A 40 años de su primera edición, la discográfica cede la serie de masters , afiches, recortes de prensa y carátulas de sus cerca de 500 títulos. En 2017 comienza la digitalización de audios para disponerlos en internet.
IÑIGO DÍAZ
En 1981, Ricardo García tuvo que pasar tres días en la Penitenciaría de Santiago. Se lo había acusado de vulnerar la Ley de Seguridad Interior del Estado al ingresar al país material calificado como subversivo. "No era más que música de Quilapayún, Víctor Jara o Silvio Rodríguez, que por entonces reeditaba en Chile. Pero los tiempos eran difíciles. Lo querían agarrar por ahí", dice la investigadora Marisol García, autora del libro "Canción valiente" (Ediciones B, 2013), en donde se detalla que el sello Alerce, creado en 1975 por García, "debió enfrentar un requerimiento del Ministerio del Interior por la internación de 1.035 casetes".
A cuarenta años de la gestación de ese proyecto editorial -parte de la memoria más nítida de los años 80, vía su imparable producción de casetes aún vigentes entre auditores-, Alerce está cerrando una etapa de su historia. El jueves pasado, a las 19:00 horas, hizo entrega formal de sus archivos a la Biblioteca Nacional, en una ceremonia que tuvo lugar en la Sala América de la biblioteca. El traspaso lo hizo Viviana Larrea, actual directora del sello e hija y colaboradora de Ricardo García.
"Alerce es una parte importantísima en la historia de la música. Ahora podremos poner a disposición de los usuarios mucho material de audio, gráfico y de prensa a través de la Biblioteca Nacional Digital. Iniciaremos la digitalización el próximo año, una vez que concluya la catalogación del material", dice Cecilia Astudillo, jefa del Archivo de Música.
En 24 metros cúbicos de su depósito se están resguardando ahora los masters de los cerca de 500 títulos, la colección de casetes y discos, además documentos, afiches y unas diez cajas con recortes de prensa de la época, que daban cuenta de la actividad de su gestión. "Mucha gente cree que los sellos independientes de las multinacionales son un invento de internet. Si algo describe a Alerce, es que es el mejor ejemplo de un sello independiente exitoso que tuvo todo en contra en su época", dice Marisol García.
"El recuerdo que Alerce tiene en la gente está sobre todo en los casetes, pero nosotros comenzamos fabricando vinilos. El primero que publicamos fue 'Tierra de alerces' (1976), del conjunto Chamal. Su título fue simbólico para el sello", dice Viviana Larrea, quien se incorporó al equipo editorial en 1988. "Después sacamos vinilos del payador Pedro Yáñez y del grupo Ortiga. Teníamos una gráfica propia y grabábamos instrumentos que estaban prohibidos: charango, quena, zampoña. Entregábamos símbolos", agrega.
El material fue rescatado de una bodega que no tenía las necesarias condiciones de conservación. "En la biblioteca estará bien conservado, pero lo más importante es que el público tendrá acceso a esta memoria y este patrimonio", dice Larrea, quien confirma que Alerce sigue funcionando, aunque sin producir discos propios como en los tiempos en que funcionó su estudio de grabación en calle Simón Bolívar. "Estamos reformulando nuestro lugar en la industria. Nuestro catálogo ahora está en nuevos formatos digitales. Vamos a reeditar los discos más importantes en vinilo. Dimos la vuelta completa: en 1976 comenzamos con los vinilos y ahora cerraremos el círculo", adelanta Larrea.
"Alerce era un código de reconocimiento. Si tenías uno de sus casetes, estabas a salvo, entre iguales. Ricardo García fue muy hábil en mantener viva a la Nueva Canción Chilena, en estar al día con el Canto Nuevo e introducir la Nueva Trova Cubana. Pero el sello siempre ha tenido un mérito más allá de lo político: una línea editorial clara, una estética y una regularidad total de publicaciones", cierra Marisol García.
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