La Tercera
El guitarrista habla con Culto de su nuevo grupo, Los Retornados, y cuenta cómo ha vivido a distancia los problemas de salud de su ex compañero Álvaro Henríquez: “Va a salir adelante”.
Por Claudio Vergara
Quizás la persona más importante en la vida de Ángel Parra (52), después de su familia y sus amigos, es su luthier, el profesional encargado de arreglar y engalanar sus guitarras, el instrumento al que le debe todo y con el que desde hace 30 años se ha posicionado como uno de los músicos más reconocidos del país. El mismo hombre que hace un par de meses le profetizó: “Vas a ver que este 2018 será de cosechas para ti”.
“Yo nunca lo pensé así. Estuve buscando mi destino durante harto tiempo cuando salí de Los Tres. En enero estaba muy desmotivado, me sentía como ‘qué onda, qué se viene este año’. Yo siempre me cuestiono cuál será la próxima etapa y efectivamente siento que se viene un año más creativo que otros”, completa el instrumentista, sentado en las oficinas de la productora que administra su carrera y quien a partir de esta temporada encarará un episodio inédito en su trayectoria.
Luego que en 2013 tomara las dos decisiones más drásticas de su carrera -renunciar a Los Tres y reformular a Ángel Parra Trío-, y que pasara la totalidad del año pasado reverenciando a su abuela Violeta con el espectáculo Las últimas composiciones, el artista impulsó un grupo que también conjuga su nombre como protagonista central, Ángel Parra y Los Retornados. Aunque en este caso, la presencia será aún más ubicua: por primera vez será el único integrante conocido de una banda, el que en un principio concentrará la atención y los flashes, en un cuarteto donde el resto ronda desde los veintitantos hasta los treinta y algo, y que ha curtido su reputación en el blues.
“Más que gustarme eso, lo acepto bien, porque uno aprende en esta carrera a sacar el habla en forma paulatina. Me acuerdo de ese aprendizaje los primeros años de Los Tres. Álvaro Henríquez siempre fue muy carismático y resuelto en ese sentido, cuando íbamos a México yo no sabía ni siquiera cómo ponerme en una entrevista, qué hablar. Y efectivamente la carrera del artista, aparte de lo que significa el instrumento que para mí es lo más importante, se va desarrollando a partir de ciertos roles. Ojalá los pueda cumplir, porque comunicarse con ustedes, es un rol importante, ir a las radios a hacer promoción y tener algo que decir. Hay gente que no sirve para esto, que nunca se va a desenvolver bien frente a un micrófono. Yo lo aprendí porque he desarrollado una carrera, todo ha sido como un paso paulatino y ser la cabeza de serie del grupo me calza bien a la edad que tengo. Si hubiese sido a los 30 años, no hubiera sido tan fácil”.
–¿Por qué?
-Porque no me asumía a mí mismo con el valor que toda la gente ve en mí. Como un referente. Cuando veo a la gente en Instagram, la que va a mis clínicas de guitarra, la que me ve practicar y sube mis videos, demasiadas personas me confirman que está bien el camino que he hecho, eso se me ha ido afirmando con el tiempo. Se me afirmó con interpretar a la Violeta, también con las cosas difíciles que viví: la muerte de mi papá, la operación del hombro, la salida violenta de Los Tres; reorganizar mi vida sin ese grupo, que fue una manera difícil de continuar y llegar a los 50. Pero ahora me bajé de la balsa y estoy arriba de la isla gozando el sol, feliz de lo que está pasando. Durante muchos años no me la creía como para decir ‘chucha, yo soy eso. Soy Ángel Parra, no cualquier estúpido’.
–Pero siempre fue un músico respetado.
-Me daba cuenta, pero también hay que desconfiar en la carrera del rockero, del rockstar de pacotilla de este país pequeño, que no sé podría comparar con la carrera que desarrollan los Arctic Monkeys o los grandes artistas. De repente uno se empieza a insegurizar con los comentarios de aduladores, de los managers, de los productores que te soban el lomo, ahí empieza también el estrés con la vida en la rutina, el consumo de drogas, el alcohol y todo eso viene junto. Uno empieza a dar tumbos por la vida, a darse puros cachuchazos, chocando con las murallas. Y no po. Es mucho más simple. Para mí hoy lo más importante es cuando estoy solo con la guitarra, entonces todo el resto, fuegos artificiales, éxito, mujeres, rock and roll, todo eso, queda en segundo plano. Esta típica imagen de rockero patético, mirando sus videos, como triste, con una botella de whisky, es todo lo contrario, ya no estoy en esa.
–Mirándolo hoy, ¿fue difícil aguantar ese ritmo?
-Claro, difícil aguantar y la vida no te da tantas oportunidades, entonces es bueno mirar para atrás y decir ‘pucha tiene razón mi papá y a los 50 años sí podía empezar una carrera’. No tenemos el mismo cuerpo, pero nos estamos cuidando para seguir.
–¿La única forma de lograr este momento era saliéndose de Los Tres?
-Sí. Si hubiese seguido en la banda, no hubiese sido posible. Impensado todo lo que he logrado siguiendo los mismos patrones.
Ángel Parra remarca un evidente punto aparte cuando recuerda su paso por el mayor conjunto local de los últimos 25 años. Casi como si encarnara la línea más sobrecogedora de “Me arrendé”, esa canción de Los Tres que aparece en las profundidades de Fome (1997): “Me arrendé una vida/ para poder matar a la antigua”. Pero su 2018 empezó a fraguarse cuando aún militaba en la agrupación.
En 2013, su último año como parte de Los Tres, Parra junto a Henríquez y “Titae” Lindl conocieron al destacado blusero brasilero Netto Rockfeller. El mismo que, un par de años después, le presentó al guitarrista chileno José Miguel Carrasco (36), quien no sólo capturó su atención por su virtuosismo; se trataba de un músico nacido en 1982 en Manchester e hijo de un exiliado que en los 70 estuvo dos años y medio preso en la Fuerza Aérea. “Mi papá estuvo tres meses preso, también fue torturado, entonces fue un punto de partida, había algo en común”, acota Parra.
A fines del año pasado, Carrasco lo invitó a un evento en Inacap Pérez Rosales y dieron cuerpo definitivo a Los Retornados, el grupo que también integraría al bajista Tomás Brunetti y al baterista Nicolás Pozo, con el blues, el swing y el rock and roll como médula. Con ellos planea la salida de un EP y un show estelar en el festival Cosquín Rock Chile que se hará el 6 y 7 de octubre en el Movistar Arena. “Echaba de menos tocar en forma más desenvuelta, aquí hay un afán porque la gente se entretenga. Los veo sin ambición, como partió la historia con Los Tres, tocando en la universidades, sin expectativas, no estábamos ni ahí con el sistema. Y eso fue muy sano”.
En el último mes, Parra tampoco se ha podido sacudir de la huella de su agrupación más célebre. El guitarrista cuenta que se enteró a través de los medios que el pasado 1 de mayo Henríquez se sometió a un trasplante de hígado para salvar su vida. A la jornada siguiente, subió una imagen de principios de los 90 a su Instagram, en que aparecía junto al cantante encaminando esa institución en que se convertirían Los Tres.
“Está todo bastante dicho, pero el momento que está viviendo sólo amerita, de todo el pueblo de Chile, de todos nosotros, el cariño y el respeto que está recibiendo. Es lo que se merece, seguir muchos años más adelante, porque él ha dado mucho también a la patria. Quizás la energía del público le ha permitido seguir adelante y ojalá recuperarse, es lo que todos queremos. Ese siento que es el momento del Álvaro ahora”, asegura.
El guitarrista dice que le cuesta hablar del tema y que su contacto con Henríquez ha sido mínimo desde que dejó a Los Tres, por lo que pregunta un par de detalles para actualizarse de los últimos años de su banda madre. Además, acota que muchos medios lo llamaron cuando se reveló la noticia, pero sólo cuando a principios de mes leyó la entrevista que “Titae” dio a este diario comenzaron a aflorar en él las ganas de rememorar una amistad desvanecida por los años.
“Cuando se supo la noticia, como todos los chilenos, me afectó mucho y me trajo muchos recuerdos. No estoy cerca de ellos tampoco, no tengo una cercanía diaria, pero sí me preocupé de comunicarme con su hermano, de saber si estaba bien. Después por la prensa me enteré que estaba con los mejores doctores, entonces todos estamos con la esperanza de que todo va a salir muy bien, y se lo merece”.
–¿Qué recuerdos le trajo la noticia?
-No, en particular no me trajo ningún recuerdo. Me preocupó no más ver a un gran músico pasando por un problema que a cualquier otro puede ocurrirle, no es algo tan improbable que a cualquiera de nosotros nos caiga una desgracia en algún momento. Él tiene todo el futuro por delante y lo pilló joven, por eso sé que va a salir adelante.
–Lo sucedido a Henríquez fue consecuencia de su alcoholismo. Usted ha dicho que paró a tiempo con los excesos o sino se podría haber muerto. ¿Qué reflexión le vino con este desenlace en la salud de su excompañero?
-Yo paré hace seis años de tomar y de drogarme, absolutamente, hoy ni siquiera marihuana, nada. Así que no tengo ninguna (adicción). No sabría qué decirte. Pero yo en mi caso solucioné mis problemas bien, sino…
–¿Nunca habló con él al respecto de estos temas?
-No. Son mundos privados lo que cada uno hace en su vida personal, así que no tengo nada que decirte al respecto, no tengo idea.
–Pero al enterarse no fue como: “¿por qué el Álvaro no habrá parado?”
-No, no. No tengo idea, porque no tenía contacto diario con ellos hace seis años, no tengo nada pendiente, ni nada. Nos vimos por ahí un par de veces y sería todo, entonces son seis años de inconexión también. Nos vimos en unos premios Pulsar hace un tiempo, nos abrazamos y todo bien. Cada uno por su lado y con las dificultades que todos enfrentamos, y las alegrías también.
–¿Aún hubo cariño y amistad en ese encuentro?
-Siempre va a haber cariño entre los dos, porque no hay otra posibilidad.
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