El Mercurio
A diez años de su fundación , este jueves presentan una "Noche Tchaikovsky", con el violinista de fama mundial Ray Chen como solista y la dirección de Paolo Bortolameolli.
Romina de la Sotta Donoso
La Orquesta Filarmónica de Chile fue fundada en 2006 por una treintena de músicos que ya llevaban 15 años tocando juntos en la Filarmónica de Santiago. Ese año, cuando quedaron fuera del Teatro Municipal de Santiago, decidieron aprovechar que eran el corazón de una gran orquesta y que, como tales, dominaban un repertorio y eran los dueños de un sonido propio.
Actualmente, los músicos de la orquesta tienen doble militancia, pues integran también la Sinfónica de Chile, la Orquesta de Cámara, la Orquesta Usach o la Camerata U. Andrés Bello. "Tenemos absoluta autonomía artística, porque funcionamos como corporación, de la cual somos socios 27 músicos de la orquesta", cuenta Esteban Sepúlveda, concertino de la Filarmónica de Chile.
"El núcleo de la orquesta llevamos 25 años tocando juntos", agrega. Usualmente se conforman con una orgánica de entre 50 y 80 instrumentistas, sumando músicos invitados y estudiantes avanzados.
"Desde 2013 estamos dando seis conciertos al año en promedio, entre galas privadas, conciertos de navidad y presentaciones para municipalidades. Y ahora estamos empezando a actuar en teatros, pues queremos fortalecer nuestros conciertos públicos", aclara Sepúlveda.
De hecho, este jueves harán su debut en sociedad, en el Centro de las Artes 660 (20 horas, Corpartes.cl, entradas desde $21 mil). Ofrecerán una "Noche Tchaikovsky". "Es justamente el perfil que buscamos: entregar lo mejor posible en cuanto a calidad artística y en la mejor acústica de Santiago", dice Sepúlveda.
El programa incluye la Obertura "Romeo y Julieta", la Quinta Sinfonía y el Concierto para violín del genio ruso. La dirección estará a cargo del destacado conductor chileno Paolo Bortolameolli, y la actuación solista, del mundialmente famoso violinista Ray Chen (ver recuadro).
"Además de ser tremendos músicos, ellos dos transmiten mucha alegría cuando actúan. Por eso los elegimos; se articulan perfectamente con un repertorio que es brillante y juvenil", apunta Sepúlveda.
Paolo Bortolameolli, el director invitado, destaca que el programa "es redondo": "Un compositor muy querido por el público, un repertorio conocido, un gran solista y tres de las obras más emblemáticas de Tchaikovsky. Además, en 'Romeo y Julieta' y en la Quinta Sinfonía está el motivo del destino, tan recurrente en su música y su pensamiento".
Respecto de Ray Chen, aclara que "contar con él es un lujo. Es un músico de una extraordinaria finura y musicalidad, además de un apabullante dominio de su instrumento".
Bortolameolli agrega que "saber que una nueva orquesta se va consolidando en nuestro país es excelente y tremendamente motivador. ¡Contar con más música de nivel es siempre una buena noticia!".
Sepúlveda no oculta su orgullo por la apuesta que están haciendo: "Estamos contentos de proponer uno de los conciertos más interesantes del año en Santiago". Y si la semana pasada ofrecieron una gala privada en la PDI, su próximo compromiso es en Movistar Arena, el 18 de agosto: acompañarán nada menos que a Jonas Kaufmann.
Ray Chen, la estrella
"Me considero amigo del público chileno, y por eso volé desde Beijing", dice Ray Chen (1989). Después de Santiago, actuará en Lima, Buenos Aires, Berlín, Londres y Aspen. Todo, durante julio. La agenda de este músico taiwanés australiano se condice con su estatura como violinista, y en paralelo a debutar con Riccardo Chailly y la Concertgebouw o Andrew Davis y la Orquesta de la BBC, reúne dinero para financiar grandes iniciativas musicales de líderes anónimos por medio de su programa "Musical Heroes".
Primer lugar en las competencias "Yehudi Menuhin" y "Queen Elisabeth", vino a Chile por primera vez invitado por la Camerata U. Andrés Bello, en 2012, y al año siguiente actuó con la Filarmónica de Santiago, en el Teatro Municipal. La crítica fue clara: "Soberbio".
"Los críticos han sido muy gentiles conmigo. Pero siempre me quedo pensando en que debe haber otra manera de hacer las cosas, que no es posible que algo esté realmente bien tan pronto y por eso siempre intento mejorar", comenta.
"Cuando empecé a estudiar violín, a los cuatro años, era un hobby . Luego fue una pasión, y el Concierto de Tchaikovsky era la obra que más quería tocar. Cuando tuve la oportunidad de hacerlo tenía 13 años, en un concurso nacional de jóvenes, en Australia, que gané. Fue muy especial. Me di cuenta de que podía convertirme en músico profesional y, por primera vez, empecé a pensar qué podía sacrificar para hacer que el violín fuera mi prioridad número 1", revela Chen.
Aunque sigue reconociendo la misma "frescura, emoción y energía juvenil" en esta obra, su enfoque ha madurado: "Hoy mi talento musical es más profundo y ya no tengo una comprensión juvenil de las emociones, sino llena de matices, algo que solo las experiencias de vida te pueden enseñar".
Y apunta que este Concierto para violín -el más famoso de la literatura universal-"refleja la lucha heroica del ser humano contra los obstáculos de la vida".
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