domingo, julio 17, 2016

Luis Olivares: Cómo atraer público joven a la ópera

El Mercurio

El tenor chileno que reside desde hace siete años en Bremen comenta los montajes teatrales que han permitido que nuevas audiencias se acerquen a escuchar el arte lírico. En conversación con Vidactual recuerda sus inicios, en los que incluso cantó arriba de las mesas en restaurantes.  

Catalina Larraguibel L. 

Siempre supo que lo suyo era el arte, la música. Desde que vivía en Calama y él destacaba en el coro del colegio, como asimismo en la academia de teatro y todo lo que tuviera que ver con expresar emociones. Su padre, orgulloso, lo hacía cantar arriba de las mesas de restaurantes cuando salían a comer con la familia. Desde esa época, el tenor Luis Olivares se acostumbró a recibir los aplausos y la admiración por su voz. Después de Calama vinieron los estudios en Santiago, sus presentaciones en el Teatro Municipal, ser finalista en el concurso de ópera Cardiff en Gales y, desde hace siete años, su triunfo en Alemania, donde actualmente reside y es miembro estable del teatro de ópera de Bremen.

Nunca dudó en estudiar canto y para financiar sus estudios en la Universidad de Chile trabajaba en los veranos. "Yo quería una carrera relacionada con arte; en mi casa, a mi hermano y a mí nos fomentaron la música como algo cotidiano, disfrutarla era básico".

Su primer profesor en la Facultad de Canto fue Fernando Lara y en el año 1987 ingresó al Coro del Teatro Municipal, donde su voz destacó de inmediato y comenzó a hacer roles solistas. "Trabajaba mucho en la difusión, en giras al norte y sur del país. Ahí mis profesores fueron Carlos Beltrami y Alfredo Saavedra". También tuvo clases con Hans Stein y además, estando en el Teatro Municipal, estudiaba con los régisseurs y solistas internacionales que venían a la temporada de ópera. "Y así mi voz, mi instrumento, fue cambiando, crecí como actor y cantante".

Fundamental en su carrera ha sido la preparadora Hilda Cabezas, que reside en Alemania y durante muchas temporadas vino a Chile, al Teatro Municipal, a preparar a los cantantes para las temporadas de ópera. "Ella fue quien me impulsó para irme a Alemania. Como preparadora y coach es fantástica".

Comenzó clases con ella, quien se sorprendió por la amplitud del repertorio que interpretaba. "Yo cantaba Mozart, Rossini, Verdi, Donizetti. Ella vio que yo podía cantar ópera de esos autores y se preocupó de pulir el sonido y el estilo. También Andrés Rodríguez me ayudó mucho, al darme roles que protegían mi voz y no me dejaba cantar cosas que en ese momento no eran para mí. Hilda Cabezas y Andrés Rodríguez son dos personas muy importantes en mi carrera".

Mozart y Kaufmann

"Cantar Mozart hace muy bien", reflexiona. Y explica: "Por la manera en la que están escritos los roles de tenor, exige una técnica muy depurada, casi instrumental, un sonido parejo, con un estilo muy definido, celoso, exclusivo. Cuando yo me dedico a cantar óperas de Mozart, les doy ciento por ciento de exclusividad. No es bueno mezclar con otros compositores. El día que tú eres capaz de interpretar a Mozart y a otros autores al mismo tiempo, eres Kaufmann".

Del tenor alemán no duda en afirmar que es el mejor del mundo. "Tuve oportunidad de verlo en Don Carlo en Alemania y es impactante. Es un gran artista. Jonas Kaufmann es el tenor más sólido que he escuchado en mi vida".

La nueva ópera

Afirma que, sin duda, el mundo de la ópera está cambiando. "Es fundamental tener el físico para el rol. Ya no se aceptan cantantes que no tengan el aspecto que se requiere para un determinado papel. Ahora los desafíos se vuelcan hacia un punto de vista más teatral, en el cual se buscan muchas condiciones como actor y apariencia física, siempre en relación con el papel que se está cantando".

Un ejemplo de esto es Werther, de Massenet, que cantó recientemente en Bremen y que se repondrá en diciembre, que como director de escena no tuvo a un régisseur tradicional, sino a una persona del mundo teatral, "o sea que vimos a Werther desde el punto de vista teatral en la obra musical de Massenet. Estudiamos el perfil psicológico del rol, para entender cómo sería ese personaje dentro de tu cuerpo".

Dice que todos sus roles los prepara desde ese punto de vista y también estudia el contexto histórico en que fue escrita la obra, el libreto, cuál era la idea del compositor al momento de componer y tratar de descubrir cómo ese personaje habría cantado su historia.

Otra puesta en escena diferente, del modo en que ahora se está viendo la ópera en Europa, fue Die Fledermaus, en la que en la boca del escenario había una especie de diafragma de una cámara fotográfica que se abría para cada escena. "El dúo con la soprano era en una cama que giraba en 360 grados, entonces teníamos que cantar amarrados, a ratos de cabeza, otras en movimiento".

También La Bohème, de Puccini, en que Mimì no apareció jamás en escena. "Ella cantaba desde los costados. En el escenario sólo estábamos los cuatro amigos y no había escenografía. Se supone que estábamos tan pobres que estábamos muriendo de inanición y Rodolfo veía a Mimì en sueños".

-¿Cuál es la recepción del público para este tipo de puestas en escena?
"Los alemanes son muy respetuosos del arte de los demás. Todo se escucha en orden y con respeto. Para nosotros es difícil entender ese concepto, pero cuando encuentras el sentido, ahí se produce la magia de hacer algo en conjunto y que funciona realmente. En las nuevas puestas en escena se permite el uso de tecnología y los movimientos son en pos de la búsqueda de nuevas audiencias. Allá, el 60 por ciento de los asistentes a Werther eran jóvenes. De esta manera se está captando nuevo público, cautivando a las nuevas generaciones. A veces el desafío es tan grande, que te olvidas de las dificultades".

Reconoce que ha tenido éxito en Bremen, donde ya tiene un público cautivo, que adquiere los tickets para los días en que él canta. "Son muy cariñosos, contrario a lo que se piensa de los alemanes. Me dejan flores y chocolates, en la calle me reconocen y me paran para conversar. Allá un cantante de ópera es reconocido".

Pese a estos éxitos, lo más difícil para él fue dejar a su familia y partir a Alemania. "De alemán solo sabía el nombre de los jugadores de fútbol, nada más, pero superé todas las dificultades. Para mi señora (ella es cantante del Coro del Teatro Municipal), también ha sido duro, pero ella me ha brindado su apoyo en todo momento, vibra con mis logros y me ayuda en los momentos no tan buenos".

Pese a todas las dificultades de vivir afuera, que ha vencido con rigurosidad y estudio, aconseja a los jóvenes cantantes chilenos que si tienen oportunidad de ir a cantar a Europa, "vuelen a como dé lugar. Que no limiten sus sueños. Si tienen cómo viajar, que lo hagan, porque si bien en algunos momentos es duro y hay que hacer sacrificios muy grandes, si uno tiene un sueño, hay que volar en pos de ese anhelo".

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