domingo, mayo 27, 2018

En el Día del Patrimonio: ¿Protección o populismo patrimonial?

El Mercurio

Casos como los del barrio Suárez Mujica (Ñuñoa), la Villa San Luis (Las Condes), la Casa de Italia (Valparaíso), además de la ampliación del concepto de patrimonio a bienes como letreros publicitarios, o la inclusión en el Día del Patrimonio de actividades deportivas y juegos, han abierto un debate en torno a las declaratorias patrimoniales. ¿Qué es lo que queremos preservar? ¿Hay "populismo patrimonial"? ¿Que opinión le merecen las asociaciones de barrios que buscan declarar como de valor patrimonial a algunos sectores residenciales? ¿Hay visos de politización de esta herramienta legal? Responden nueve especialistas.

  Miguel Laborde: "No hay recursos ni espacios para conservar todo"
Celebramos la creación de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural, porque las declaratorias necesitan tener el respaldo de una sociedad que reflexione sobre su ser y deber ser. Esto no lo tenemos desarrollado, lo que favorece una situación caótica, el populismo: ¿qué pasaría si los artistas visuales de hoy, y los representantes de los ya fallecidos, golpearan las puertas del Museo Nacional de Bellas Artes por considerar que todos tienen méritos suficientes para estar ahí?

La Subsecretaría debiera ser ese espacio de encuentro para avanzar en acuerdos sobre lo que queremos preservar, porque no hay recursos ni espacios para conservar todo. Debe haber una instancia de "curatoría" que proponga relatos para enriquecer nuestra convivencia.

Es positivo que el tema se haya instalado y que crezca lo que se considera valioso en el país; porque así, es el país el que se enriquece. Sin embargo, si la calidad y la relevancia son dispares, todo el patrimonio -"la muestra"- pierde interés. El propio Consejo de Monumentos Nacionales, hoy agobiado con tantas demandas, necesita apoyo en equipos asesores y recursos que faciliten su toma de decisiones.

Por otra parte, no puede ser que el gobierno de turno administre "la verdadera historia de Chile". Siempre habrá sesgos y posturas, es inevitable, pero la civilización consiste, justamente, en lograr que las diferentes visiones estén representadas con respeto y, ojalá, con rigor. El éxito de la novela vasca "Patria" se atribuye, justamente, al esfuerzo de su autor por dar cabida a unos y otros, los enemigos de ayer, para así acercar posturas y lograr comprender los motivos del "otro". Lo trascendente del patrimonio es que es una herramienta poderosa para "hacer país".

Miguel Laborde, miembro del directorio de la Fundación Imagen de Chile y del Instituto de Conmemoración Histórica de Chile.

Jeannette Plaut y Marcelo Sarovic: "Es lógico pensar en una ciudadanía empoderada, más consciente de su entorno"
El concepto patrimonial y su evolución actual parecen encontrarse en lo que podría describirse como un "campo en expansión". Es interesante que en arquitectura este concepto logre ampliarse incluso hacia dimensiones en torno al proyecto de arquitectura, una dimensión inmaterial que lo lleva directamente al campo de las ideas y que no suele ser materia de reconocimiento, sino más bien de estudio en centros de investigación.

No parece existir lo que se podría definir como populismo patrimonial, más bien son las reglas y mecanismos de participación y las de acreditación en torno a la idea de "Patrimonial" las que han evolucionado, creemos que estas se pueden ajustar mejor a nuestra propia historia y cultura, evitando interpretaciones de ese tipo.

Frente al impulso renovador urbano permanente en nuestras ciudades, reconociendo que las operaciones inmobiliarias se hacen cargo muchas veces de partes importantes de nuestros barrios y ciudades alterándolos, y teniendo en cuenta, como diría Matta Clark, que lo "que podría haber sido un subsuelo ricamente estratificado está siendo excavado para colocar cimientos más profundos de edificios nuevos" y que además solo "nuestros montones de basura se elevan conforme se van llenando de historia", es lógico pensar en una ciudadanía empoderada, más consciente de su entorno, que busca una mejor calidad de vida y para ello se organiza. Es esperable que la política permee todos los ámbitos de la sociedad, y parece importante que así sea. Más que tener miedo a ello, hay que saber operar con las reglas que la propia sociedad construye. En ese sentido, exigir más democracia en el ámbito patrimonial es también exigir más participación con reglas claras.

Jeannette Plaut y Marcelo Sarovic, arquitectos, directores de Constructo.

Hernán Rodríguez: "Los vecinos defienden como pueden los barrios y edificios"
Hay una realidad objetiva, cual es el cambio material del paisaje urbano (y muchas veces también del paisaje natural), proceso que en Santiago y en otras ciudades es mucho más veloz que el cambio generacional. En pocos años, los barrios que hemos conocido desaparecen y vuelven a inventarse, sin consulta, causando desconcierto y desarraigo entre sus habitantes. Hay pocos modelos o información de proyectos virtuosos de conservación identitaria, como sucede corrientemente en Europa. Como en Chile ha sido el caso de Tierra Amarilla, Vichuquén, sectores de Lastarria, barrios Italia o Yungay. Posiblemente hay más, que debiéramos valorar. Y muchos más, para criticar y no repetirlos.

No creo que haya populismo patrimonial. Hay el deseo de la gente de incorporar memoria, su memoria, a la ciudad del futuro. Lamentablemente las decisiones técnicas y comerciales, en general, no consideran para nada el valor agregado de la cultura ni el potente capital que representa para una comunidad contar con un patrimonio que la identifique. Los vecinos actúan instintivamente y defienden como pueden, de inmobiliarias y municipios, los barrios y edificios que les son valiosos. Para unos importan las ganancias y metros cuadrados; para otros, la memoria, la escala humana, la intervención amigable, la creación y enriquecimiento de los espacios públicos. En este sentido, valoro las asociaciones de barrios, donde los vecinos están atentos a su comunidad, a los niños, a sus árboles y plazas, a su historia, a la cultura, al futuro. Para hacer más efectiva esta participación, esta potencial colaboración de la comunidad con sus autoridades, parece necesario profundizar el significado del patrimonio cultural en la sociedad contemporánea donde, junto a una rápida y creciente globalización, hay el deseo de reconocer cuál es nuestro patrimonio identitario. La gente que, en número creciente, sale a la calle durante el Día del Patrimonio es una señal potente, inequívoca, de que hay una necesidad, una oportunidad que atender.

Hernán Rodríguez es director del Museo Andino.

Pablo Allard: "Ni demoler, ni congelar, mejor gestionar".
El fuego o los bulldozers siguen barriendo con barrios y edificaciones cuyo carácter podría entenderse como patrimonial, o al menos parte vital de nuestra memoria. Esto ha derivado en la creciente articulación de grupos ciudadanos en defensa de aquellos, y la reacción de autoridades locales y políticas en favor o en contra, llegando incluso a demoler sin permisos, o cuestionar la certeza jurídica de proyectos inmobiliarios ya aprobados. La conservación y protección de edificaciones patrimoniales, probablemente es uno de los temas en que menos hemos avanzado. La legislación vigente es tan restrictiva que, literalmente, ha generado incentivos perversos para que sus propietarios las dejen morir en el abandono o sean consumidas por el fuego. ¿Podemos salvarlas sin afectar los legítimos derechos de sus propietarios? La solución está en una buena regulación y en herramientas de mercado que alineen incentivos para fomentar su recuperación y valorización. En este sentido, cabe destacar dos propuestas que aún no encuentran eco para ser implementadas.

La primera, presentada el 2009 por el ex alcalde de Santiago Jaime Ravinet, plantea que se declaren áreas de rehabilitación de centros o barrios históricos, donde se apliquen una serie de incentivos tributarios y depreciación acelerada para los contribuyentes que inviertan en obras de rehabilitación, renovación, ampliación, reparación o transformación de inmuebles habitacionales, comerciales o de servicios que sean declarados monumentos nacionales, o que estén emplazados en zonas típicas o pintorescas, o de conservación histórica.

La segunda idea descansa en un proyecto de ley ingresado a la Cámara por el MINVU en 2008: planteaba que aquellos inmuebles o áreas que, por su especial naturaleza, ubicación, y características, hayan sido afectados con algún gravamen o restricción por el Plan Regulador Comunal o Plano Seccional, podrán ser objeto de Derechos de Construcción Transables, mecanismo mediante el cual se le asignan al predio normas urbanísticas de la zona en que se localizan o de alguna de las zonas colindantes a él, para ser transferidas a uno o más proyectos, que se emplacen en zonas en que el Plan Regulador Comunal o Plano Seccional lo permita.

Ambas ideas generarán resistencia, ya sea desde Hacienda o debido a la dificultad que tiene implementar un mercado de derechos transables. Tenemos que someterlas a discusión para fortalecerlas y enriquecerlas. A ello habrá que sumar los cambios en la institucionalidad, a partir de la creación del Ministerio de las Culturas, lo que permitirá una mejor coordinación y disposición de recursos para la recuperación patrimonial. Como dijo el arquitecto Fernando Pérez, luego del 27-F: "Si el patrimonio no es urgente, entonces no es patrimonio", es ese sentido de urgencia el que tiene que prevalecer al momento de avanzar en estas reformas, mucho más eficientes que congelar barrios en el tiempo o seguir lamentando la destrucción, añorando un pasado que se va.

Pablo Allard, decano de la Facultad de Arquitectura y Arte de la Universidad del Desarrollo.

Emilio de la Cerda: "Subordinar estas demandas al bien común"
Reconocer el patrimonio cultural como un bien público supone que su conservación y su incremento son tareas que involucran a toda la comunidad. Reconociendo la labor prioritaria que le compete al Estado en esta materia, en atención a su naturaleza de garante del bien común, distintos instrumentos de protección otorgan poder popular para que la sociedad pueda proponer la salvaguarda de bienes culturales, de manera complementaria a la labor de los organismos públicos.

En Chile, uno de los fenómenos más significativos de los últimos años en materia patrimonial, es que distintas comunidades organizadas han encontrado en los instrumentos de conservación una herramienta para visibilizar demandas, y para proteger formas de vida vinculadas a barrios y territorios que consideran amenazados por la trasformación de sus entornos construidos. Su labor y este fenómeno, que subordina morfología a formas de vida, que tensiona lo monumental con lo territorial, ha desplazado el centro de la discusión, sacando el patrimonio del campo de los expertos para exponer toda su potencia política, toda su escala de valoración elevada al debate público.

Todo ello nos ha encontrado con instituciones e instrumentos de regulación en patrimonio que no han sido diseñados para ese fin, desafiando no solo la eficiencia de los instrumentos de planificación territorial, sino la idoneidad de nuestros marcos normativos. Ser capaces de reconocer el valor de estos movimientos, siendo sensibles a lo que estas defensas quieren transmitir a la sociedad, pero a la vez subordinando estas demandas al bien común, y ser capaces de diseñar e implementar instrumentos legales e instituciones adecuados a la naturaleza de dichas demandas, es tarea prioritaria del sector para los próximos años.

Emilio de la Cerda, subsecretario del Patrimonio Cultural.

Sonia Montecino: "Todo patrimonio tiene un carácter político"
Los procesos de patrimonialización surgen de convenciones internacionales que Chile ha suscrito y que están estrechamente ligados a las comunidades que definen lo que consideran son sus acervos, también las medidas para salvaguardarlos y las acciones que permiten su preservación y difusión. Las asociaciones de barrios se inscriben al interior de lo que la Unesco define precisamente como comunidad (el conjunto de actores que hace posible la existencia de un bien patrimonial) y desde esa perspectiva considero legítimo el sentido de protección que quieren brindar a los barrios, entendidos como maneras de habitar la ciudad . En todos los países hay conflictos entre los patrimonios urbanos, paisajísticos, de artesanías, medicinas tradicionales, entre otros, con el desarrollo de inmobiliarias, empresas que destruyen el medioambiente, monocultivos, talas de los bosques. Vivimos la paradoja de que queremos conservar y poner en valor nuestro patrimonio, pero a la vez -sobre todo en nuestros países- arrasar con el mismo para "desarrollarnos".

Por otra parte, toda patrimonialización fetichiza los bienes y por ello les otorga una vida que va más allá del bien mismo; asimismo, hay patrimonios molestos (como los memoriales), otros controversiales (como el rodeo), en todos ellos la clave de su devenir descansa en las comunidades que los defienden como símbolo, memoria y pertenencia. Por ello, todo patrimonio tiene un carácter político (en el sentido de que negocia sus sentidos con otros) y no es extraño entonces que las luchas por su mantención así lo sean.

Sonia Montecino Aguirre, antropóloga de la Universidad de Chile, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales.

Sergio Torretti: "Nos preocupa la dinámica que han ido tomando las declaratorias"
Como gremio promovemos la conservación del patrimonio construido de nuestro país, pues nos relaciona con nuestra historia, constituye un elemento fundamental de la construcción de identidad nacional y local y es un bien social.

Es por esto último que consideramos necesario que sea la sociedad, representada por el Estado, la que de alguna forma aporte en su mantención y conservación, que hoy recae íntegramente en el propietario. Lo anterior es fundamental para asegurar su adecuada preservación. Junto con lo anterior, se debe avanzar en una actualización profunda de la Ley de Monumentos que promueva el uso activo de los inmuebles patrimoniales evitando su deterioro.

Por otra parte, nos preocupa la dinámica que han ido tomando las declaratorias, pues, como resultado de la obsolescencia de los instrumentos de planificación local, algunas son usadas para evitar el desarrollo de nuevos proyectos, desvirtuando así el espíritu de la norma.

Creemos en la relevancia de la participación de las comunidades y de los propietarios involucrados, pero se debe asegurar el carácter técnico de las declaratorias -considerando los reales elementos patrimoniales a preservar y acotando de forma precisa su alcance- y generar lineamientos para la intervención de los inmuebles patrimoniales, de forma de evitar un innecesario inmovilismo en la ciudad.

Asimismo, es importante que las declaratorias ocurran oportunamente, sin contradecir decisiones tomadas por otros organismos públicos, como las direcciones de obras municipales, para no socavar la certeza jurídica que deben entregar anteproyectos y permisos de edificación.

Sergio Torretti Costa, presidente de la Cámara Chilena de la Construcción.

Mathias Klotz: "No creo que esté en cuestión la cantidad de las obras que se declaran, sino más bien el procedimiento"
Qué duda cabe de que el reconocimiento y la identificación de nuestros ciudadanos con el patrimonio es un tema que se ha fortalecido enormemente en los últimos años, y prueba de esto es el cada vez más popular y exitoso Día del Patrimonio. Desgraciadamente, nuestro Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) no se ha desarrollado a la par con los acontecimientos y -en el último tiempo- se ha enredado en polémicas respecto de algunas declaratorias, entre otros problemas que lo aquejan.

Respecto de las últimas declaratorias, no creo que esté en cuestión la cantidad de obras que se declaran, sino el procedimiento, los momentos en que estas declaratorias han sucedido y la idoneidad de los bienes declarados. Independientemente de la idoneidad de las obras declaradas, a mi juicio, los problemas han surgido por la falta de celeridad del actuar del Consejo, que lo ha hecho llegar tarde o no llegar a defender algo que o bien se está demoliendo o está a punto de demolerse, generalmente en inmuebles cuyos terrenos cuentan con permisos de obra para nuevas edificaciones, o fueron enajenados por sus propietarios en base a valores de mercado basados en los certificados de informes previos otorgados por las direcciones de obras municipales correspondientes, donde las preexistencias no estaban gravadas con ninguna protección. El CMN, muchas veces ha actuado de manera reactiva a las presiones de los vecinos y no sobre la base de una política de protección implementada por ellos, que identifique cuáles y por qué determinados inmuebles deben ser protegidos.

Otro motivo por el cual la gestión del CMN no ha sido del todo exitosa es la vaguedad o falta de criterios y soluciones respecto de cómo intervenir en los edificios protegidos, provocando una suerte de eternización de los procesos de aprobación de los proyectos, lo que se ha agudizado con el paso del tiempo . Esto no solo ha desmotivado la inversión en este tipo de edificios, sino que ha servido como incentivo perverso para la destrucción sistemática de inmuebles antiguos, por parte de sus propietarios, los que muchas veces prefieren tener un terreno eriazo antes que un inmueble "protegido".

Espero que la gestión de las nuevas autoridades, en estas materias logre revertir este círculo vicioso y dote a las entidades correspondientes de herramientas vigorosas, de modo de contar con un patrimonio vivo, recuperado, en lugar de una infinidad de sitios eriazos o inmuebles quemados.

Mathias Klotz, arquitecto, decano de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad Diego Portales.



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