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sábado, mayo 26, 2018
La vida del hijo Prodigo de Nicanor Parra
El Mercurio
Juan de Dios Parra, apodado Barraco, regresó a Santiago hace tres meses, tras la muerte de su padre. Desde entonces vive en una pieza en San Miguel donde hace clases de guitarra y prepara un nuevo disco. Aquí habla de su arrepentimiento por haber vendido los cuadernos del antipoeta y de su relación con él. También dice que en México sobrevivió cantando en calles y micros.
por Carla Mandiola g.
fotos Sergio López
-Una vez tuve un sueño súper bonito en que mi papá estaba en México y yo le contaba que me sabía todas las palabras mexicanas que él no conocía. Le preguntaba qué tenía puesto; me respondía una chaqueta. Le decía que no, que era una chamarra. Y se reía. Pero antes de que él muriera, tuve muchas pesadillas.
Soñaba que me lo llevaba en brazos. Ahora sueño casi todos los días con mi papá. En uno, la Colombina me decía, ya, te quedaste afuera de la herencia, y con mi papá súper serio al lado, firmaban un documento que decía que yo no recibiría nada.
Los tibios rayos del sol de invierno entran por el ventanal del departamento donde vive Juan de Dios Parra Tuca, apodado Barraco por su padre Nicanor. La luz rebota en las paredes blancas del pequeño living en San Miguel
No hay sillas ni mesas. No hay adornos ni cuadros, ni espejos en las paredes. Apenas un sillón de cuero negro y una batería eléctrica de un amigo. La cocina es americana, abierta, y la loza sucia se amontona en el lavaplatos. La única comida visible es una mantequilla, una lata de jurel abierta y un botellón con vino hasta la mitad.
Juan de Dios tiene 46 años, es el último hijo de Nicanor Parra y camina del living a la cocina con sus pantalones pitillos, que llegan hasta sobre sus tobillos. Se pone la capucha de su polerón negro y se la vuelve a sacar. Se sienta en un piso y se levanta nervioso para ver si la tetera ya hirvió, aunque todavía no suena. Este no es su departamento. Aquí vive en una pieza que le pasó un amigo. Lo hace desde febrero, cuando regresó de México un mes después de la muerte de su papá.
En el living, Barraco da clases de guitarra a sus únicos dos alumnos, que lo contactaron después de que publicó un aviso en su Facebook. Quiere pegar afiches en la calle para tener más alumnos y se entusiasma cuando cuenta que pronto se irá de aquí y se traladará al Barrio Brasil, al departamento donde vivió su madre, Nury Tuca, la última esposa del antipoeta, fallecida en agosto de 2014.
Pero lo que entusiasma aún más a Barraco es el próximo disco que quiere sacar en junio o julio, calcula. Hará un dúo con Kiuge Hayashida, el guitarrista chileno de los últimos discos de Charly García, a quien conoció a través de Cristián Araya, un amigo en común que los ayudará en la grabación.
-A Juan de Dios lo considero más que un músico, es un artista, un poeta y tiene un estilo para tocar guitarra único -dice Kiuge, quien lo visita en el departamento-. Esta mezcla que vamos a hacer me interesa bastante, porque él tiene una forma de tocar muy de raíz y trajo mucho desde México.
Ya grabaron la primera canción, que se llama "Cristales". Barraco cuenta que se demoró poco en componerla y que la hizo pensando en Nicanor Parra. Se sienta en el sillón, toma su guitarra eléctrica burdeo y comienza a cantar:
Se va tu luz, terminó ya/ Van cayendo los cristales/ En mis ojos tú te puedes ver -A mí los músicos chilenos me tenían un poco cansado -sigue Barraco, sentado en su cocina-. En un momento yo no quería tocar con nadie, prefería estar solo. De repente llegaban unos muy engrupidos y egocéntricos o estaban conmigo solo porque soy Parra, como falsos hippies.
"Ahora tengo que lograr muchas cosas, mucha música. En el último tiempo yo no le pedía plata a mi papá, él me daba, nomás. Me preguntaba si necesitaba; yo le decía que sí. Me acuerdo de la vez en que me dijo: '¿Usted sigue con eso de la guitarra?'. Sí, le respondí. 'Si con eso no se saca nada'. Eso me dio más fuerza para seguir".
Juan de Dios recuerda que Nury, su madre, era hija de un español, que era "media cuica" y que se enamoró de su papá después de leer una de sus entrevistas. En ese tiempo, ella iba a La Peña de los Parra con sus compañeros de curso de la universidad para escuchar a Ángel e Isabel Parra. Un día, cuenta Barraco, ella se acercó al antipoeta, quien era 33 años mayor, y rápidamente comenzaron una relación.
Tiempo después nació Colombina, la quinta hija de Nicanor Parra. Y un año más tarde llegó Juan de Dios, quien pesó casi 5 kilos al nacer. Los cuatro se fueron a vivir a Nueva York, donde Parra hizo clases hasta que lo echaron y volvieron a Santiago.-Nunca supe muy bien porqué me decía Barraco, Barraquito, pero me imagino que era una manera de decirme chanchito. Mi papá era dulce, encantador, pero cuando crecí, me tenía de maestro. Se lo agradezco, porque aprendí desde chico a cambiarle la rueda a los autos, cambiar el aceite, barrer el techo, cortar los árboles, destapar las fosas, quemar basura. Él daba las indicaciones.
Nicanor y Nury se separaron cuando Juan de Dios tenía 6 años. Él, Colombina y su padre se fueron a vivir a la casa en La Reina. Barraco recuerda que Nicanor no iba a las reuniones del colegio ni le preguntaba ni a él ni a su hermana por sus notas. -Siempre vivíamos con él. Siempre tenía una nana, un jardinero. Nunca faltó nada, pero era medio austero, medio cagado para comprar cosas. Mi mamá siempre buena onda, nos iba a ver todas las semanas, o nosotros íbamos a verla.
Juan de Dios dice que siempre quería impresionar a su papá y comenzó a estudiar guitarra, porque sabía que tenía habilidades musicales. -A los 17 yo estudiaba una pieza de Bach y se la iba a tocar en la mañana. Le golpeaba la puerta de la pieza, le decía que necesitaba un poco de plata, y le interpretaba los medios conciertos para que me pasara unas lucas. Me las daba, pero si no le gustaba, no. Yo tenía que tocar bien para sorprenderlo.
A los 20 ya hacía clases de guitarra eléctrica a personas mayores que él. Barraco Parra fue parte de la banda Los Trompos, que no fue conocida, pero lanzaron un disco y estuvieron 15 años tocando. También estuvo por más de una década con la banda de la Negra Ester y dice que tocó con Nicole y en el grupo Javiera y Los Imposibles.
-También tengo discos solistas y no he grabado toda la música que he interpretado del tío Roberto (Parra). Me sé todas las cuecas, todo, todo, todo y me va bien cuando las toco. Tuve clases con Robert Fripp, el guitarrista de King Crimson; de ahí saqué mucha información de cómo tocar, la respiración, las manos, la meditación en la mañana.
Durante su paso por La Negra Ester, escrita por Roberto Parra, Juan de Dios conoció a la actriz María José Núñez. Después de tres años le pidió pololeo, 15 días más tarde le pidió matrimonio y seis meses después de casarse -en el Registro Civil de La Reina- nació su primera hija: Josefa Cristalina. -Cuando nació, la Jose trabajaba y yo estaba todo el día con mi hija, le cambiaba los pañales, le daba la leche. Me preocupaba de que fuera una guagua feliz. Me gustaba mucho ese rol, me lo tomé muy en serio, dejé de tocar, dejé todo. Igual tocaba, pero mucho menos. Yo quería tener una guagua que no llorara nunca, pero fue imposible. Pensaba que las guaguas no tenían porqué llorar, pero igual lo hacen.Vivió con Josefa Cristalina hasta que cumplió 6 años, cuando Barraco y María José Núñez se separaron.
-¿Te dolió dejar de ver a tu hija?
-Pero es que yo lo elegí, yo me separé, yo me fui de la casa. Por eso ella es como es, porque los primeros años son los más importantes. Le va bien en el colegio y a veces lo cuento y me dicen, "ay, qué tanto que tu hija se saque sietes en el Nido de Águilas", pero no es menor; a ver, ¿quién hace eso? Aún nos vemos. Almorzamos. Me pidió que le enseñe a tocar guitarra. Ella no tiene traumas, porque yo me encargué de que no tuviera traumas. Nosotros estamos todos llenos de traumas, por eso nos va mal.
-¿Crees que Nicanor Parra fue un buen padre?
-Fue bueno, aunque se equivocaba. Pero eso no justifica lo que yo hice, lo de los cuadernos. En diciembre de 2017, la familia Parra encabezada por Tololo -sobrino de Barraco- comenzó la campaña de búsqueda de los cuadernos desaparecidos del antipoeta. En dos semanas recuperaron 20, que estaban en manos de coleccionistas y en galerías de arte. Barraco asumió públicamente que había vendido algunos. Dice que la primera vez que alguien le ofreció comprarle un cuaderno de su papá fue en 2008. No le gusta hablar de cifras, pero cuenta que no fue mucha la plata que ganó. -Mi idea era recuperarlos, por eso no cobré tan caro. Fue un empeño. -¿Te sentías culpable haciéndolo?-Sí, me sentía culpable. Trataba de no venderlos, pero lo hacía porque quería seguir estudiando guitarra, quería seguir sobreviviendo y tenía la posibilidad de hacerlo. Sabía que estaba mal, pero pensaba que en algún momento podía recuperarlos. Nadie sabía, yo iba a las librerías a venderlos. Después, en 2012, todos sabían. No era ambición, porque si no hubiera vendido los cuadernos más caros, me hubiera tomado el tiempo de venderlos en millones, de cotizar. Lo mío era vivir el aquí y el presente.
-¿Nunca pensaste en trabajar en vez de vender las cosas de tu papá?
-Trabajé, pero nunca alcanzaba. Trabajé en la construcción, sacando escombros de camiones.
-Pero si te sentías mal vendiendo los cuadernos, ¿por qué no paraste?
-Era una mezcla, porque además era algo psicológico. Sabía que no estaba bien lo que estaba haciendo, pero también tenía mis broncas.
"Las últimas veces que vi a mi papá, había acentuado su ironía. Ya no me lo bancaba tanto. Él no pescaba mucho los temas de los otros, pero era maravilloso, porque él tenía temas más interesantes. Conversaba con él y siempre me escuchaba, pero poco a poco empezó con el chiste de responder a todo con un '¿qué?', para molestarte. Estaba lúcido, no es que haya perdido el juicio como los viejitos. Tenía plena conciencia de quién era él, quiénes eran sus hijos. Quería llegar a los 114 años". -Se dijo que en el último tiempo tu papá no estaba lúcido.
-Él sí estaba en sus cabales, pero desde los 95 años empezó a molestar con eso del ¿qué?, de hacerse el sordo. Más joven, molestaba preguntando, "y usted, ¿quién es?". Los que dicen que no estaba lúcido es porque no lo conocen. En el testamento su firma se ve como más tiritona, pero es lógico a su edad."Mi viejo era neurótico, veía un cigarro en una foto y le daba alergia. Nunca soportó a la gente que fumaba. Además, tenías que decir cosas prácticas, que sirvan. No había que decir pelotudeces. Desde chico me entrenó para eso, con palabras que no se pueden decir".
-¿Por ejemplo?
-Bebida. Había que decir refresco. Le cargaban un montón de cosas. Empezar una conversación con él era muy difícil, pero después se soltaba y te aburrías.
-¿Qué te dejó de herencia?
-Las tasaciones no están listas aún. Pero estoy de acuerdo con el testamento y me parece equitativo. Mi papá lo hizo para proteger su patrimonio.
En 2016, Barraco pasó casi todo el año en la casa de La Reina de su papá, viviendo solo y casi sin salir. Ahí apareció Mauricio Jofré, un amigo guitarrista, y comenzaron a juntarse para tocar.
-Dejé de participar en los proyectos que tenía de antes, no quería ver a nadie. Quería estar solo. En los momentos difíciles, la guitarra me salvó más que nunca. Tengo una base, estudié música cuando joven, me sé los tonos, las escalas, las armonías. Tengo esa base y pensaba que había llegado más o menos a un nivel, pero con el Mauro empecé a cachar figuras, porque él tocaba y yo hacía punteos. Comencé a estudiar de nuevo. Él hizo unas letras medio flamenco, medio españolas. Después teníamos varias canciones, seis o siete. Él se fue a vivir a mi casa en La Reina, me acompañaba, salía a hacer sus pegas, volvía y tocábamos guitarra.
Entonces, una amiga chilena que vivía en México escuchó tocar a Barraco y a Mauricio Jofré, le gustó y les ofreció actuar allá. Según Juan de Dios, ella se consiguió los pasajes y las tocatas. En mayo de 2017, Barraco se fue de Chile.
La idea, dice, era quedarse durante dos meses, pero cumplió el plazo y Juan de Dios no quiso volver a Chile. Su compañero sí regresó, y Barraco se quedó solo. Sobrevivió tocando en bares, en plazas y en micros. Interpretaba canciones de Charly García y Gustavo Cerati. También cuecas, y entremedio, hacía punteos de guitarra.
-Allá me gustaba mucho cantar en la calle. Acá me da lata, pero no porque me reconozcan o por la vergüenza, si no porque no tiene gracia. -¿No te molestaba que tu familia tuviera recursos, mientras tú tocabas para sobrevivir?-No, porque siempre me acostumbré a vivir así. Mi papá cuidaba sus lucas y ahí están. Él decía que las cuidaba para que cuando se muriera nos pasara la plata.
Barraco recuerda que, cantando, hacía en promedio alrededor de 200 pesos mexicanos al día (unos 6.000 pesos chilenos). Tras cada presentación, pedía plata al público con una copa, a la que le puso una luz de bicicleta para llamar más la atención. Cantaba hasta juntar lo necesario para pagar el arriendo de una pieza y viajar a otro pueblo. Así, tocó en Querétaro, Ciudad de México, Oaxaca y Zipolite, una playa nudista a 834 kilómetros del DF. Hasta allá llegó en el Año Nuevo de 2017. La recuerda como su mejor época, porque "los turistas se fascinaban con mi manera de tocar". Su plan era quedarse en México por al menos dos años.
-El 23 de enero pasado le hice clases de guitarra a un tipo que me preguntó cuánto tiempo me iba a quedar ahí. Le dije que mucho tiempo, así que no se preocupara porque iba a aprender a tocar. Y esa fue la única clase que le hice al pobre.
Ese mismo día se enteró de que su papá había fallecido a los 103 años. Actuó como siempre en varios restoranes, pero esta vez eligió una tradicional canción mexicana: El mundo se va a acabar /Si un día me has de querer / Te debes apresurar
No viajó a Santiago al otro día ni al siguiente. Tardó casi un mes. No tenía el dinero para pagar el pasaje de vuelta a Chile. Una amiga se lo regaló.
Dice que lo primero que hizo al regresar fue ir a buscar los cuadernos que él vendió.-La guitarra me salvó más que nunca en los momentos difíciles, como cuando tuve que ir a recuperarlos. Yo sé dónde están y los voy a rescatar.
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