de abandonar su zona de confort: el mundo de la música country que la acogió desde que tenía 16 años.
"Te amo, lo digo en serio. Pero lo haré a mi manera", le dijo a Scott Brochetta, dueño de Big Machine Records, sello al que pertenece, cuando este le sugirió que incluyera alguna canción country en "1989", el disco que lanzó en 2014 y en el que abrazaba su conversión definitiva a la música pop. Swift, por supuesto, no se equivocó. Sin rastros del tradicional y, en algunos mercados, resistido género estadounidense, "1989" vendió 1,3 millones de copias solo en su primera semana a la venta. Tuvo una sucesión de sencillos N°1 en todo el planeta, su gira promocional le reportó ganancias de hasta US$ 200 millones, y en febrero pasado fue ungido como Álbum del Año en los premios Grammy.
Nada de eso es casual. Detrás del look siempre correcto que cultiva, siempre ha habido una formidable mujer de negocios. Y lo lleva en la sangre. Es hija de Scott Swift, vicepresidente senior de la influyente corredora Merrill Lynch, y con esa cuna no ha tenido que asesorarse por nadie para cumplir sus objetivos. Clave ha sido en ese diseño que trabaje con gente en que confía, su manager Robert Allen y su publicista Tree Paine, y que su sello sea uno pequeño: en él ella es la gran y única estrella, con toda la carta blanca que ello implica.
Pero quizás su más sabia y certera movida es el perfecto equilibrio con el que asume su pasado y presente. Pese a que ha calculado cada paso para convertirse en la máxima estrella del pop, Swift no renuncia a la candidez de sus días de precoz cantante country. Solo otra mujer en la industria ha sido tan exitosa en manejar ella misma su propia carrera. Pero donde Madonna apelaba a la provocación como moneda de cambio, Swift insiste, y con éxito, en proyectar una imagen cercana.
Sus 85 millones de seguidores o "swifties" en Instagram están al tanto de cada actividad cotidiana que realiza la cantante, en las que, por supuesto, nunca ventila nada inapropiado. Siempre su mensaje es el de amor y devoción por sus fans. Incluso, de tanto en tanto, sorprende a algún afortunado visitándolo en su propia casa. Así lo hizo ayer, cuando fue a ver a un niño internado en una clínica en Brisbane, Australia, país al que llegó como acompañante de su flamante novio, el actor británico Tom Hiddleston, quien filma allí "Thor: Ragnarok".
El escuadrón de Taylor
Y ese es justamente otro factor clave en su posicionamiento como alguien al que no se puede ignorar. Desde su grupo de amigos hasta sus novios, Swift siempre está rodeada de famosos. Hiddleston es el último en integrarse a esta puesta en escena -hace un mes terminó con el DJ Calvin Harris-, y gracias a ella su presencia en los medios está asegurada. Solo en la fiesta que organizó para el pasado 4 de julio se dejó ver con Ryan Reynolds, Blake Lively, Uzo Aduba, Gigi Hadid, Cara Delevingne, Kesha y Ed Sheeran, entre muchos otros. Con ese escuadrón de apoyo no necesita escándalos o excesos para llamar la atención. Y también publicó fotos del encuentro en Instagram, como otro momento cotidiano más de su vida, como si quisiera dejar en claro que sigue siendo, en el fondo, la misma dulce niña que, según ella, era víctima de bullying en el colegio. Que sigue siendo tan normal como cualquiera de sus fans.
Montaje o no, esa estrategia la ha blindado, convirtiéndola en la única voz en la industria que se ha atrevido a desafiar a gigantes como Spotify, Apple y YouTube, con todo el mundo cerrando filas detrás de ella.
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